Название: Si Ella Se Ocultara
Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Зарубежные детективы
isbn: 9781094303895
isbn:
—Suena bien. Y espontáneo, además.
—No demasiado espontáneo —rió Allen—. Llevamos como un mes hablando de esto.
Allen se sentó frente a ella y le abrió los brazos a Michelle para que viniera hasta él. Ella conocía suficientemente bien su cara y se puso a gatas. Comenzó a ir hasta él, balbuciendo todo el tiempo. Kate miró desplegarse toda la escena, intentando recordar una época cuando su corazón había estado así de rebosante.
Comenzó a comer su cena, observando a Allen jugar con su nieta. Michelle estaba haciendo su rutina de mecerse hacia atrás y hacia adelante mientras Allen la festejaba.
Cuando el teléfono de Kate sonó, los tres miraron hacia él. Incluso Michelle conocía el timbre de un teléfono celular, y sus manecitas se estiraron para alcanzarlo al tiempo que se sentaba sobre la manta. Kate lo tomó con rapidez de la mesa de café, suponiendo que sería Melissa llamando para saber de Michelle.
Pero no era Melissa. El nombre en la pantalla rezaba: Durán.
Se sintió dividida en dos al ver el nombre. Una parte importante de ella estaba emocionada ante la perspectiva de ayudar en un caso. Pero la parte que estaba enamorada no quería responder en este momento el teléfono. Aunque podía ser Durán simplemente llamando para hacer una consulta —algo que había estado haciendo cada vez más en los últimos meses—, ella también sabía que podría ser algo de mucha presión y consumir tiempo.
Kate podía asegurar que Allen ya había juntado las piezas y sabía quién estaba llamando. Quizás lo supo por la vacilación en su rostro.
Ella contestó de manera diligente, orgullosa de continuar activa trabajando con el Buró, a pesar de tener más de cincuenta y seis.
—Hola, Director —dijo—. ¿A qué debo el placer?
—Buenas tardes, Wise. Mira… tenemos una situación que no se diferencia mucho de lo que manejas. Doble homicidio y personas desaparecidas. Todo en un solo caso. Es un asunto de pueblo pequeño, tan pequeño que la policía local no está preparada para eso. Porque además la persona desaparecida es una niña de quince años. Me gustaría que tú y DeMarco intenten resolverlo discretamente antes de que lo sepa la prensa y lo convierta en un caso más difícil de lo que es.
—¿Algún detalle desde ya? —preguntó Kate.
—No muchos. Pero esto es lo que sabemos hasta ahora.
Mientras escuchaba al Director Durán, haciéndole saber por qué estaba llamando y qué necesitaría que ella hiciera en las próximas doce horas, miraba a Allen y Michelle.
La llamada finalizó tres minutos después. Puso el teléfono en la mesa y se encontró con Allen mirándola. Había una sonrisa forzada, de comprensión, en su cara.
—Bueno, quizás podamos dejar el viaje de degustación y el hotelito para otro fin de semana —dijo.
Él sonrió con tristeza, luego apartó la mirada.
—Sí, quizás —dijo él.
Miró hacia afuera de la ventana, como si contemplara el futuro de ambos, y Kate pudo ver su incertidumbre.
No podía culparlo; ni ella misma sabía lo que le deparaba el futuro.
Pero ella sabía una cosa: alguien estaba muerto allá afuera, y no le cabía duda de que iba a averiguar quién lo hizo.
CAPÍTULO DOS
Aunque Kristen DeMarco era significativamente más joven que Kate (había cumplido veintisiete hacía apenas una semana), a Kate se le hacía difícil pensar en ella como en una muchacha. Incluso ante el excitante inicio de un nuevo caso, lograba poner en remojo la emoción en el caldo de la lógica y la gravedad de los hechos.
Eso hacía ahora, mientras ella y Kate se dirigían en dirección oeste hacia el pequeño pueblo de Deton, Virginia. Kate nunca había pasado por Deton pero había escuchado acerca del mismo: una pequeña localidad rural, en medio de una cadena de pueblos similares que punteaban el borde noroccidental del estado en el límite con Virginia Occidental.
Aparentemente, DeMarco también sabía que el pueblo no era nada más que una pequeña mancha en el mapa. Había excitación en su voz mientras recorría los detalles del caso, pero sin un verdadero sentido de urgencia o expectación.
—Hace dos noches, un pastor de Deton visitó la residencia Fuller. Le dijo a la policía que estaba allí para recoger unas viejas biblias de Wendy Fuller, la esposa. Cuando llegó, nadie respondía pero escuchaba que el televisor estaba encendido. Intentó abrir la puerta principal, la halló sin el pestillo pasado, gritó entonces hacia el interior de la casa para anunciar que estaba allí. De acuerdo con el pastor, vio sangre en la alfombra, todavía húmeda. Entró a revisar y encontró a Wendy y Alvin Fuller muertos. Su hija de quince años, Mercy, no estaba por ninguna parte.
DeMarco se detuvo por un momento y apartó la vista del expediente que se había traído desde Washington. —¿Te molesta que haga esto? —preguntó.
—¿Hacer una exposición del caso? Para nada.
—Sé que parece necio. Pero me ayuda a retener la información.
—Eso no es necio —dijo Kate—. Yo solía llevar conmigo una grabadora de voz. Haría exactamente lo que tú estás haciendo ahora y estaría grabando todo el tiempo. Así que, por favor, continúa. Los detalles que Durán me dio por teléfono fueron escasos, por decir lo menos.
—El informe del forense dice que la causa de las muertes fue múltiples heridas por arma de fuego, hechas con un rifle de caza Remington. Dos disparos al padre, uno a la madre, que fue también golpeada, probablemente con la culata del arma. La policía local ha revisado los registros de cacería y puede confirmar que el marido, Alvin Fuller, era un cazador registrado y poseía el mismo tipo de rifle. Pero no se consiguió en la escena.
—¿Entonces el asesino lo mató con su propia arma y luego la robó? —preguntó Kate.
—Así parece. Aparte de esas notas, la policía local no consiguió nada, y la policía estatal tampoco ha hallado verdaderas pistas. Basado en el testimonio de familiares y amigos, los Fuller eran considerados buenas personas. El pastor que descubrió los cuerpos dice que iban a la iglesia casi todos los domingos. Estaba colectando las biblias de los Fuller para enviarlas a misioneros en Filipinas.
—Las personas buenas no siempre atraen a otras buenas personas —señaló Kate.
—Pero en esta clase de pueblo… todos se conocen entre sí. Lo que me hace pensar que si nadie ha suministrado ninguna clase de evidencia o de teoría, el asesino podría venir de afuera.
—Eso es probable —dijo Kate—. Pero creo que el hecho de que una niña de quince años esté desaparecida podría ser más importante. Los residentes locales van a presumir por supuesto que la niña fue raptada. Pero si apartamos ese filtro de pueblo pequeño y no suponemos que todo el mundo sea una buena persona, ¿qué otras teorías hace surgir eso?
—Que СКАЧАТЬ