Pequeño circo. Nando Cruz
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СКАЧАТЬ Todo el mundo te decía que si hacías eso te ibas a cargar el tocadiscos, pero ¡era una eléctrica! ¡Tenía que sonar! Debía de sonar a rayos. Mikel traía una guitarra española de su hermano. Y entre mi guitarra eléctrica, la de Mikel y la española de mi hermana empezamos los dos.

      No llegamos a un acuerdo, pero hubo un pacto tácito de «tú buscas a uno de tu cuadrilla y yo a uno de la mía». Mikel trajo a Raúl y yo traje a Pedro97. Pedro iba a mi clase. Nadie sabía tocar nada, así que no había requisitos para entrar. Las guitarras ya estaban ocupadas, así que Raúl se puso a la batería y Pedro cogió el bajo.

      Pedro no tenía ni idea de tocar el bajo, pero en seguida empezó a buscar notas que se podían tocar con otro acorde como base, cosas que a nosotros ni se nos ocurrían ni nos interesaban. En seguida aprendió a tocar la guitarra y con el tiempo se metió con el piano. Fue un fichaje de los de antes de la Real, que salía barato y luego era el mejor.

      Al principio cantaba solo Mikel. Porque cantaba muy bien y, además, porque nos divertíamos mucho en los ensayos. Imitaba a Jim Morrison, a Morrissey, a Peter Murphy… ¡Los clavaba todos!

      No sé si sería por influencia de Aventuras, pero queríamos a una chica.

      IRANTZU VALENCIA: Yo iba a la escolanía de San Ignacio, un coro muy reputado que ha ganado bastantes premios. Son los cachorros del Orfeón Donostiarra. Yo estaba tan feliz con el Réquiem de Fauré. Era un contraste muy bestia porque allí cantaba cosas superclásicas y luego en casa escuchaba otro tipo de música.

      Entramos dos chicas: Laura Franco y yo. Como cantábamos en el coro, nos dijeron, «¿os apetece venir un día al local?». Yo, que me apuntaba a un bombardeo, dije que sí. Estuvimos varios meses haciendo coros. Luego Laura lo dejó y yo fui cogiendo más peso porque les iba gustando la idea de que cantara una chica.

      JAVIER SÁNCHEZ: El nombre del grupo vino por un amigo mío, Pablo. Estábamos un día en la playa, salió la expresión «la buena vida» y pensé, «qué guay». Fue en La Concha o en Ondarreta. La playa y la buena vida van bastante unidos. Lo planteamos en el local y todos dijimos, «sí, sí, sí, sí». No sé por qué hubo esa unanimidad, pero empezamos a ensayar regularmente con ese nombre. En cada ensayo nos salían dos canciones y te ibas a casa tarareando la canción nueva encantado de la vida.

      MIKEL AGUIRRE: Ensayábamos en el garaje de los padres de Javi, el típico garaje cerrado con una puerta metálica.

      JAVIER SÁNCHEZ: Teníamos que sacar el coche de la plaza para poder montar todos los instrumentos. Ninguno tenía carnet y había que empujarlo. Yo me sentaba al volante, daba la curva y lo dejábamos al fondo. Cuando venía algún otro coche, teníamos que meter el nuestro para que pudiera pasar.

      IRANTZU VALENCIA: Al final ya era una rutina. «¡Que viene el vecino! ¡Hay que meter el coche!» Y otra vez a desmontar los instrumentos, meter el coche, sacarlo otra vez, volver a montar los instrumentos… Pero nos parecía que teníamos una suerte del copón por tener un garaje donde tocar.

      JAVIER SÁNCHEZ: En el garaje hicimos un ensayo público para amigos. Vendrían unas veinte personas. Ese día Aventuras nos dejaron todos los instrumentos. No teníamos ni un ampli. Luego pedimos un crédito y compramos unos amplis cutrísimos y alguna guitarra. Fuimos a una tienda que acababa de abrir y nos dijeron que nos lo podían financiar a través de un banco que les daba facilidades. Fuimos con el contacto de la tienda y nos dieron la financiación.

      La Buena Vida. De izquierda a derecha: Raúl Sebastián, Irantzu Valencia, Javier Sánchez, Mikel Aguirre, Pedro San Martín y Gorka Sánchez. (Foto de Iban Martín. Cedida por Javier Sánchez.)

      La Buena Vida durante uno de sus primeros ensayos en el garaje de los padres de Javier y Gorka Sánchez. (Cedida por Javier Sánchez.)

      MIKEL AGUIRRE: En el colegio, el rock and roll no estaba muy bien visto. Durante años los curas prohibieron los conciertos en el salón de actos porque había habido follones cuando tocaron los de Duncan Dhu, que también venían de Jesuitas. Los de La Dama se Esconde también estudiaron allí. Todos venían del San Ignacio de Loyola.

      JAVIER SÁNCHEZ: En ese salón del colegio se hacían obras de teatro para los pequeños. Allí mismo habían tocado Los Aristogatos, el grupo previo a Duncan Dhu, y Agrimensor K. Y allí dimos nuestro primer concierto.

      IRANTZU VALENCIA: Era muy importante para nosotros tocar allí. Significaba compartir el grupo con la gente de tu colegio, con el peligro de que, a partir de ese día, te podían vacilar el resto de años que te quedasen en el cole. Pero nos daba exactamente igual. Yo estaba en 2.º de BUP. Mikel acababa de llegar de estudiar un año en Estados Unidos. Seguro que fue Pedro quien metió mano y dijo, «venga, venga, vamos a tocar este año en las fiestas del colegio».

      Fue divertidísimo. ¡Un conciertazo! Y sonamos tan acelerados… Pero nadie nos decía, «qué guay, qué chulo, me encanta esta canción». A mis amigas siempre les dio igual La Buena Vida. No le daban ninguna importancia. A todos nos pasaba lo mismo. A nuestras respectivas cuadrillas les daba igual que tocáramos en un grupo. Y eso relaja.

      DE GIRA POR PUEBLOS Y CASERÍOS

      IBON ERRAZKIN: Fui a ver a Duncan Dhu a la playa, a las fiestas de Donosti. Era en el 88, cuando ya eran muy famosos, y vi que Mikel [Erentxun] tocaba una guitarra acústica y solo en una canción sacaba una eléctrica. Pensé que igual la querría vender y que, además, estaría muy poco usada. Y me la vendió. Fue una buena compra: una guitarra de caja, rollo Edwyn Collins.

      Aventuras no tocamos fuera de Donosti hasta el año 88. Una vez tocamos con La Insidia y 23 Ojos de Pez en un cine de Azkoitia. En el gaztetxe de Cestona tocamos Aventuras y 23 Ojos. Había cuatro gatos, pero fue bien. No hubo hostilidad, pero era difícil salir de Donosti.

      Zarautz es un pueblo costero muy turístico con muchas discotecas de playa. El dueño de una de ellas, Chanela, había decidido que los sábados iba a haber conciertos de grupos locales. El concierto era a la una de la madrugada. Todo el mundo estaba bailando las canciones del verano y, de repente, él cortaba y presentaba a un grupo de Donosti, que éramos nosotros. Empezamos a tocar y cortamos la fiesta a todo el mundo.

      TERESA ITURRIOZ: Las canciones eran cortísimas. Duraban una exhalación. En una, Peru tocaba los bongos; en otra, la guitarra; en otra, el bajo… Tardábamos más en los cambios de instrumentos que en tocar las canciones. ¡Nos parecía que estábamos haciendo algo muy importante! Y eso está muy bien, pero desde fuera debía de resultar muy aburrido.

      IBON ERRAZKIN: Era una situación un poco tensa. Nosotros no éramos conscientes, pero luego nos comentaron que había habido cierta violencia por parte de gente que nos quería tirar cosas. Josetxo Anitua estaba allí y disfrutó mucho. Luego vino y dijo, «¡me ha encantado! Ha sido genial, tan punk, con el público a punto de subir a pegaros, y vosotros tan sonrientes». Nosotros le decíamos, «¡es que no nos hemos dado cuenta!». Pensábamos que todo había ido bien.

      TERESA ITURRIOZ: Cuando Josetxo decía que le parecíamos punk, lo decía porque no teníamos ni idea de tocar, porque teníamos una cara horrible y porque nos poníamos a hacer lo que nos daba la gana.

      A pesar de que no fuésemos punkies, lo nuestro viene СКАЧАТЬ