Название: La princesa de papel
Автор: Erin Watt
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los Royal
isbn: 9788416224616
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Qué provocador tan horrible. Por supuesto que quiero saber lo que decía la carta, pero no voy a darle la satisfacción de una respuesta. Apoyo la mejilla contra la ventana.
Dejamos atrás varias manzanas antes de que Royal se rinda.
—La carta era de tu madre.
—¿Qué? —Giro la cabeza sorprendida.
No se muestra petulante por haber llamado mi atención, simplemente parece cansado. La pérdida de su amigo, de mi padre, se refleja en su rostro, y por primera vez veo a Callum Royal como el hombre que profesa ser: un padre que ha perdido a su mejor amigo y ha recibido la sorpresa de su vida.
Sin embargo, antes de que pueda decir una palabra más, el coche se detiene. Miro por la ventana y veo que estamos en el campo. Hay una larga franja de tierra, un gran edificio de una planta hecho de chapa y una torre. Cerca del edificio hay un gran avión blanco con las palabras Atlantic Aviation estampadas en él. Cuando Royal ha dicho que construía aviones, no me esperaba este tipo de aviones. No sé qué esperaba, pero no pensaba en un pedazo de jet tan grande como para llevar a cientos de personas por el mundo.
—¿Es suyo? —Me resulta difícil no tener la boca abierta.
—Sí, pero no nos detendremos.
Quito la mano de la pesada manilla plateada de la puerta.
—¿A qué se refiere?
De momento, guardo la sorpresa que me ha causado haber sido secuestrada, la existencia —y la muerte— del donante de esperma que ayudó a crearme y la misteriosa carta para observar maravillada y con la boca abierta como atravesamos las verjas, dejamos atrás el edificio y entramos en lo que supongo que es el aeródromo. En la parte trasera del avión se baja una escotilla y, cuando la rampa toca el suelo, Goliat acelera el motor y nos sube al almacén de carga del avión.
Me doy la vuelta para observar por la luneta trasera del coche como se cierra sonoramente la escotilla tras nosotros. En cuanto la puerta del avión se cierra, los pestillos del coche hacen un suave sonido. Y soy libre. O algo así.
—Después de ti. —Señala Callum hacia la puerta que Goliat mantiene abierta para mí.
Con la chaqueta agarrada con fuerza contra mí, intento mantener la compostura. Incluso el avión está en mejores condiciones que yo con mi corsé de stripper y mis incómodos tacones prestados.
—Necesito cambiarme. —Agradezco sonar casi normal. Tengo bastante experiencia en pasar vergüenza, y a lo largo de los años he aprendido que la mejor defensa es un buen ataque. Pero ahora mismo estoy bajo mínimos. No quiero que nadie, ni Goliat ni la gente del vuelo, me vea con estas pintas.
Es la primera vez que vuelo. Siempre viajaba en autobuses y, en algunas horribles ocasiones, con camioneros. Pero esta cosa es gigante, lo suficientemente grande como para alojar un coche. Seguro que en algún lado hay un armario para que me cambie.
Callum suaviza la mirada y asiente bruscamente hacia Goliat.
—Te esperaremos arriba. —Señala el final de la habitación que parece un garaje—. Tras esa puerta hay unas escaleras. Sube cuando estés lista.
En cuanto me quedo sola, cambio la indumentaria de stripper por mi ropa interior más cómoda, unos vaqueros holgados, una camiseta de tirantes y una camisa de franela con botones; normalmente la dejaría abierta, pero en esta ocasión la cierro, a excepción del botón de arriba. Parezco una indigente, pero al menos estoy cubierta.
Meto la ropa de stripper en la mochila y compruebo si el dinero sigue ahí. Gracias a Dios está dentro, junto con el reloj de Steve. Mi muñeca parece desnuda sin él, y como Callum ya lo sabe, me lo pongo. El segundo en que la correa se cierra en torno a mi muñeca me siento mejor, más fuerte. Puedo enfrentarme a cualquier cosa que Callum Royal tenga guardada para mí.
Me echo la mochila al hombro y empiezo a planear qué hacer mientras me dirijo hacia la puerta. Necesito dinero. Callum tiene dinero. Necesito un sitio donde vivir, y pronto. Si consigo suficiente dinero de él, viajaré en avión a mi próximo destino y empezaré de cero. Sé cómo hacerlo.
Estaré bien.
Todo irá bien. Si me cuento esa mentira las suficientes veces, creeré que es verdad… aunque no lo sea.
Cuando llego al final de las escaleras, veo que Callum se encuentra allí, esperándome. Me presenta al conductor.
—Ella Harper, este es Durand Sahadi. Durand, esta es la hija de Steven, Ella.
—Encantado de conocerla —dice Durand con una voz absurdamente profunda. Dios, suena como Batman—. Lamento su pérdida.
Inclina la cabeza ligeramente. Es tan amable que sería descortés ignorarlo. Quito mi mochila de en medio y le estrecho la mano.
—Gracias.
—Gracias, Durand. —Callum despacha a su conductor y se gira hacia mí—. Sentémonos. Quiero llegar a casa. El vuelo a Bayview dura una hora.
—¿Una hora? ¿Ha cogido el avión por una hora de viaje? —exclamo.
—Conducir habría supuesto seis, y eso es demasiado. He necesitado nueve semanas y todo un ejército de detectives para encontrarte.
Ya que no tengo opción, sigo a Callum hacia unos asientos de cuero color crema situados uno frente al otro, con una lujosa mesa de madera negra con incrustaciones de plata entre ellos. Callum se acomoda en uno y después señala al que hay frente a él para que me siente. Hay un vaso y una botella colocados en la mesa, como si su equipo supiese que no funciona sin beber.
Al final del pasillo hay otro grupo de sillas cómodas y un sofá tras ellas. Me pregunto si podría conseguir trabajo de azafata para él. Este sitio es incluso mejor que su coche. Sin duda podría vivir aquí.
Me siento y coloco la mochila entre los pies.
—Bonito reloj —comenta con sequedad.
—Gracias. Me lo dio mi madre. Me dijo que fue lo único que le dejó mi padre además de a mí y de su nombre. —Ya no hay necesidad de mentir. Si su ejército de detectives privados dio con mi paradero, probablemente sepa más de mí y de mi madre que yo misma. Lo cierto es que parece saber mucho acerca de mi padre, y descubro que, muy a mi pesar, estoy ansiosa por recibir toda esa información—. ¿Dónde está la carta?
—En casa. Te la daré cuando lleguemos. —Coge una carpeta de cuero y saca un fajo de dinero con un envoltorio blanco alrededor, como en las películas—. Quiero hacer un trato contigo, Ella.
Sé que tengo los ojos abiertos como platos, pero no puedo evitarlo. Nunca he visto tantos billetes de cien dólares juntos.
Empuja el fajo contra la oscura superficie hasta que la pila de billetes se detiene frente a mí. ¿Es esto un programa o algún tipo de competición televisiva? Cierro la boca y trato de incorporarme. Nadie me toma por tonta.
—Soy toda oídos —respondo mientras me cruzo de brazos y miro a Callum con los ojos entreabiertos.
—Por СКАЧАТЬ