Días de magia, noches de guerra. Clive Barker
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Название: Días de magia, noches de guerra

Автор: Clive Barker

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Abarat

isbn: 9788417525897

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СКАЧАТЬ el Señor de la Medianoche. No eran unas previsiones apetecibles. Debería informar de que había estado muy cerca de capturar a la chica en la Cripta de Hap y que había fracasado, y que probablemente ella y el geshrat que la acompañaba se habrían precipitado hasta su muerte. Las noticias no pondrían contento a Carroña, de eso estaba seguro.

      Esto puso nervioso a Houlihan. Recordaba perfectamente el banquete de las pesadillas que había presenciado en la Duodécima Torre. No quería morir igual que el miserable minero que había muerto entonces. En un intento por apartar todos estos pensamientos de su mente, se había escabullido hasta una pequeña posada llamada El Loco Encadenado, donde podía beber algo de vodka hobarookiano. Quizá era el momento de pensar —mientras bebía— en dejar su vida de cazador y encontrar un modo menos arriesgado de ganar dinero. Como patrocinador de peleas de insectos, quizá; o lanzador de cuchillos. Lo que fuera, mientras no tuviera que volver a Gorgossium a esperar…

      Sus meditaciones frías y húmedas se vieron interrumpidas por el sonido de unas risas en el exterior. Se tambaleó hasta fuera para ver a qué venía ese escándalo. Varios clientes, muchos de ellos en un estado de embriaguez igual o peor que el suyo, estaban dispuestos en un corro, señalando algo en el suelo que rodeaban.

      El Hombre Entrecruzado se acercó para verlo. Allí en el lodo había uno de los habitantes más horrorosos de Gorgossium: un gran zethek. Aparentemente había colisionado con un árbol y había caído al suelo, donde ahora se encontraba; parecía aturdido y sacudía hojas de su pelo y escupía barro. Los borrachos seguían riéndose de él.

      —¡Venga, reíros de mí! —dijo la criatura—. Kud ha visto algo con lo que os aterrorizaríais. Una cosa terrible es lo que he visto.

      —Ah, ¿sí? —dijo uno de los borrachos—. ¿Y qué era?

      Kud escupió un último bocado de barro.

      —Una bruja —dijo—. Me ha atacado con malas artes. Casi me mata con su Palabra.

      Houlihan se abrió camino a codazos entre el gentío y agarró el ala del zethek para que no tratara de escapar. Entonces le miró fijamente la cara rota y aturdida.

      —¿Has dicho que te has enfrentado a esa chica? —preguntó.

      —Sí.

      —¿Iba sola?

      —No. Estaba con un geshrat.

      —¿Estás seguro?

      —¿Insinúas que no sé cómo es un geshrat? He estado bebiendo su sangre desde que era un bebé.

      —Olvida el geshrat. Háblame de la chica.

      —¡No me zarandees! No me gusta que me zarandeen. Yo soy…

      —Kud, el zethek. Sí, lo he oído. Y yo soy Otto Houlihan, el Hombre Entrecruzado.

      En cuanto Houlihan se presentó, la multitud que se había estado agolpando se disipó de repente.

      —He oído hablar de ti —dijo Kud—. Eres peligroso.

      —No para mis amigos —contestó Otto—. ¿Quieres ser mi amigo, Kud?

      El zethek no se lo pensó más de un momento.

      —Por supuesto —dijo la criatura, inclinando la cabeza respetuosamente.

      —Bien —dijo el Hombre Entrecruzado—. Volvamos a la chica. ¿Has oído su nombre?

      —El geshrat la llamó… —Frunció el ceño—. ¿Cómo era? ¿Mandy? ¿Dandy?

      —¿Candy?

      —¡Candy! ¡Sí! ¡La llamó Candy!

      —¿Y en qué isla has visto a esa chica?

      —En ninguna isla —contestó Kud—. La vi en un navío, por allí… —Señaló detrás de él, hacia las relucientes aguas del Izabella—. ¿Vas tras ella?

      —¿Por qué?

      Kud parecía nervioso.

      —Tiene magia —dijo—. Monstruosa. Es monstruosa.

      Houlihan no hizo ninguna observación sobre el hecho de que una criatura como Kud llamara monstruo a Candy. Simplemente dijo:

      —¿Dónde puedo encontrarla?

      —Sigue tu olfato. Hemos arruinado su captura ensuciando su bodega.

      —Muy sofisticado —dijo Houlihan, y le dio la espalda a la bestia aturdida para sopesar sus opciones. Si se quedaba en Gorgossium al final se encontraría en presencia de Carroña y se vería obligado a explicarle otra vez que la muchacha le había ganado la partida.

      La alternativa era dejar Medianoche y confiar en ser capaz de encontrar a Candy y conseguir algunas respuestas antes de que Carroña le volviera a citar y le pidiera las respuestas a él. ¡Sí! Eso estaba mejor. Mucho mejor.

      —¿Has acabado conmigo? —gruñó el zethek.

      Houlihan volvió la vista hacia la miserable criatura.

      —Sí, sí. Vete —dijo—. Tengo trabajo que hacer, siguiendo tu hedor.

      Capítulo 7

      Algo en Babilonium

      El corto trayecto hasta la Isla del Carnaval sacó rápidamente al Parroto Parroto de la oscuridad que rodeaba Gorgossium.

      Un resplandor dorado en el horizonte señalaba su destinación, y cuanto más se acercaban, más embarcaciones aparecían en las aguas que rodeaban el pequeño barco pesquero, todas en dirección al oeste.

      Incluso el navío más corriente estaba decorado con banderas y luces y serpentinas, y todos estaban llenos de gente feliz que se dirigía a la celebración de la isla que tenían delante.

      Candy se sentó en la proa del Parroto Parroto, mirando las otras embarcaciones y escuchando las canciones y los gritos que resonaban por el agua.

      —Aún no veo Babilonium —le dijo a Malingo—. Solo veo niebla.

      —¿Pero ves las luces que hay entre la niebla? —preguntó Malingo—. ¡Eso sin duda es Babilonium! —Sonrió como un niño emocionado—. ¡No puedo esperar! Leí sobre la Isla del Carnaval en los libros de Wolfswinkel. ¡Todo lo que siempre has querido ver y hacer está allí! En el pasado, la gente solía venir del Más Allá simplemente para pasar un tiempo en Babilonium. Volvían con la cabeza tan atiborrada de todas las cosas que habían visto que tenían que inventarse palabras nuevas para describirlas.

      —¿Como cuáles?

      —Oh. Déjame ver. Fantasmagórico. Catártico. Pandemonial.

      —Nunca he oído lo de pandemonial.

      —Esa me la he inventado. —Malingo sonrió con suficiencia—. Pero hay miles de palabras, todas inspiradas en Babilonium.

      Mientras СКАЧАТЬ