Название: Lady Felicity y el canalla
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Romantica
isbn: 9788417451967
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—Volviste de tu primera noche con la nariz rota.
Ella sonrió.
—Me gusta pensar que el bulto me da carácter.
—Definitivamente, algo te da.
Grace resopló, indignada, y cambió de tema.
—Tengo tres cosas que deciros, y después me espera trabajo de verdad, caballeros. No puedo quedarme holgazaneando por aquí, esperando a que vosotros dos regreséis.
—Nadie te pidió que nos esperaras —le respondió Diablo mientras pasaba por delante de su arrogante hermana y se dirigía a las escaleras traseras que llevaban a sus apartamentos.
No obstante, ella lo siguió.
—La primera es para ti —le dijo a Whit, pasándole una hoja de papel—. Hay tres peleas fijadas para esta noche, cada una en un lugar diferente en el plazo de una hora y media; dos serán justas, pero la tercera será sucia. Las direcciones están aquí, y los chicos ya están fuera, haciendo apuestas.
Whit gruñó su aprobación y Grace continuó.:
—Segunda, Calhoun quiere saber dónde está su bourbon. Dice que si tenemos demasiados problemas para colarlo, encontrará a uno de sus compatriotas para hacer el trabajo. De verdad, ¿hay alguien más arrogante que un estadounidense?
—Dile que ya está aquí, pero que no se moverá todavía, así que, o bien espera como el resto o es libre de aguardar los dos meses que tardará en recibir un pedido de ida y vuelta a los Estados Unidos.
Ella asintió.
—Supongo que lo mismo se aplica a la entrega en el Ángel caído.
—Y a todo lo demás que debamos entregar de este cargamento.
Grace lo observó con los ojos entrecerrados.
—¿Nos están vigilando?
—Nik cree que es posible.
Su hermana frunció los labios durante un momento antes de replicar.
—Si Nik lo piensa, es probable que sea cierto. Lo cual me lleva a la tercera pregunta: ¿han llegado mis pelucas?
—Junto con más polvos de maquillaje de los que vas a necesitar en toda tu vida.
Ella sonrió.
—Bueno, las chicas podemos intentarlo, ¿no?
—No puedes usar nuestros cargamentos como mula de carga personal.
—Ah, pero mis artículos personales son legales y no necesitan pagar impuestos, hermanito, así que no es lo peor del mundo que recibas tres cajas de pelucas. —Extendió la mano para frotar la cabeza rasurada de Diablo—. Tal vez te guste alguna… No te vendría mal algo más de pelo.
Se quitó la mano de su hermana de la cabeza.
—Si no fuéramos de la misma sangre…
Ella volvió a sonreír.
—De hecho, no somos de la misma sangre.
Lo eran en lo que más importaba.
—Y sin embargo, por alguna razón, te sigo soportando.
Ella se inclinó.
—Porque gano dinero a raudales para vosotros dos, patanes. —Whit gruñó y Grace se rio—. ¿Ves? Bestia lo sabe.
Whit desapareció en sus habitaciones al otro lado del pasillo, y Diablo se sacó una llave del bolsillo y la introdujo en la puerta de la suya.
—¿Algo más?
—Podrías invitar a tu hermana a tomar una copa, ya sabes. Te conozco, y seguro que habrás encontrado la forma de que tu bourbon llegue a tiempo.
—Pensaba que tenías trabajo que hacer.
Ella levantó un hombro.
—Clare puede ocuparse de todo hasta que llegue.
—Apesto a los suburbios y tengo que ir a otro lugar.
Frunció el entrecejo.
—¿Adónde?
—No hace falta que me interrogues. Como si nunca tuviera nada que hacer por las noches.
—¿Entre el atardecer y la medianoche? No sueles tenerlo.
—Eso no es cierto. —Era casi cierto. Giró la llave en la cerradura mientras miraba a su hermana—. El hecho es que ahora tienes que marcharte.
Cualquier respuesta que Grace estuviera a punto de dar —y Dios sabía que Grace siempre tenía una respuesta— murió en sus labios cuando sus ojos azules miraron por encima del hombro de Diablo, hacia el interior de la habitación, y entonces se abrieron tanto como para hacer que él se preocupara.
Se volvió para seguir la dirección de aquella mirada, aun sabiendo, de alguna forma y por imposible que fuera, lo que iba a encontrar.
A quién se iba a encontrar.
lady Felicity Faircloth estaba junto a la ventana que había en el otro extremo de la habitación, como si tal cosa.
Capítulo 7
Había una mujer con él.
De todas las cosas que Felicity había esperado que ocurrieran cuando fingió estar indispuesta y se escabulló de su casa al atardecer para llamar a una calesa que la llevara al misterioso lugar garabateado СКАЧАТЬ