Название: Pequeño circo
Автор: Nando Cruz
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
isbn: 9788418282126
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IBON ERRAZKIN: Yo quería tocar en gaztetxes porque era la manera de ir a pueblos y porque no veía razón por la cual no pudiéramos gustar a ese público. Imagino que allí nos veían como unos donostiarras absurdos. La música que hacíamos no podía ser más diferente a la de los grupos punks que tocaban en gaztetxes. Siempre había alguien dispuesto a llevarte, y nosotros estábamos dispuestos, pero luego no se concretaba. Cuando hablabas con el tío que lo llevaba, te decía, «yo os traería, pero creo que la gente del pueblo va a reaccionar mal y no vais a ser bienvenidos».
JAVIER SÁNCHEZ: Era otro ambiente. En Aventuras, Jone cantaba superbajito y eso requería que todos los instrumentos estuvieran a un volumen acorde con eso. Pero en los gaztetxes lo que te pedía la gente era caña. Kaña con ka.
Fuera de Donosti, La Buena Vida tocamos en Cestona, en Zumaia, en Andoain… cerquita de la costa. Lo que hacíamos era un poco marciano en comparación con lo que se oía por allí, pero el público reaccionaba bien. Venía gente porque era lo que había.
MIKEL AGUIRRE: Hicimos lo que llamábamos el «baserri tour», que sería como «caserío tour». Pedro tenía una moto, cogíamos unas cuantas maquetas y carteles, llegábamos a la plaza del pueblo de Azpeitia y preguntábamos dónde se podía tocar. Íbamos al bar, le dábamos una maqueta y un teléfono al dueño y le decíamos, «si te gusta, llámanos».
JAVIER SÁNCHEZ: Así era Pedro. Desde muy al principio, se autoerigió promocionero del grupo y empezó a llevar las maquetas que nos habían grabado Peru y Alejo.
En uno de esos conciertos se fue la luz y tuvimos que pelar cables y enchufarlos a la red con chicle. Otro bar lo cerraron a los tres días por tráfico de speed. Atractivos de Gipuzkoa…
MIKEL AGUIRRE: En Euskadi había principalmente rock radical vasco: Hertzainak, Kortatu, La Polla, Cicatriz, Vómito… Y Donosti era como una isla que no tenía nada que ver con lo que había en la provincia o en Bilbao.
Tampoco todo era malo. Itoiz tiene cosas que estaban bien. Pero yo no he sido muy punkarra. Muchos de esos grupos estaban ligados a la radicalidad política, y yo no sintonizaba mucho.
Cuando llegué a Donosti, empezaban las clases de euskaldunización. Mis hermanos menores sí hablan euskera, pero yo tengo un déficit. No lo exigían, me agarré a exenciones cuando fui a estudiar a Estados Unidos y por vagancia nunca lo aprendí a hablar. En el grupo todos sabemos un poco, pero ninguno éramos muy euskalparlantes.
JAVIER SÁNCHEZ: Cuando empezamos a tocar es cuando más fuerte pegaba el rock radical vasco y cuando más igual nos daba. Actuábamos como si no lo tuviéramos al lado. Kortatu era tan potente que parecía una marcianada que no te gustaran, pero no nos afectaba ni para bien ni para mal. Nunca vi a un grupo de esos en directo. Ni fui ni iría.
Había otra escena en San Sebastián, los de Buenavista: La Perrera, Nuevo Catecismo Católico… Era como si vivieran en Málaga. No teníamos ningún contacto. El rock era la antítesis de lo que queríamos hacer. Nos daban igual los MC5, los Stooges…
Empiezas un grupo influenciado por lo que hacen tus hermanos mayores y por los grupos de alrededor. Y ni ellos hablaban de esas cosas ni a nosotros nos interesaba nada el rock radical.
Tampoco los grupos que oíamos eran políticos. Bueno, los Jam y los Smiths sí lo eran, pero nos quedábamos más con las guitarras y las melodías que con el mensaje. Nunca nos dio por ahí. No nos interesaba.
MIKEL AGUIRRE: Tu tipo de vida te influye. Si me hubiera criado en un ambiente más políticamente involucrado, más conflictivo y más radical, seguramente tendría otros gustos y mi creación estaría tocada por esos condicionantes.
Inicialmente las letras no eran importantes. Y no queríamos ser un grupo cómico ni un grupo político reivindicativo. La connotación graciosa me llevaba a la Orquesta Mondragón. Pero la vida da muchas vueltas. José Luis Lanzagorta98, que luego fue pianista de La Buena Vida, es miembro fundador de la Orquesta Mondragón.
IRANTZU VALENCIA: Estas cosas no se sometían a debate, en plan, «nunca vamos a hablar de temas sociales, política, terrorismo…». No utilizábamos la música para eso. ¿Por qué tienes que hablar de la realidad? No veo la obligación ni la necesidad. No se dio y no lo forzamos.
JAVIER SÁNCHEZ: No me arrepiento. No nos interesaba nada esa onda. Igual es porque aquí todo estaba más polarizado y si no estabas de un lado parecía que eras justo del contrario. Si vives aquí siempre conoces a alguien que ha sido víctima del terrorismo de una manera u otra. Otra cosa es que lo reflejes en las canciones. Puedes tener el impulso de querer hablar de ello. Y puede no pasar. O puedes inconscientemente no querer hablar de ello. Pero esto lo digo pensándolo ahora. En su día, ni se nos pasaba por la cabeza. Son temas en los que no nos queríamos ni justificar.
RICARDO ALDARONDO: Vivíamos en una ciudad con manifestaciones que a menudo acababan en cargas policiales, asesinatos casi en cada esquina, manifestaciones silenciosas de familiares de víctimas, amenazas… Pero en los 80, 90 y 00, San Sebastián siguió siendo una ciudad turística, alabada por su belleza, con cocineros famosos en el mundo entero y una actividad cultural fuera de lo común en una ciudad de ese tamaño. La realidad era tanto una cosa como la otra, y todo a la vez. Quizá, como reacción a un contraste social tan esquizofrénico, estos grupos prefirieron refugiarse en su intimidad y en unos gustos que tenían más relación con los de ciudades inglesas que con los de la suya.
TERESA ITURRIOZ: Teníamos una idea muy lúdica de la música. Los cantautores nos parecían unos pesados. La canción protesta nos parecía un rollo porque la habíamos vivido de pequeños. A lo mejor ahora no lo veríamos así, pero Aventuras y Le Mans teníamos una idea más estética que reivindicativa de la música. No había un mensaje social. La música era el mensaje. También coincidía en el tiempo con el rock radical vasco, y yo pensaba, «¿por qué no hacen una música más bonita?». Si el rock radical vasco fuera como Derribos Arias, me encantaría, pero no tenían ideas nuevas. ¡No utilizaban cajas de ritmos! A mí no me gustaba todo aquello.
Mucha gente de nuestra generación hemos pasado mucho de todo el tema político y social. Hemos tenido muy poca conciencia social. Lo que queríamos era hacer cosas bonitas, pasarlo bien, pensar en nuestras cosas, disfrutar de la vida… No lo digo con orgullo. Lo digo con una cierta pena. Hay algo de no haber estado más alerta, de no habernos dado cuenta de que como ciudadanos también tenemos una responsabilidad, aunque no estemos en cargos públicos…
En esa época no solo parecía que todo iba bien, sino que también parecía que todo iba a ir siempre a mejor.
UN DEBUT DE NUEVE CANCIONES Y DIECISIETE MINUTOS
ALEJO ALBERDI: Vi a Aventuras por casualidad. No recuerdo cómo caí ahí, pero me impresionaron. Me parecieron muy originales en comparación con lo que se hacía. Eran muy básicos, una música muy escueta. Me recordaban a Marine Girls. Eran chavales muy jóvenes, pero no tocaban por encima de sus posibilidades. Lo que hacían lo hacían bien. Peru tocaba con un par de tambores. Ibon me pareció que apuntaba maneras como músico. Ya se le veía talento. Jone me gustaba menos; me parecía limitadita vocalmente.
IBON ERRAZKIN: Habíamos cogido algo de nombre a nivel local, habíamos grabado otra maqueta, habíamos estado en Bilbao haciendo entrevistas en emisoras, nos salieron varias actuaciones, y alguien debió de decir a Alejo que fuera a vernos a Komplot. Forki, el de Radio Popular, СКАЧАТЬ