Amores . Морган Райс
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Название: Amores

Автор: Морган Райс

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Героическая фантастика

Серия: Diario de un Vampiro

isbn: 9781939416971

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СКАЧАТЬ se quedó pensando un momento cómo respondería a esa pregunta. Imaginó que le decía a Luisa toda la verdad, y la mera idea la hizo sonreír. No, no funcionaría.

      —Nos conocimos después de un concierto —dijo Caitlin.

      De cierta forma era verdad.

      —Ay, Dios mío, ¿cuál concierto?, ¿en la ciudad?, ¡¿el de los Black Eyed Peas?! —preguntó con premura— ¡Qué envidia! ¡Me muero por verlos!

      Caitlin sonrió al imaginar a Caleb en un concierto de rock. Por alguna razón le parecía imposible que eso llegara a suceder.

      —No... no exactamente —añadió Caitlin—. Escucha, Luisa, disculpa que te interrumpa pero tengo poco tiempo. Necesito saber en dónde está Sam. ¿Lo has visto?

      —Por supuesto, todo mundo lo ha visto. Volvió la semana pasada; se veía muy raro. Le pregunté en dónde estabas y cuáles eran sus planes, pero no me dijo nada. Tal vez se está quedando en ese establo que tanto le gusta.

      —No, no está ahí —dijo Caitlin—. Ya fuimos a buscarlo.

      —¿En serio? Lo siento, entonces no sé. Como está en otro grado, en realidad casi no nos vemos. ¿Ya trataste de enviarle un correo? Siempre está en Facebook.

      —Es que no tengo mi teléfono —comenzó a explicar Caitlin.

      —Toma el mío —la interrumpió Luisa. Y antes de que terminara la frase, la chica le había puesto el celular a Caitlin en la mano.

      —Ya está abierto Facebook, sólo ingresa y envía el mensaje.

      Claro, pensó Caitlin. ¿Por qué no se me ocurrió eso antes?

      Entró a Facebook, escribió el nombre de usuario de Sam en el campo de búsqueda, fue a su perfil y eligió el botón para enviar mensajes. Al principio vaciló porque no sabía exactamente qué escribir, pero luego, comenzó. “Sam, soy yo, estoy en el establo, ven a buscarme de inmediato.

      Pulsó Enviar y le devolvió el celular a Luisa.

      Entonces escuchó barullo y volteó.

      Un grupo de las chicas más populares del último grado venían caminando por el pasillo directamente hacia ellos. Todas murmuraban y no dejaban de ver a Caleb.

      Caitlin sintió que la embargaba una nueva emoción: celos. En los ojos de aquellas chicas que nunca antes le habían prestado atención, podía ver que ahora estarían encantadas de robarle a Caleb en un instante. Eran el tipo de mujeres que podía influir sobre cualquiera en la escuela; sabían que podían tener a cualquier muchacho que desearan. No importaba si ya andaba con alguien o no. Lo único que te quedaba por hacer era cruzar los dedos para que no se fijaran en tu novio.

      Y ahora, todas tenían la mirada fija en Caleb.

      Caitlin esperaba, no, más bien pedía al cielo que Caleb fuera inmune a sus poderes; que siguiera interesado en ella. Pero mientras más lo pensaba, más dudaba que lo hiciera. Ella era común y corriente, así que, ¿por qué habría de quedarse a su lado, cuando chicas como aquellas se morían por tenerlo?

      Oró en silencio para que el grupito se siguiera de largo, por una vez en la vida.

      Pero, claro, no fue así. El corazón le palpitó con fuerza cuando se detuvieron y se dirigieron a ellos.

      —Hola, Caitlin —le dijo una de las chicas con un falso tono amistoso.

      Tiffany. Alta, cabello lacio y rubio, ojos azules, delgada como popote. Vestida con ropa de diseñador de pies a cabeza.

      —¿Quién es tu amigo?

      —Caitlin no sabía qué decir. Tiffany y sus amigas nunca le habían dirigido la palabra; antes, ni siquiera volteaban a verla. Le impactó darse cuenta de que sabían de su existencia y hasta conocían su nombre. Y ahora, querían entablar una conversación. Por supuesto, sabía bien que no tenía nada que ver con ella. Querían a Caleb. Lo suficiente para descender de sus tronos y hablar con ella.

      Y eso no le daba buena espina.

      Seguramente Caleb se dio cuenta de la incomodidad de Caitlin porque se acercó más a ella y la abrazó.

      Jamás se había sentido tan agradecida con alguien por tener un gesto así.

      Armada de una confianza recién descubierta, Caitlin habló.

      —Caleb —dijo respondiendo a la pregunta de Tiffany.

      —Y... ¿qué están haciendo por aquí, chicos? —preguntó otra de ellas. Era Bunny, la versión morena de Tiffany—. Pensé que te habías ido o algo así.

      —Pues ya regresé —añadió Caitlin.

      —¿Entonces tú, eres nuevo aquí? —le preguntó Tiffany a Caleb— ¿Estás en último año?

      Él sonrió.

      —Sí, soy nuevo aquí —respondió con algo de misterio.

      Los ojos de Tiffany se iluminaron porque creyó que Caleb se refería a la escuela.

      —Genial —dijo—. Esta noche habrá una fiesta; tal vez quieras venir. Es en mi casa. Sólo será una reunión entre amigos y nos encantaría que fueras. Y... eh, bueno, supongo que tú también estás invitada —dijo Tiffany mirando a Caitlin, quien sintió cómo crecía la furia en su interior.

      —Les agradezco la invitación, señoritas —dijo Caleb—, pero temo informarles que Caitlin y yo ya tenemos un compromiso muy importante para esta noche.

      El corazón de Caitlin estaba a punto de estallar.

      Victoria.

      Nunca antes se sintió tan validada como cuando vio que la ilusión en el rostro de las chicas se desplomaba; una por una, como fichas de dominó.

      Entonces, todas respingaron la nariz y se escabulleron.

      Caitlin, Caleb y Luisa se quedaron solos. Caitlin pudo respirar al fin.

      —¡Dios mío! —dijo Luisa— Esas chicas no le hablan a nadie que no consideren de su nivel y tampoco invitan a cualquiera a sus fiestas.

      —Lo sé —dijo Caitlin, quien todavía no se recuperaba del impacto.

      —¡Caitlin! —dijo de repente Luisa jalándola del brazo— Acabo de recordar. Susan; ella mencionó algo sobre Sam la semana pasada. Dijo que se estaba quedando con la familia Coleman. Lo siento, acabo de recordarlo, tal vez te sea de ayuda.

       Con los Coleman, claro, ahí lo encontraría.

      —Además —continuó Luisa apresuradamente—esta noche nos vamos a reunir todos en la casa de los Frank. ¡Tienes que venir! Te extrañamos mucho. Ah, y por supuesto, lleva a Caleb; va a ser una fiesta genial y asistirá la mitad del grupo. Tienes que estar ahí.

      —Pues… no lo sé.

      La campana volvió a sonar.

      —¡Debo СКАЧАТЬ