Название: Viajes por Filipinas: De Manila á Marianas
Автор: Juan Alvarez Guerra
Издательство: Bookwire
Жанр: Путеводители
isbn: 4057664146557
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A medida que nos acercábamos á la barra, la boga se hacía más difícil.
Estábamos á medio cable de aquella. Cuatro golpes de remo, y la quilla de la banca entraría en los inmensos dominios de los mares.
Fijamos la última mirada en la blanca espuma que incesantemente nace y muere al gemir de las olas que rompen en las piedras del Fuerte del Sur, y … ¿cuál es la María Rosario? pregunté al patrón.
—Aquella, señor,—dijo, señalando un barco armado de brick-barca.
Los detalles de la María Rosario, cada vez se iban delineando con más precisión. La extensión de su guinda, eslora y puntal era proporcionada, no así su manga que era mucha, lo que nos hizo presagiar que sus balances habían de ser muy sensibles.
La María Rosario estaba lista para darse á la vela con rumbo á las islas Marianas.
A las ocho de la mañana pisamos la meseta del portalón de babor, recibiéndonos los ladridos del perro más gordo que jamás hemos visto.
Posesionados de la cubierta después de arreglar el camarote, esperamos la visita de salida.
A las doce, listos en toda regla, dimos vela con todo aparejo largo en demanda del Corregidor, con viento flojo del N., mar tranquila, barómetros altos y horizontes celaginosos.
A las tres de la tarde el viento seguía muy flojo, en cambio el calor era insoportable.
Apenas andaríamos una milla por hora.
A la banda de babor teníamos las costas de Cavite.
¡Cuánto recuerdo tiene para nosotros Cavite!
Le queremos cual si fuera el pueblo que nos vió nacer; entre su alegre bullicio pasamos muchos meses encontrando cariño, consuelo y amistad.
El istmo de San Roque con su mar de Bacoor, incesantemente llena de empavesadas bancas que traen y llevan cigarreras; el seno de Cañacao donde encuentra un seguro anclaje la flotante población de nuestros alegres marinos; las populares fiestas de Porta Vaga con los pantalanes incesantemente llenos de alegres caras, que van y vienen en pequeños vapores engalanados y provistos de músicas; las decidoras sanroqueñas con su pequeño y airoso tapis, su jerga especial y su picaresca malicia; las poéticas bóvedas de entrelazadas cañas que dirigen á playa chica; los melancólicos cundiman del barrio de San Rafael y la Caridad; la misma arena de la playa en la cual un día y otro día hemos visto llegar la ola y borrar nombres que nuestro deseo escribía sobre la movediza materia; la franca y leal amistad con los valientes marinos, verdadero elemento que da vida á Cavite; las históricas mascaradas de Noche Buena en que sinnúmero de dalagas, suelto su hermoso pelo recorren las calles en medio de grotescos grupos en que un indio vestido de moro ostenta muy grave un cartel que dice es Moisés, en que las doce tribus van representadas por 12 individuos adornados con los deshechos de todas las guardarropías, y en que el precio de la progenitura no negamos podrá estar caracterizado por las prosaicas lentejas, pero que si van estas, lo son mezcladas con morisqueta en un inmenso bilao que lo suelen colocar debajo de la oliva del huerto, á cuya sombra no se apuran las heces de la amargura, sino sendos tragos de tuba mezclados con los jugos de la bonga y la cal del buyo; todo, todo pasaba ante la vista y ante la imaginación.
El barco aceleró su marcha confundiendo en una cinta verde los dilatados campos de la Estanzuela.
¡Adiós risueñas playas! ¡Adiós, gratos recuerdos!
Naig, Marigondon, Santa Cruz … fueron quedando tras de la estela de la María Rosario.
Los límites de la provincia que constituye la Andalucía de Filipinas desaparecieron.
Los horizontes del primer cuadrante se mostraron aturbonados á la caída de la tarde.
Los primeros destellos de la farola del Corregidor alumbraron, al par que rebasábamos Pulo Caballo, saliendo de la inmensa bahía de Manila por Boca grande.
Después cada cual procuró resguardarse lo mejor posible de las miles de cucarachas que invadían la cámara, y después … el sueño, el sudor y los insectos imperaban en la parte animada é inanimada de nuestro individuo.
La faena del baldeo, el monótono y acompasado canto de la marinería, el ruido de la maniobra y los desesperados ladridos del perro, me despertaron en la madrugada del 11.
Durante la noche habíamos rebasado el Puerto Limbones, alumbrando los primeros rayos del día la pequeña isleta de Fortun por la proa, confundiéndose en los lejanos horizontes los elevados picos del Sungay, límites de la provincia de Cavite.
Ciñendo aparejo y aprovechando vela, algo fuera de rumbo, pudimos ganar Punta Santiago, entrando por efecto de los continuos cambios de viento y las corrientes en el Seno de Balayan, pudiendo notar en las tierras de la provincia de Batangas, las pintorescas casas de Taal, hermoso pueblo que se eleva en las cercanías de la laguna llamada por algunos Encantada, sobre la cual se levanta el célebre volcán de Taal, del que no podemos pasar sin decir algo á nuestros lectores.
CAPÍTULO II.
Recuerdos de Silam—Ordoñez y Oñate—El yo cuidado.—En marcha—Sungay—Talisay—La Capitana Ramona.—Tiempo viejo—Los labios de un chico y la boca de una chocolatera.—Perlas y brillantes—Laguna encantada.—El cráter.—Volcán de Taal—Grandiosidad del volcán—Erupciones notables—Sueño del coloso.
El año 1869 recorriendo la provincia de Cavite tuvimos ocasión de pernoctar en el pueblo de Silam, célebre entre otras cosas por criarse un café que, fin género de duda, puede competir con el mejor de Moka.
En la caída del convento y ya entrada en horas la noche, charlábamos sobre la madre patria, el cura del pueblo, excelente padre de la Orden de Recoletos, un oficial de partidas y mis queridos y buenos amigos de expedición, Melchor Ordoñez y Ciriaco Oñate, ayudante el primero del General de Marina y médico militar el segundo.
Después de haber rodado la conversación por todos los tonos y de haber evocado nuestra memoria los queridos recuerdos de España, nos ocupamos de la localidad. Explicándonos el Padre los productos, se habló de las vecinas cordilleras del Sungay, á cuya falda se extiende la laguna llamada por unos de Bombon, por los más de Taal y por algunos Encantada, nombres todos justificados y que tienen su origen, el primero por haber existido en aquellas inmediaciones un pueblo llamado Bombon, el cual fué sumido en los horrores de una erupción; el segundo lo justifica la hermosa y extensa población que se asienta á las orillas de la laguna, y por último, el tercero lo ha encontrado la imaginación oriental en la salvaje y bella perspectiva que presenta aquella inmensa masa de agua sobre la que se levanta el sombrío monte del volcán.
Mis compañeros de viaje, que tiempo hacia tenían, no la curiosidad de ver el volcán, sino el legítimo deseo de estudiar en cuanto cabe sus misterios, recogiendo sobre el terreno su historia, interrogaron al Padre sobre la manera de hacer el viaje, formulando todos la resolución de ir al volcán costara lo que costara. Hecha la decisión, se llamó á un guía, СКАЧАТЬ