Название: Nuestro grupo podría ser tu vida
Автор: Michael Azerrad
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
isbn: 9788418282102
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—Siempre hubo mecanismos para ampliar tu público —explica Tristram Lozaw—. Tocabas en [el minúsculo local de Boston] Cantone’s, luego tocabas en un club más grande y, finalmente, en otro aún más grande. Luego ibas de gira y ponían tu música en la WBCN. Era el camino que había tomado Talking Heads y muchos otros grupos.
Pero en ese momento, se cerró la puerta.
—Estaba el conservadurismo del país y también el inicio de gran parte del rollo hardcore; excluía todo un lado creativo del rock y estrechaba el underground —afirma Lozaw.
Para celebrar la edición de abril de 1982 de «Trem Two» —el nuevo single de un grupo importante, aclamado por la crítica—, Mission of Burma tocó en un club de Nueva York ante un total de siete personas. En un concierto en Cleveland, el propietario del club pidió que la máquina de discos sustituyera al grupo para la segunda tanda de canciones.
Incluso peor, la WBCN, al no detectar ningún hit en Vs., apenas dio espacio en antena al álbum.
—Para mí fue muy perturbador porque pensé que habíamos construido algo grande y que simplemente iba a despegar —afirma Hart, con decepción aún hoy evidente—. Y, simplemente, no lo ponían.
La actitud de «nosotros contra el mundo» que lleva implícito el título del álbum se estaba volviendo demasiado real.
Las salas de Boston también abandonaron al grupo. En octubre de 1982, después de que el grupo tocara en el Paradise, el mánager del club dijo a Burma que jamás volverían a tocar allí porque no llenaban lo suficiente. (También podría haber sido porque el grupo tocaba en su ciudad natal quizá demasiado a menudo, hasta dos veces al mes, lo que perjudicó gravemente su poder de convocatoria.)
Llegó un momento en que dieron un concierto con muy poco público en Atlanta la misma noche que R.E.M. había agotado las entradas en un gran teatro universitario. R.E.M. se había convertido rápidamente en un grupo muy querido en ambientes universitarios, mientras que Burma, que había empezado antes que ellos, todavía no había conseguido salir del anonimato. Conley afirma que pudo haber sido un sueño, pero cree que esa misma noche, horas después de que acabara el concierto, las furgonetas de ambos grupos se cruzaron en el aparcamiento. Vio cómo Mike Mills, el bajista de R.E.M., miraba por la ventana.
—Estaba mirando fuera, mirándonos desde otro mundo —explica Conley, todavía con un punto de nostalgia después de tantos años—, un mundo de privilegios, locales abarrotados, ascensos sociales… y furgonetas bonitas.
También había buenas ciudades —Washington, San Francisco, Lawrence y Ann Arbor—, pero a la larga el aburrimiento de la carretera hizo mella incluso en este grupo de intelectuales. Durante las paradas y en los backstage se obsesionaron con un juego que consistía en lanzarse una botella grande de plástico como si fuera una pelota de ropa.
—Era alucinante —confiesa Conley—. Podía ser un deporte de verdad—. Una noche oscura en algún punto de Oklahoma, aparcaron en medio de la carretera y empezaron a lanzar fuegos artificiales, un espectáculo pequeño pero memorable que solo disfrutaron unos pocos afortunados.
Cuando se unió a Mission of Burma, Miller sabía que seguramente solo era cuestión de tiempo que tuviera que dejarlo. Ignoró su tinnitus hasta después de las ensordecedoras sesiones de Vs., cuando su estado se volvió demasiado grave como para continuar ignorándolo.
Sobre el escenario, Miller empezó a llevar tapones para los oídos y una protección parecida a unos auriculares diseñada para gente que disparaba armas de fuego y, con todo, no podía evitar oír los pitidos. Resulta que el sonido no solo entra a través del canal del oído, sino que también lo hace a través de los huesos de la cara y del cráneo. De gira, por la noche, cuando todo estaba muy tranquilo, podía oír lo que ocurría.
—Los tonos llegaban con un «bip» hasta que se estabilizaban —explica Miller—. Y luego oía otro tono. Y al final de la gira, oía constantemente ese «bip». Durante el resto de mi vida. Y eso me aterrorizó.
Miller sacó el tema al grupo por primera vez en otoño de 1982 tras un concierto en Washington D. C.
—Era una tema bastante espinoso —explica—. Estaba jodiendo las vidas de cuatro o cinco personas. Y así que solo me salió: «c’est la vie».
A principios de enero de 1983, Miller anunció que dejaba Mission of Burma porque su tinnitus no dejaba de empeorar. En una entrevista con Boston Rock, Miller, maestro de la composición, identificó específicamente los tonos de su tinnitus. «En septiembre me surgió en el oído izquierdo un mi», dijo. «Y en diciembre apareció un do sostenido bajo el mi. En mi oído derecho, empecé a oír un mi ligeramente sostenido en octubre. Forman unos acordes bastante interesantes que no cesan. Por la noche, cuando todo está en silencio, las notas gritan.»
Sorprendentemente, ni Conley ni Prescott ni Swope, ni siquiera Harte, estaban especialmente abatidos. De hecho, Harte comenta que todos experimentaron «una sensación retorcida de alivio». El grupo había hecho discos alucinantes, gozaba de amplio apoyo por parte de la radio universitaria y de la prensa, y sin embargo nadie iba a sus conciertos ni compraba sus discos.
—Simplemente, parecía que la cosa no estaba funcionando —explica Harte.
A pesar de todo, Prescott al principio pensaba de forma diferente.
—Seguramente, para mí fue un golpe mucho más duro porque creía que era un buen trabajo —explica—. Me gustaba trabajar con ellos, me encantaban sus letras, pensaba que podíamos hacer algo más. Pero, entonces, poco tiempo después, me alegré. Sabía que era algo que Roger debía hacer por el bien de su oído, y, para Clint, era un buen momento para alejarse de la música.
El tinnitus no fue el único peligro de la vida rocanrolera que afectó a Burma. La ansiedad de los directos, los horarios intempestivos, los largos períodos de aburrimiento y la sensación de tener que estar disponible permanentemente, todo ello contribuyó a hacer del alcohol una droga atractiva que casi acaba con Conley.
—Las cosas iban genial y disfrutábamos como locos y no había ningún motivo para dejarlo —explica Conley—. Pero al cabo de un tiempo, me di cuenta de que se estaba convirtiendo en un problema.
Conley no era, tal y como dicen en las charlas de rehabilitación, un «bebedor a lo grande», proclive a grandes y problemáticas borracheras que causan estragos.
—Era más bien un agotamiento controlado, de baja intensidad, de mis energías y productividad —confiesa—. Notaba cómo cada vez escribía menos canciones y me costaba cada vez más acabar las cosas. Me quedaba totalmente bloqueado.
Durante el proceso de mezcla de Vs., Conley «tuvo que tomarse unas pequeñas vacaciones» y pasó una breve estancia en un centro de rehabilitación. La claustrofóbica canción «Mica» parece hablar de esa experiencia.
Conley pasó el último año de existencia del grupo limpio y sobrio.
—Y muy contento por ello —añade animadamente—. No fue ninguna experiencia terrible ni penosa para mí a pesar de frecuentar clubs, lo que es una forma extraña de permanecer sobrio. Me sentía completamente libre y eufórico por el hecho de que no estaba enganchado. Fue un año muy feliz, en realidad. Fue un reto. Me siento muy afortunado.
Así pues, cuando Miller anunció que el grupo tendría que disolverse, Conley no estaba tan dolido como СКАЧАТЬ