Los frutos del árbol de la vida. Manuel Arduino Pavón
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Название: Los frutos del árbol de la vida

Автор: Manuel Arduino Pavón

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788412107821

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СКАЧАТЬ ¡Ámenme!

      La dama refinada y curiosa se ruborizó. Pagó una moneda apresuradamente y se marchó.

      El vendedor de palabras recogió la moneda y antes de vocear su mercancía otra vez, recordó lo que su maestro en el arte le había enseñado:

      "La verdad es un secreto a voces. Las palabras hacen que sea un secreto."

      XVIII

      Para quienes creen que la vida es una lucha, el deber es derribar las murallas. Para quienes creen que la vida es un juego, el deber es distribuir las pérdidas y las ganancias. Para quienes creen que la vida es un drama, el deber es desentrañar el rol del alma. Para quienes creen que la vida es un sueño, el deber es despertar y abrir los ojos al supersticioso. Para quienes creen que la vida no comporta un credo, la vida es el deber y el universo el único cuerpo.

      Para quien esto escribe poco más se puede decir del deber y esta parece ser la conducta que sigue la Vida. Cuando se trasciende el deber se alcanza el poder. Y esta es la callada y expresiva enseñanza de la Vida. Pero quien esto escribe quiso insinuar que se libera un poder con el cumplimiento del deber. En este sentido, el deber no representa heroicidad alguna, no viene del ejercicio de la fuerza ni de alguna forma de calculada destreza. El cumplimiento del deber, hasta donde podamos conocer nuestra singularidad, es un acto de sencilla alegría. De lo contrario se deja de cumplir con la Vida.

      XIX

      El pensamiento se parece al vuelo de un pájaro. Vigilar el pensamiento equivale a perseguir el pájaro. Neutralizar el pensamiento equivale a unificar el pájaro con el espacio y percibir el vuelo. Este es el objeto en sí de la mente.

      XX

      Quien se guía por el corazón ofrece caridades con las dos manos. Quien se guía por la razón ofrece caridades con una mano y recoge caridades con la otra. Quien se guía por la sinrazón emplea dos manos en recoger caridades y con la tercera las ofrece.

      - Señor, sin embargo tú me has enseñado que existe una tercera mano. Supongo que se trata de algo simbólico. ¿A qué te refieres, en realidad?

      - Me refiero a la mano que nadie sabe que posee y sin la cual nadie puede tomar de la fuente espiritual de la abundancia, su parte.

      - ¿Es una propiedad de la mente esa tercera mano?

      - Es una mano, una mano que nos es dada desde la misma fuente espiritual para que, sin buscar afuera, obtengamos lo necesario.

      - ¿Y cuándo nos es dada esa mano espiritual?

      - En el tiempo en que no retenemos con la mente o con el corazón nada. Cuando ya no le arrancamos a los otros palabras, promesas o contratos. Cuando dejamos libres a los otros, a todas las cosas y confiamos en el Orden Supremo. Cuando somos capaces de olvidarnos de nosotros mismos, lo cual puede ser considerado la caridad por excelencia. Cuando la búsqueda deja de ser una cacería y se vuelve obediencia a la intuición del camino. Cuando nuestra liberalidad es la libertad de un corazón amante y no la permisividad de una vida negligente que no se observa a sí misma y en consecuencia ignora los límites. Cuando los límites no son los otros, ni nosotros mismos, sino la zona de sombras del camino por el que marchamos todos. Cuando la zona de sombras es, coincidentemente, la que ocupa cada nuevo paso que damos. Cuando vamos dejando atrás en el camino la ignorancia de los pasos que vamos dando mecánicamente. ¿Cómo podría una mano tal asomar cuando nuestros pies tropiezan a cada paso con el pasado? ¿Cómo puede hacerse consciente la fuente de la abundancia, si pasamos sobre ella descuidadamente y sin prestarle atención, a medida que avanzamos a ciegas por el camino de sombras? Y este es el gran secreto.

      - ¿Cuál es el secreto?

      - El espíritu está en las dos manos usuales y en los dos pies habituales tanto como en las manos que no desarrollamos y en los pies que atrofiamos.

      - ¿Hay otros pies, además?

      - De todo cuanto existe para nuestro aprendizaje hay un modelo secreto, listo para salir a la superficie cuando nosotros mismos nos transformemos en nuestro modelo secreto. En consecuencia, mi amigo, hay otra naturaleza en el espíritu y allí reside la fuente de la abundancia, del poder y de la caridad.

      XXI

      Detrás el sol poniente, delante el sol del alba y en medio el pan. Esta es la vianda del hombre frugal.

      XXII

      El espejo ha de ser un espejo invisible para que el que se busca ya no se mire en sus desemejantes.

      El espejo invisible significa la conciencia viva y pura de ser. Los desemejantes: las proyecciones impresas en los otros, a quienes miramos (y transformamos) no tanto para conocerlos (y para conocernos) sino para juzgarlos por separado (y evitar justipreciarnos en nuestras relaciones). Es cierto que ver es también conocer nuestras proyecciones en los otros, sin sustituirlas por nuevas imágenes asociativas. "Vemos" a causa de que nos damos cuenta de los descubrimientos que trae el retirar los velos.

      XXIII

      Cuando asome tu otra cara, sal del espejo.

      Cuando comiences a conocerte en profundidad, ya no podrás mantenerte en el espejo, que carece de profundidad. Abandona las imágenes que son la superficie de las cosas. El rostro que nos es original no asoma en el espejo que refleja sino en el umbral de la consciencia, el espejo invisible. Viene de esa hondura y anula la zona de sombras, porque asciende con su propia luz. Es la otra cara porque tiene luz propia y en consecuencia no necesita de espejos para reconocerse, y porque es el prototipo de belleza y unicidad que vinimos a expresar. Para lo cual nos es revelado en el umbral de la consciencia por medio de la disolución de la zona de sombra.

      Lo llaman autoconocimiento, aquí se presenta como la vía de la supresión de todas las imágenes.

      XXIV

      La unidad del arroz es su inmensidad. La inmensidad del arroz es su pequeñez. La pequeñez del arroz es la medida del hombre.

      XXV

      Inquirir es un misterioso acto por el cual la mente se pregunta y el espíritu se prueba.

      XXVI

      Aquello que cae una vez y se levanta dos veces, eso es lo que llamamos honor.

      Una partida de Caballeros de la Orden del Señor de la Compasión Infinita marchaban armados, listos para tomar venganza. Su destino era el sitio de los Hermanos de la Pureza, que los esperaban en armas, sabedores de que la imagen por la que pugnaban, la del Héroe Primordial, por la que se habían humillado, por la que habían matado una y otra vez y habían llegado al armisticio otras tantas, concentraba para sus férreos corazones un pavoroso poder. El pequeño ícono del oscuro valiente del pasado había golpeado la cabeza del rey una vez. Los Caballeros de la Orden del Señor de la Compasión Infinita, leales a su majestad, venían por la cabeza del caballero de la fraternidad de los Hermanos de la Pureza que, en aciaga ocasión, había usado sus manos para dar el golpe. El rey estaba desairado. Demandaba venganza. E invocaba su honor.

      La imagen en madera del Héroe Primordial, el objeto de adoración, esperaba silenciosamente en una tienda de campaña a las afueras de la ciudad, lejos del reducto de los caballeros que habrían de ser atacados. De esta manera los Hermanos de la Pureza confiaban en engañar a los asaltantes, los que, suponían, no se ocuparían de cosa tan insignificante como una pequeña toldería СКАЧАТЬ