Название: Mitología china
Автор: Javier Tapia
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Colección Mythos
isbn: 9788418211218
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La mitología china está llena de referentes simbólicos que bien pueden rescatarse como propuestas precientíficas, ya que al igual que la mitología griega, propone un caos previo al cosmos, es decir, un desorden que da lugar al orden o, en palabras de Lao Tse, una nada que da lugar a un todo.
La nada de Lao Tse bien puede equipararse a la energía oscura y a la materia oscura, las cuales no vemos ni podemos medir pero sabemos que están ahí por el comportamiento de los cuerpos celestes, que al final no están vagando por un espacio negro, frío y vacío, sino que se nutren y se sustentan sobre algo que es la nada y es el todo al mismo tiempo.
¿Dónde estamos?
En el mundo.
¿Y dónde está el mundo?
En el Sistema Planetario Solar.
¿Dónde está el Sistema Planetario Solar?
En la Vía Láctea, nuestra galaxia, que pertenece a su vez al cúmulo de Virgo.
¿Y dónde están la Vía Láctea y el cúmulo de Virgo?
En el universo.
¿Dónde está el universo?
En un espacio formado de materia oscura que se nutre de energía oscura.
¿Y dónde están la materia y la energía oscuras?
No se tiene la menor idea.
Nuestra ciencia sigue siendo mítica en muchos sentidos, hija de la imaginación, los sueños, las intuiciones, las creencias, las posibilidades, las ideas e incluso de las creencias.
No sabemos dónde estamos, no hay referentes que nos indiquen realmente nuestra posición en el espacio y se podría decir perfectamente que del universo visible apenas si sabemos nada, y del que no hemos visto todavía, sabemos aun mucho menos. Sabemos, por ejemplo, que nos movemos, que todo es movimiento, que no hay nada estático, aunque no podemos afirmarlo al cien por ciento, simple y llanamente porque solo percibimos lo que se mueve, mientras que los ceros absolutos de movimiento y temperatura solo son imaginaciones, propuestas teóricas que no se pueden confirmar.
La leyenda del huevo y la ciencia moderna
Para la mitología china la Tierra es un huevo de tortuga, y más específicamente de la Tortuga Milenaria inseminada por el Dragón Celestial, que al abrirse dio lugar a las aguas y a las montañas, a las plantas y a las flores, a los animales y, entre ellos, a los seres humanos.
Como en la mitología maya, la tortuga nada sobre las aguas oscuras del universo primordial y, en algunas versiones, sostiene a la Tierra sobre su caparazón. Las aguas primordiales serían la materia oscura, y el caparazón la energía oscura que tanto presume hoy en día nuestra ciencia moderna, aunque en ningunos de los dos casos, el mítico y el científico, se tengan pruebas de que esto sea así.
Una Tierra esférica achatada por los polos es un buen símil del huevo de tortuga, y la eclosión de la vida en nuestro planeta bien puede venir de los cometas o dragones celestiales, o haberse formado dentro de ella.
El lenguaje ha cambiado, pero la mítica sigue siendo la misma, con lo que los científicos divulgadores de nuestro tiempo son como los sacerdotes del pasado, que nos dicen las cosas de una manera simple para que la entendamos como pueblo, sin develarnos los verdaderos secretos, tanto porque no tenemos capacidad para comprenderlos como porque quizá tampoco los saben ellos.
A diferencia de Pitágoras, que no quería que el vulgo supiera que el número dos es irracional ni la composición pentagonal del dodecaedro, Lao Tse esperaba que todos y cada uno de los seres humanos supieran y conocieran la composición y los secretos del universo. Ambos fallaron, y sin embargo sentaron las bases del conocimiento en muchos planos y sentidos.
Los pensadores griegos, sobre todo los presocráticos, intentaron vivir y pensar sin dioses de por medio, sin lograr su propósito. Los pensadores chinos sí lo lograron durante siglos, aunque no pudieron erradicar los mitos, las leyendas y las supersticiones del pueblo chino.
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina, el huevo o la tortuga?
Obviamente primero fue el ovocito en forma de célula que fue dando lugar a los organismos complejos cuya forma de reproducción es muy diversa, sexual, asexual, por bipartición, ovípara, vivípara, etcétera.
La Tortuga y el Dragón
En la inmensidad de la nada estaba aposentada la Tortuga Milenaria, los cielos eran oscuros y densos, como aceite negro sobre el mar, y sobre ellos reposaba la Tortuga pensando, meditando y reflexionando sobre los hitos de la existencia.
La Tortuga nunca había pensado ser madre, desovar y tener descendencia, pues existía plácidamente sin que nada ni nadie la molestara.
El Dragón de Aire la pretendía por su sabiduría.
El Dragón de Madera la pretendía por su firmeza.
El Dragón de Metal la pretendía por su valor.
El Dragón de Agua la pretendía por la pureza de su alma.
El Dragón de Tierra la pretendía por su experiencia.
El Dragón de Fuego la pretendía por su pasión.
Pero fue el Dragón Qi, el Dragón de la Luz y la Energía, el que está en el centro de todo y de todos, el que finalmente logró inseminarla.
“Soy demasiado vieja para tener descendencia”, dijo la Tortuga.
“Darás a luz al universo”, le contestó el Dragón.
Y la Tortuga puso un enorme y duro huevo, que se fue rodando por los cielos hasta que chocó con los límites del espacio y se rompió.
De la yema nació la Tierra y todo lo que se contiene en ella.
De la clara nacieron los cielos azules con sus nubes, sus vientos, sus lluvias y sus nieves.
De la cáscara nacieron las estrellas que rodean al mundo, los asteroides que todavía caen como fragmentos del huevo que fueron, y los cometas.
Unos dicen que la Tortuga carga el peso del universo entero, otros que nada más carga a la Tierra, y otros que no carga nada más que su propia conciencia.
Unos dicen que siete de los Nueve Dragones míticos la poseyeron, y que solo dos de ellos quedaron fuera del concierto de crear el universo, por lo que estos dos dragones, el Dragón de la Oscuridad y el Dragón del Infierno, odian a la creación y siempre están ideando la forma de destruirla.
Otros dicen que fue un solo dragón, pero que en realidad nadie sabe cuál, aunque el Dragón de Madera, por su color amarillo, es el verdadero padre del universo y abuelo de la humanidad.
Desde entonces el amuleto de la Tortuga con Cabeza de Dragón protege las casas y trae fama, longevidad, felicidad, fertilidad y fortuna a sus fieles seguidores, porque ellos son los verdaderos creadores de la Tierra y del universo tal y como los conocemos.
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