Nuestro grupo podría ser tu vida. Michael Azerrad
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СКАЧАТЬ de radio perteneciente al grupo izquierdista de emisoras Pacifica que tenía como invitados a todo tipo de personajes, desde Noam Chomsky hasta Richard Meltzer, crítico de rock pionero y letrista de Blue Öyster Cult.

      Pero su pensamiento político también estaba profundamente influido por la ética igualitaria del punk rock, en la cual encontraron una metáfora muy poderosa del mundo en general. Las ideas sobre la redistribución del poder artístico eran una analogía poderosa del poder político.

      —Cuando hablas de la gente que está privada de derechos fundamentales y luego miras a los tipos que no pueden entrar a formar parte de un grupo… Quiero decir, es bastante parecido —explica Watt—. Lo bueno de tener voz en tu trabajo, de tener voz en tu economía, es la misma idea que tener voz en tu música. El jam econo que aplicábamos en la música también lo aplicábamos en el día a día. No eran cosas diferentes. No teníamos un discurso político y un discurso como grupo. Eran lo mismo.

      Así que, en lugar de pasarse toda la vida como peones de la burocracia que más beneficiaba a los que estaban arriba, Boon, Watt y Hurley encontraron la forma de ser sus propios jefes.

      —Se trataba de poder tomar decisiones sobre tu propio grupo, al menos así éramos responsables de algo —explica Watt—. En el resto de facetas de nuestras vidas, éramos hombres insignificantes, pero en esto podíamos ser nosotros mismos.

      Aun así, The Minutemen se dieron cuenta de que no había modo alguno de que pudieran reorientar la conciencia política de su limitado público. Lo mejor que podían esperar era el diálogo; pensar las cosas era mejor que la apatía y la ignorancia.

      —Lo único que podíamos hacer encima del escenario era provocar una pequeña crisis, un pequeño alboroto en tu cabeza —afirma Watt—. Y quizá así sean capaces de articular sus propias ideas respecto a algo. Quizá descubrirán que son más de derechas tras oírnos, no lo sé. A D. Boon le gustaba eso, intentaba interpelarlos, ver de qué iban.

      Grabado en enero y mayo de 1983, Buzz or Howl under the Influence of Heat tiene algunas canciones rock realmente pegadizas, como «The Product», una canción de marineros a todo volumen de Boon, y «Cut», de Watt, en la que la guitarra de Boon, graznando como un pollo, acentúa un poderoso ritmo fuerte y sólido. El título del EP es un collage de dos líneas de artículos de Scientific American, lo que refleja la naturaleza dual del propio disco: todas las canciones salvo tres se grabaron en una grabadora modesta de dos pistas por la increíble cantidad de cincuenta dólares; el resto se grabaron gratis. La portada iba a ser una foto de Scientific American de tres ranas, pero las impresiones en color costaban mil dólares, de modo que Joe Baiza de Saccharine Trust y compañero de sello en STT hizo un dibujo a tinta de Boon y Watt enfrascados en una de sus épicas discusiones mientras, en un segundo término, el infierno escupe objetos como relojes, zapatos y calculadoras.

      En noviembre de 1983 ya tenían un albúm listo para grabar, pero entonces apareció Hüsker Dü y grabó el álbum doble Zen Arcade en tres días. The Minutemen se lo tomaron como un reto y escribieron furiosamente y grabaron doce canciones más en un mes.

      —¿Ves qué sana era la competencia, la comunidad de todo aquello? —se pregunta Watt—. Eso sucedió cuando todo aquello era un movimiento. Y no una escena. Era algo sano, próspero.

      Zen Arcade había sido un álbum con un concepto ambicioso.

      No teníamos un concepto que uniera todo el álbum como ellos habían hecho —reconoce Watt—. No sonábamos como ellos. Pero al intentar estirarlo como ellos, sacamos algo que no tenía nada que ver con nada de lo que haríamos después. Es el mejor disco en el que jamás he intervenido.

      El elemento unificador de The Minutemen fue, sencillamente, sus coches —el álbum empezaba con el ruido de un motor arrancando y acababa con «Three Car Jam», que consiste en unos treinta segundos en los que los tres miembros de The Minutemen revolucionaban caóticamente el motor de sus coches.

      El álbum doble de cuarenta y cinco canciones Double Nickels on the Dime se erige en uno de los grandes hitos de la época indie —una caja de bombones inspiradísima de política de izquierdas, con estampas autobiográficas conmovedoras y tañidos retorcidos dignos de Captain Beefheart—. El álbum costó un total de mil cien dólares; lo mezclaron todo con una grabadora de ocho pistas en una noche con el productor e ingeniero Ethan James. El álbum vendió quince mil copias en su primer año y a día de hoy continúa siendo el más vendido del grupo.

      Watt afirma que el título es una puya al rockero mainstream Sammy Hagar, quien había proclamado hacía poco su audaz rebeldía con el hit del Top 40 «Can’t Drive 55» [Soy incapaz de conducir a 90 km/h].

      —¡Menudo salvaje! ¡Conduces por encima del límite de velocidad! —dice Watt, aguantándose la risa—. Pero ¿qué me dices de tus canciones, colega? Nos burlábamos de él. El título significa 55 millas por hora clavados en el cuentakilómetros, como si fuéramos los superconservadores. Nadie sabía de qué coño estábamos hablando. Se lo explicábamos a la gente y nos decían: «No lo pillo, ¿dónde está la gracia?». Y no se lo podíamos decir porque estaba relacionado con nuestro punto de vista sobre el rock & roll, nuestro punto de vista sobre la escena musical.

      Watt sabía exactamente qué necesitaba para la foto de portada. Condujo hasta Harbor Freeway en su Volkswagen del 1963 con su colega y vecino del piso de arriba, Dirk Vandenebrg, que iba detrás con una cámara. Tuvieron que pasar cuatro veces antes de que pudieran conseguir una imagen con los ojos sonrientes de Watt en el retrovisor, el cartel de la Ruta 10 a San Pedro en el parabrisas y el velocímetro exactamente a 55.

      Watt también dice que Double Nickels es una parodia del álbum de Pink Floyd Ummagumma (1969) en el que cada miembro del grupo tiene su propia cara del disco. Cada miembro de The Minutemen programó una cara del álbum, y los temas descartados fueron a la cuarta cara, titulada «chaff» [de relleno].

      Watt y Boon se morían de ganas de deshacerse de toda la música mala de su pasado, como el jazz fusión que soportaron en el instituto (aunque quedaron rastros de jazz fusión en los ritmos y acordes jazzísticos retorcidos de The Minutemen). De modo que expulsaron esos fantasmas con ideas procedentes de la música folk, especialmente de la naturaleza realista y autobiográfica de la misma.

      Quizá la expresión definitiva de esa idea fue la extrañamente conmovedora «Take 5, D». Boon creía que la letra original de Watt era «demasiado psicodélica», y Watt estuvo de acuerdo. «Buscaré algo más realista», le prometió Watt, y encontró una nueva manera de enfocarlo: una nota real de la casera de un amigo que empieza así: «Hope we can rely on you not to use shower / You’re not keeping tub caulked…27». No se puede escribir algo más real que esto.

      Ligeramente basada en el riff de «Here She Comes Now», de la Velvet Underground, «History Lesson (Part II)» es dulcemente nostálgica, además de estar interpretada con el fervor comedido de un juramento de lealtad: «Me and Mike Watt played for years / but punk rock changed our lives / we learned punk rock in Hollywood / drove up from Pedro / we were fuckin’ corndogs / we’d go drink and pogo28». La canción también incluye la línea inmortal: «Our band could be your life29», un grito de guerra que ha resonado en los círculos underground desde entonces. Esa línea lo resumía mejor que cualquier otra cosa —el concepto de The Minutemen de liberación musical, su compromiso político e incluso su frugalidad eran metáforas de todo un estilo de vida—. El punk rock era una idea, no un estilo musical.

      Muchos punks pensaban que The Minutemen se burlaban de ellos y de su escena (y en ocasiones era cierto). Pero tal y como dejaba claro «History Lesson (Part II)», solo eran tres tipos que se habían criado СКАЧАТЬ