Amores . Морган Райс
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Название: Amores

Автор: Морган Райс

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Героическая фантастика

Серия: Diario de un Vampiro

isbn: 9781939416971

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СКАЧАТЬ imposibilitado para pensar en otra cosa que no fuera alimentarse. Fue una experiencia horrible y tenía mucho miedo de que se volviera a presentar.

      —¿Pero cómo puedo saber cuándo sucederá de nuevo?

      —No puedes saberlo.

      —Es que no quiero volver a matar a un humano —agregó ella—. Jamás.

      —No tienes que hacerlo; puedes alimentarte de animales.

      —¿Y qué pasará si el hambre me ataca mientras estoy atrapada en algún lugar?

      —Vas a tener que aprender a controlarla. Se necesita práctica y fuerza de voluntad; no es sencillo pero sí posible. Tú puedes llegar a dominarla, todos los vampiros pasan por eso.

      Caitlin pensó en lo que sería capturar a un animal vivo y alimentarse de él. Sabía que ahora era mucho más rápida de lo que había sido jamás, pero no estaba segura de que eso fuera suficiente para cazar. Además, ni siquiera se creía capaz de cazar un venado.

      Volteó a ver a Caleb.

      —¿Tú me enseñarás? —le preguntó esperanzada.

      Él le correspondió la mirada y ella volvió a sentir que su corazón se aceleraba.

      —La alimentación es algo sagrado en nuestra raza, es una actividad que siempre se debe llevar a cabo a solas —le dijo con suavidad en un tono de disculpa.

      —A menos de que…

      —¿A menos de que qué? —le preguntó.

      —En las ceremonias matrimoniales, cuando se une a los cónyuges.

      Caleb volteó hacia otro lado y Caitlin percibió un cambio en su humor. Por otra parte, a ella le corrió la sangre con prisa hasta las mejillas, y de repente, creyó que la temperatura del lugar, subía.

      La chica decidió cambiar el tema. No estaba hambrienta en ese momento, por lo que pensó que podría enfrentar ese problema cuando se presentara. Sólo deseaba que Caleb estuviera a su lado entonces.

      Además, muy en el fondo, ni siquiera le importaba mucho alimentarse; tampoco los vampiros ni las espadas. Lo que en realidad quería era saber más sobre él. O, en realidad, lo que sentía por ella. Tenía muchas preguntas que quería hacerle. ¿Por qué arriesgaste todo por mí?, ¿fue sólo para encontrar la espada o hubo algo más?, ¿seguirás a mi lado después de que la encuentres? Está prohibido tener un romance con una humana, ¿te atreverías a romper esa regla por mí?

      Pero como tenía miedo, lo único que dijo, fue:

      —Espero que encuentres tu espada.

      Qué tonta, pensó, ¿eso fue lo más interesante que pudiste decir?, ¿qué nunca vas a tener el valor para expresar lo que realmente piensas?

      Pero la energía de Caleb era demasiado intensa y a ella le costaba trabajo pensar con claridad siempre que él estaba cerca.

      —Yo también —contestó Caleb—. Es un arma muy especial; nuestra raza la ha codiciado durante siglos. Corren rumores de que es el ejemplo más fino que jamás se forjó, de una espada turca, y que está fabricada con un metal que puede matar a cualquier vampiro. Seríamos invencibles si la consiguiéramos, pero si no…

      Fue bajando el volumen de su voz. Al parecer, temía enunciar las consecuencias.

      Caitlin deseó que Sam estuviera ahí, que pudiera ayudarlos a encontrar a su padre. Volvió a escudriñar el establo pero no vio rastros recientes de él. Otra vez deseó no haber perdido el celular en el camino; le habría hecho la vida mucho más sencilla.

      —Sam solía venir a dormir a este establo con frecuencia —dijo. Creí que lo encontraríamos aquí. A pesar de todo, ahora estoy segura de que sí se encuentra en este pueblo. No iría a otro lugar. Mañana iremos a la escuela y hablaré con mis amigos para averiguar dónde está.

      Caleb asintió.

      —¿Crees que ya sabe en dónde está tu padre? —le preguntó.

      —No… lo sé —contestó ella. Pero él tiene más información al respecto que yo. Lo ha tratado de encontrar desde siempre. Si alguien sabe algo sobre mi padre, es Sam.

      Caitlin recordó todas aquellas ocasiones que había pasado con Sam. Él se la pasaba investigando, mostrándole nuevas pistas y desilusionándose. Sucedía lo mismo cada noche que subía a su habitación y se sentaba en el borde de la cama. El deseo que Sam tenía de ver a su padre se había vuelto abrumador; era como si un ser vivo se hubiera apoderado de él. A pesar de que Caitlin también tenía mucha curiosidad, ésta no igualaba a la de Sam. Por alguna razón, le había sido muy difícil ver a su hermano tan decepcionado.

      También recordó la desordenada infancia que tuvieron y todo de lo que les había hecho falta vivir. De pronto, la emoción se apoderó de ella y las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos. Apenada, las secó con rapidez. Esperaba que Caleb no lo hubiese notado.

      Pero sí lo hizo; la observó con intensidad. Luego se levantó lentamente y se sentó junto a ella. Estaba tan cerca que Caitlin percibió su energía; fue algo muy profundo e hizo que su corazón latiera con fuerza.

      Caleb recorrió con ternura el cabello de Caitlin con su dedo, y le retiró algunos mechones del rostro. Luego dibujó el contorno de su ojo hasta llegar a la mejilla.

      Caitlin permaneció inmóvil. Sentía sobre sí la mirada de Caleb, pero no se atrevía a verlo de frente.

      —No te preocupes —la tranquilizó con su voz suave y profunda—. Encontraremos a tu padre, lo haremos juntos.

      Pero lo que a ella le preocupaba no era su padre, sino él, Caleb. Quería saber cuándo la abandonaría.

      Se preguntaba si, de tenerla cerca, la besaría. Se moría por sentir el toque de sus labios.

      Pero temía voltear a donde él estaba.

      Sintió que pasaron horas antes de que lograra reunir el valor para hacerlo.

      Y cuando lo hizo, él ya no estaba cerca. Se había reclinado con suavidad contra el heno y ahora tenía los ojos cerrados. Estaba dormido con una tenue sonrisa en el rostro alumbrado por la luz que el fuego brindaba.

      Caitlin se deslizó hasta estar cerca de él, se echó para atrás y dejó que su cabeza reposara a unos cuantos centímetros del hombro de Caleb. Estaban a punto de tocarse.

      Ese “a punto” era suficiente para ella.

      DOS

      Caitlin deslizó la puerta del establo y entrecerró los ojos para ver al mundo cubierto de nieve. La blanca luz del sol se reflejaba en todo. Se cubrió los ojos con las manos porque sintió un dolor que jamás había experimentado antes. La luz la estaba matando.

      Caleb salió y se paró a su lado. Estaba terminando de cubrir sus brazos y cuello con un material muy ligero. Se parecía al plástico con el que se envuelven los alimentos, pero en este caso, la textura parecía disolverse al contacto con su piel. Era imposible asegurar que hubiera algo ahí.

      —¿Qué СКАЧАТЬ