Название: Sobre el combate
Автор: Dave Grossman
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: General
isbn: 9788415373858
isbn:
Mariscal de campo lord Wavell
Extracto de una carta dirigida a B.H. Liddell Hart
Sistema nervioso simpático: movilizar el cuerpo
para la supervivencia
Pero cuando la tempestad de la guerra sopla en nuestros oídos, nos es preciso imitar la acción del tigre: poner en tensión nuestros nervios, hacer llamamiento a nuestra sangre.
Shakespeare
Enrique V
El sistema nervioso autónomo (sna) consiste en el sistema nervioso simpático (sns) y el sistema nervioso parasimpático (snp). La mayor parte de los órganos del cuerpo reciben impulsos tanto del sns como del snp, a pesar de que por lo general trabajan en oposición. Por ejemplo, el sns incrementa la frecuencia cardíaca y el snp la aminora. El sns está también asociado con la respuesta al estrés —la reacción de «lucha o huida»— cuando prepara al cuerpo y la mente para un peligro que ha sido percibido. Por lo general, el sns se ocupa del gasto de energía proveniente de las reservas almacenadas en el cuerpo: inhibe la digestión, incrementa la secreción de epinefrina y norepinefrina, dilata los conductos bronquiales de los pulmones, dilata los vasos que irrigan el corazón y tensa los músculos.
El sns moviliza y dirige los recursos energéticos del cuerpo hacia la acción. Puedes imaginarlo como la vanguardia del cuerpo, los soldados en una unidad militar que se ocupan de luchar. El snp está asociado con la relajación y a menudo está asociado con actividades que incrementan el suministro de energía acumulada del cuerpo, tales como la salivación y la digestión. Es el equivalente fisiológico de los cocineros, mecánicos y demás personal del cuerpo que mantienen a una unidad militar durante un periodo de tiempo prolongado.
Cuando duermes por la noche, los procesos del snp están en su apogeo; ni siquiera dispones de un centinela en la puerta de la entrada. Tu unidad militar está fuera de servicio, tu barco está atracado en el puerto, y te encuentras totalmente indefenso. Entonces te levantas por la mañana, te tomas un café, te duchas y entonces alcanzas lo que se llama la homeostasis: un equilibrio entre los procesos simpático y parasimpático. Dispones de algunas tropas en primera línea y de otras en mantenimiento, lo que te permite llevar a cabo operaciones prolongadas. Pero pronto o tarde todas las unidades tienen que descansar, así que por la noche te vas a dormir y de nuevo tus procesos del snp toman el control. Se trata de un ciclo de mantenimiento normal y rutinario. Sin embargo, mañana te aguarda una sorpresa.
Te levantas y comienzas con tu rutina. La homeostasis se establece y, de pronto, alguien intenta matarte. La respuesta de tu cuerpo es un despertar total del sns. Los procesos del snp tales como la digestión se cierran: ahora no estamos para digestiones... Chicos, soltad el lastre y bajad a las piernas que es donde os necesito. Que los cocineros, mecánicos y demás personal dejen lo que están haciendo, empuñen un fusil y se apresuren a las primeras líneas. Mientras tanto, la salivación puede cerrarse dando lugar a lo que se conoce como tener la boca seca o pastosa.
Si podemos creernos los datos a pie juntillas, el 75 por ciento de los combatientes veteranos no perdieron el control del vientre y la vejiga, pero casi todo el mundo sufre lo que se llama «diarrea del estrés». Los griegos dicen: «Los intestinos convertidos en agua». El término médico es intestino irritable, lo que resulta más bien evocador. Una de las últimas cosas que hacen muchos policías de los equipos swat antes de realizar una entrada de alto riesgo es lo que denominan una «caca de batalla». El cuerpo suelta el lastre para que no se pierda ningún recurso en funciones innecesarias. Se da una movilización total de todo de lo que se dispone para un único fin: la supervivencia.
Y cuando ya ha pasado el peligro, se produce un crash, una reacción violenta parasimpática de una magnitud enorme.
Reacción violenta parasimpática: el cuerpo se cierra por mantenimiento
Formaba parte de brigada de estupefacientes junto con siete agentes veteranos. Estábamos desmantelando la venta en hoteles mediante un informador: entraba en la habitación del hotel y pedía varios kilos de droga. Cuando los malos aparecían, veíamos la transacción a través de una videocámara desde la habitación de al lado. Contemplar la cosa mientras sucede delante de ti y sólo poder mirar y esperar hasta que llegue la señal de entrar, mirar y escuchar todo el rato a tu objetivo, nos subía el estrés hasta el extremo de que casi podíamos tocarlo.
Después de que el trato se cerrara y se diera la señal, entramos por una habitación contigua, arrestamos a cuatro sospechosos y nos incautamos un kilo de metanfetamina. Y mientras llevábamos a los sospechosos al parking, apareció un automóvil que conducía un socio de nuestros chicos malos. Cuando hizo marcha atrás y se dirigió a la salida, algunos agentes fueron tras él mientras yo corría para cortarle el paso. El automóvil cambió el rumbo y se dirigió hacia mí. Me fijé en la situación general para disparar mientras pensaba que tendría que matar al conductor, pero mis compañeros estaban en línea directa. Así que salté y el automóvil pasó por donde había estado.
Me metí en un auto y comenzamos la persecución, hasta que acabamos encontrando el automóvil en un parking de una iglesia. Mientras me acercaba, empecé a sentir temblores. No fue un problema porque sabía que me ocurriría. Imagino que, para cuando empezamos a registrar la iglesia, había experimentado cuatro descargas de adrenalina. De vuelta al hotel, me sentí muy mareado al volante y con dolor de cabeza. Sabía que era una reacción violenta ante todo lo sucedido, así que me puse a hacer la respiración táctica. Eso me ayudó durante un tiempo con el mareo y el dolor de cabeza, pero me seguía sintiendo muy cansado y me costaba mantenerme despierto. Lo que más me irritaba era que sabía lo que me estaba ocurriendo y por qué, pero no podía detenerlo.
Carta al coronel Grossman
Durante la guerra de Corea, un equipo de psiquiatras acompañó en la batalla a una unidad de soldados veteranos. La unidad durmió bien una noche entera y entonces lanzó el ataque al amanecer. A mediodía había tomado una posición enemiga en una colina y el peligro inmediato había pasado. Mientras aguardaban la inevitable contraofensiva, los psiquiatras se quedaron boquiabiertos al ver que los oficiales y suboficiales tenían que ir de posición en posición despertando a la tropa. La reacción violenta parasimpática había sido tan fuerte tras la batalla que los hombres se habían rendido extenuados al sueño, a pesar de que sabían que pronto serían atacados.
Napoleón dijo: «El momento de mayor vulnerabilidad es el instante inmediato a la victoria». Tan pronto como la tropa se relajó, hubo una reacción violenta parasimpática de una magnitud enorme. Se trata de algo más que bajar la guardia; es un poderoso colapso fisiológico. Este proceso no es muy distinto del sexo para el cuerpo del varón. Estás ahí arriba, en acción; y te encuentras abajo y ya no podrás subir otra vez. Ha habido una descarga física, hormonal y el cuerpo necesita tiempo para recargarse. Por eso el ejército siempre mantiene unidades de reserva. Cuando las tropas sufren el peso del agotamiento y una unidad fresca del enemigo ataca, las tropas agotadas se derrumban como un castillo de naipes.
Quemando la carga de adrenalina
Llevaba en Vietnam como policía militar tan sólo un par de semanas cuando me asignaron para una redada de varias tiendas vietnamitas en busca de bienes estadounidenses robados. Los propietarios de las dos primeras tiendas ofrecieron resistencia y tuvimos que reducirlos en el suelo para que otros pm pudieran recuperar los bienes. En la tercera tienda, la cosa se puso fea muy pronto cuando soldados sudvietnamitas armados con fusiles M-16 acudieron en ayuda de los mercaderes. Antes de que la cosa terminara, teníamos a 25 pm y a 30 o 40 airados vietnamitas. Hubo disparos en el aire, todo el mundo gritaba insultos raciales, y hubo varias СКАЧАТЬ