Название: Lady Felicity y el canalla
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Romantica
isbn: 9788417451967
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Los hermanos se miraron el uno al otro. Aunque nadie se atrevería a robar a los Bastardos en el suburbio, su transporte terrestre había corrido peligro dos veces en los últimos dos meses; sus caravanas habían sido asaltadas a punta de pistola al salir de la seguridad de Covent Garden. Era parte del negocio, pero a Diablo no le gustaba el aumento de los robos.
—¿Qué tipo de vigía?
Nik inclinó la cabeza.
—No podría describirlo con seguridad.
—Inténtalo —insistió Whit.
—Por sus ropas, diría que pertenecía a la competencia del muelle.
Tenía sentido. Había un gran número de contrabandistas que trabajaban con los franceses y americanos, aunque ninguno tenía un método de importación tan impenetrable.
—¿Pero…?
Ella apretó los labios.
—Sus botas estaban demasiado limpias para tratarse de un chico de Cheapside.
—¿La Corona?
Siempre era un riesgo en las operaciones de contrabando.
—Puede ser —respondió Nik, pero no parecía segura.
—¿Y los contenedores? —inquirió Whit.
—Ocultos todo el tiempo. El hielo se desplazó con carros de plataforma y caballos, y los contenedores estaban seguros en su interior. Y ninguno de nuestros hombres ha visto nada fuera de lo común.
Diablo asintió.
—El producto se quedará aquí durante una semana. Nadie puede entrar ni salir. Diles a los chicos de la calle que estén atentos a cualquier persona fuera de lo común.
Nik asintió.
—Hecho.
Whit dio una patada a un bloque de hielo.
—¿Y el embalaje?
—Impecable. Lo suficientemente bueno como para venderlo.
—Asegúrate de que las tiendas de despojos del barrio reciban algo esta noche. Nadie debe comer carne rancia cuando tenemos cien toneladas de hielo para repartir. —Diablo se detuvo—. Y Bestia prometió a los niños helado de limón.
Las cejas de Nik se alzaron.
—Muy amable por su parte.
—Eso es lo que todo el mundo dice —replicó Diablo en tono cortante—. Oh, ese Bestia, es tan amable.
—¿Vas a mezclar el jarabe de limón también, Bestia? —preguntó ella con una sonrisa.
Whit gruñó.
Diablo se rio y puso una mano en un bloque de hielo.
—Envía uno de estos a la oficina, ¿quieres?
Nik asintió.
—Ya está hecho. Y una caja de bourbon de las colonias.
—Me conoces bien. Tengo que regresar.
Después de un paseo por el barrio iba a necesitar un baño. Tenía negocios que atender en Bond Street.
Y después tenía otros negocios que atender con Felicity Faircloth.
Felicity Faircloth, que tenía una piel que se tornaba dorada a la luz de una vela y unos grandes e ingeniosos ojos castaños, llenos de miedo, fuego y furia. Y era capaz de discutir como nadie que hubiera conocido hasta donde la memoria le alcanzaba.
Quería volver a discutir con ella.
Se aclaró la garganta ante ese pensamiento y se volvió para mirar a Whit, que lo observaba con una mirada cómplice.
Diablo lo ignoró y se apretó el abrigo contra el cuerpo.
—¿Qué? Hace un frío de cojones aquí.
—Vosotros sois los que habéis elegido comerciar con hielo —terció Nik.
—Es un mal plan —le dijo Whit sin dejar de mirarla.
—Bueno, es un poco tarde para cambiarlo. Se podría decir que el barco —agregó Nik con una sonrisa burlona— ha zarpado.
Diablo y Whit no sonrieron ante aquel mal chiste. Ella no sabía que Whit no estaba hablando del hielo; estaba hablando de la chica.
Diablo les dio la espalda y se dirigió hacia la puerta de la bodega.
—Vamos, Nik —exhortó—. Trae la luz.
Lo hizo, y los tres salieron. Diablo evitó encontrarse con la astuta mirada de Whit mientras esperaban a que Nik cerrara con llave las puertas dobles de acero y los guiara hacia el almacén a través de la oscuridad.
Continuó esquivando la mirada de su hermano mientras recogían la colada de Whit y se dirigían de nuevo al corazón de Covent Garden, abriéndose camino a través de las calles empedradas hasta sus oficinas y apartamentos en el gran edificio de Arne Street.
Después de un cuarto de hora de caminata silenciosa, Whit habló finalmente.
—Le estás tendiendo una trampa a la chica.
A Diablo no le gustó aquella acusación.
—Les estoy tendiendo una trampa a los dos.
—Todavía tienes la intención de seducir a la chica delante de sus narices.
—A ella y a todas las СКАЧАТЬ