Название: Los rostros del otro
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789587903478
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En el mismo sentido, el avasallamiento israelí sobre el territorio palestino es un punto primordial en el momento de pasar revista a una región en crisis constante, pues la comunidad internacional pareciese no contar con la capacidad suficiente para resolver el conflicto gestado por el plan de partición (Resolución 181) de ese territorio por parte de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1947.
De igual manera, esta vasta región, que alberga alrededor de 30 países, posee ciertos rasgos identificadores, los cuales son indispensables para tener en cuenta en el momento de su caracterización. En primer lugar, es un grupo de Estados y pueblos conformadores de un auténtico caleidoscopio social y cultural, donde prima el islam, pero donde también se encuentran importantes comunidades cristianas, judías y de otras creencias. De hecho, ese patrón se remonta 1200 años atrás, cuando las huestes de la nueva confesionalidad extendieron su influencia religiosa, científica y política al oriente y al occidente de su epicentro arábigo, cuando llegaron a Irán, Pakistán e India, por un lado, y hasta la península Ibérica, por el otro extremo.
En segundo lugar, se encuentra el acento cultural, dada la condición primordial de sociedades refaccionadas por más de un milenio por los elementos étnicos, lingüísticos y sociales árabes y no árabes. La región ha sido el centro de expresiones propias de la adaptación humana a las condiciones ambientales particulares tanto como el crisol en que se han fundido las instituciones sociales autóctonas con las adquisiciones llegadas desde los lugares más remotos. Allí confluyeron, para citar unas pocas de esas manifestaciones, el antiguo saber de Asia oriental y el ideario monoteísta surgido en Asia occidental.
En tercer lugar, dichas comunidades comparten, casi en su totalidad, los efectos desestabilizadores de la institucionalidad y del modus operandi social causados por el arribo y la conquista por parte de las potencias coloniales, desde el primer momento de su expansión comercial a finales del siglo XV. Tras la ruta portuguesa por el Atlántico y el Índico, desde el siglo XVII Inglaterra y Holanda comenzaron a abrir sus propias posesiones y a desencadenar la competencia colonial e imperialista, que culminarían Inglaterra y Francia en la segunda década del siglo XX, cuando se repartieron los despojos del Imperio otomano. La colonización significó muchas cosas: despliegue de los avances científicos centrales, eliminación de las estructuras administrativas locales, implantación de modelos educativos, privilegio para determinadas élites e imposición de unas comunidades étnicas sobre otras para romper su larga tradición de convivencia. Al mismo tiempo, la sofisticación en la producción de armas, la disciplina militar y la restructuración productiva de los pueblos bajo el colonialismo atendieron los requerimientos de las potencias europeas. El resultado evidente fue la dependencia del patrón económico ventajoso para la metrópoli y, sobre todo, la creación de nuevos Estados-nación a imagen e interés de las potencias europeas, mezclando comunidades y creando problemas donde no los había previamente.
Las dos guerras mundiales y el posterior antagonismo de los bloques produjeron efectos contrastantes en Asia occidental y Norte de África. Lo más significativo fue el surgimiento de las condiciones favorables para el proceso de descolonización. Uno a uno, los países colonizados proclamaron su independencia, abogaron por el ejercicio político autónomo, tomaron la vía de la renovación institucional y procuraron la inserción en los flujos económicos globales. El tránsito hacia la soberanía nacional comportó, con frecuencia, conflictos internos en la contienda por el control del Estado. Todavía en el siglo XXI se aprecia la reyerta en la rebelión expresada mediante las revueltas de 2011, un proceso que continúa hasta nuestros días.
El otro resultado del fin de la guerra entre las grandes potencias fue el legado insidioso de las disposiciones coloniales. Los países centrales afirmaron su dominio mediante acuerdos entre sí y con arreglos subrepticios con algunos sectores de las comunidades locales. El caso emblemático de una tragedia urdida entre los ocupantes es, por cierto, la creación de un Estado judío en Palestina, convenido por Inglaterra y Francia, en 1916. El Acuerdo Sykes-Picot sigue alentando, después de un siglo, un conflicto que se niega a desaparecer.
En este orden de ideas, surgen numerosos interrogantes sobre los factores externos que influyen en el transcurso de las sociedades ubicadas en Asia occidental y Norte de África. A lo largo de la historia, ¿cómo se acoplaron las diferentes modalidades religiosas, culturales, políticas y económicas? En la actualidad, ¿de qué manera se combinan los factores internos y externos para profundizar las situaciones conflictivas o para resolver las crisis domésticas y entre los países de la región? ¿Qué incidencia tienen sus dinámicas propias con actores lejanos como lo son América Latina, el Caribe o Colombia?
El carácter estructural de la región en el complejo económico colonial fue explicado por André Gunder Frank como pionero de la teoría que retoma Immanuel Wallerstein (1974) como la semiperiferia, o la sección intermedia entre la metrópoli y las colonias. Ello evitaba el choque directo de los pueblos colonizados con las potencias coloniales y legitimaba su dominio. Para Bernard Lewis (2002), en cambio, el contraste fundamental lo marcó el progresivo desnivel técnico y administrativo entre los centros económicos y las zonas adyacentes, incluida la musulmana. Según el autor, la incorporación de avances en la navegación, el cálculo, la organización empresarial y la estructura administrativa del Estado propulsaron el poder inglés sobre sus competidores.
Edward Said (1990), pionero de los estudios poscoloniales, dirigió la discusión hacia la construcción europea del otro “oriental” que le sirviera de referencia, para contraponer sus valores, marcar su superioridad y justificar el dominio colonial. El orientalismo desentrañó la producción de conocimiento en su doble dimensión ontológica y epistemológica sobre las sociedades adyacentes, las cuales quedan enmarcadas en un metadiscurso global que representa a “Oriente”. Ese discurso hegemónico nombra y crea al Otro, acotado en narrativas de poder que distancian y acentúan las relaciones de subalternidad.
Bajo este fondo interpretativo, se formula la pregunta central de esta investigación: ¿cómo fueron construidas a lo largo de la historia las características particulares de las sociedades del Medio Oriente y Norte de África? ¿Cuáles son sus rasgos predominantes y qué impacto tienen sobre las relaciones extrarregionales, respecto a América Latina, en particular?
La respuesta hipotética a este interrogante plantea que los rasgos particulares de los diferentes procesos históricos en el Medio Oriente y Norte de África encuentran un punto de partida en el legado de la experiencia colonial europea en el siglo XIX en las distintas regiones que esta categoría compone, así como del papel desempeñado años más tarde por nuevas potencias extranjeras intervencionistas como Estados Unidos y Rusia, y de distintos actores regionales y locales de reciente aparición, como el Estado de Israel y su injerencia en la política exterior estadounidense. En este contexto se forjaron nuevas identidades en diversas sociedades atadas a la configuración social y cultural de la región.
La investigación tiene una naturaleza interdisciplinaria. El lector se encontrará con distintas exploraciones históricas que se enlazan a su vez con observaciones y análisis sociológicos СКАЧАТЬ