Название: Un Grito De Honor
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: El Anillo del Hechicero
isbn: 9781632911087
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"Déjenlo allí", ordenó Illepra a los hombres, con tal seriedad que Gwen nunca le había escuchado. "En esa cama, en la esquina. Quítenle su camisa y sus zapatos. Después, déjennos solos".
Akorth y Fulton hicieron lo que se les ordenó. Mientras salían apresuramiento por la puerta, Gwen agarró del brazo a Akorth.
"Hagan guardia afuera", le ordenó. "Quienquiera que haya ido tras Godfrey, podría intentarlo nuevamente. O venir tras de mí".
Akorth asintió con la cabeza y él y Fulton salieron, cerrando la puerta detrás de ellos.
"¿Cuánto tiempo lleva así?". Illepra preguntó con rapidez, sin mirar a Gwen, mientras se arrodillaba al lado de Godfrey y comenzaba a sentir su pulso, su estómago, su garganta.
"Desde anoche", respondió a Gwen.
"¡Anoche!", Illepra repitió, sacudiendo su cabeza con preocupación. Lo examinó por un largo tiempo en silencio; su expresión era sombría.
"No está bien”, dijo ella, finalmente.
Colocó su mano sobre su frente otra vez y cerró los ojos, respirando durante mucho tiempo. Un gran silencio impregnó la sala, y Gwen estaba empezando a perder su sentido del tiempo.
"Es veneno", Illepra susurró finalmente, con los ojos todavía cerrados, como si leyera su condición por ósmosis.
Gwen siempre se sentía maravillada por la habilidad que tenía ella; nunca se había equivocado en toda su vida. Y ella había salvado más vidas que las que el ejército había tomado. Se preguntó si era una habilidad que había aprendido o heredado; la madre de Illepra había sido curandera y también su abuela. Sin embargo, al mismo tiempo, Illepra había pasado cada minuto de su vida haciendo pociones y en las artes curativas.
"Es un veneno muy potente", añadió Illepra, con más seguridad. "Es raro de encontrar. Es muy costoso. Quien estuviera tratando de matarlo, sabía lo que estaba haciendo. Es increíble que no haya muerto. Él debe ser más fuerte de lo que pensamos".
"Lo heredó de mi padre", dijo Gwen. "Tenía la complexión de un toro. Todos los reyes MacGil la tenían".
Illepra cruzó la sala y mezcló varias hierbas en un bloque de madera, picando y moliendo y añadiendo un líquido al mismo tiempo. El producto final era un bálsamo espeso, verde, y lo puso en su mano, se apresuró a ir al lado de Godfrey y se lo aplicó arriba y abajo de su garganta, debajo de sus brazos, en su frente. Cuando terminó, cruzó la habitación otra vez, tomó un vaso y agregó varios líquidos, uno rojo, uno marrón y otro púrpura. Al mezclarse, la poción silbaba y hacía burbujas. Ella la movió con una cuchara larga de madera, y luego se apresuró a ir con Godfrey y lo puso en sus labios.
Godfrey no se movió; Illepra puso la mano detrás de su cabeza y lo levantó y lo obligó a beber el líquido que estaba en su boca. La mayor parte cayó al lado de sus mejillas, pero algo entró a su garganta.
Illepra secó el líquido de su boca y quijada, y finalmente se recostó y suspiró.
"¿Va a vivir?", Gwen preguntó, frenética.
"Es posible", dijo ella, sombría. "Le he dado todo lo que tengo, pero no será suficiente. Su vida está en manos del destino".
"¿Qué puedo hacer?", preguntó Gwen.
Ella se volvió y miró a Gwen.
"Reza por él. Sin duda, será una noche larga".
CAPÍTULO CINCO
Kendrick nunca había apreciado lo que significaba la libertad – la verdadera libertad – hasta este día. El tiempo que había pasado encerrado en el calabozo había cambiado su opinión sobre la vida. Ahora apreciaba cada pequeña cosa – sentir el sol, el viento en su cabello, el simple hecho de estar fuera. Cabalgar un caballo, sentir la tierra por debajo de él a toda velocidad, volver a ponerse la armadura, volver a tener su armamento y montar a caballo junto con sus hermanos de armas, lo hacía sentir como si le hubieran lanzado de un cañón, le hacía sentir una imprudencia que nunca había experimentado antes.
Kendrick galopó, agachándose ante el viento, con su gran amigo íntimo Atme a su lado, tan agradecido por la oportunidad de pelear con sus hermanos, por no perder esta batalla y con ganas de liberar a su ciudad de los McCloud – y a hacerles pagar por invadirlos. Cabalgaba con un deseo de que hubiera derramamiento de sangre, aunque mientras cabalgaba sabía que el verdadero objetivo de su ira no eran los McCloud, sino su hermano Gareth. Nunca le perdonaría haberlo encarcelado, haberlo acusado del asesinato de su padre, de habérselo llevado delante de sus hombres – y por intentar ejecutarlo. Kendrick quería vengarse de Gareth – pero puesto que no podía hacerlo, al menos hoy no, se desquitaría con los McCloud.
Sin embargo, cuando Kendrick regresara a la Corte del Rey, podría arreglar las cosas. Haría todo lo que estuviera en sus manos para derrocar a su hermano y poner a su hermana Gwendolyn como nueva gobernante.
Ellos se acercaban a la ciudad saqueada y enormes nubes negras ondeantes se acercaban hacia ellos, llenando las fosas nasales de Kendrick con humo acre. Le dolía ver una ciudad MacGil así. Si su padre siguiera vivo, esto nunca habría pasado; si Gareth no le hubiera precedido, esto tampoco habría ocurrido. Era una desgracia, una mancha en el honor de los MacGil y de Los Plateados. Kendrick oró para que no fuera demasiado tarde para rescatar a esas personas, para que los McCloud no hubieran estado aquí mucho tiempo, y para que no hubiera mucha gente herida o muerta.
Pateó su caballo con más fuerza, pasando por delante de los demás, mientras cabalgaban, como un enjambre de abejas, hacia la puerta de entrada abierta a la ciudad. Irrumpieron en ella, Kendrick sacó su espada, preparándose para enfrentarse con una multitud de los McCloud, mientras entraban en la ciudad. Dejó salir un gran grito, igual que todos los hombres a su alrededor, preparándose para el impacto.
Pero cuando pasó por la puerta hacia la polvorienta plaza de la ciudad, estaba perplejo por lo que vio: nada. Todo a su alrededor tenía los indicios de una invasión – destrucción, incendios, casas saqueadas, cadáveres amontonados, mujeres arrastrándose. Había animales muertos, sangre en las paredes. Había sido una masacre. Los McCloud habían arrasado con esta gente inocente. La sola idea hizo que Kendrick sintiera náuseas. Eran unos cobardes.
Pero lo que impresionó a Kendrick mientras cabalgaba, era que los McCloud no estaban a la vista. No podía entenderlo. Fue como si todo el ejército se hubiera ido deliberadamente, como si hubiesen sabido que ellos iban a llegar. Todavía había incendios activos, y estaba claro que habían sido encendidos con un propósito.
Kendrick empezaba a entender que todo esto era un señuelo. Que los McCloud habían querido atraer el ejército MacGil a este lugar.
¿Pero por qué?
Kendrick repentinamente giró, miró a su alrededor, desesperado por ver si faltaba alguno de sus hombres, si algún contingente había sido atraído hacia otro lugar. Su mente estaba inundada con un nuevo sentimiento, con la sensación de que todo esto había sido arreglado para cercar a un grupo de sus hombres, para tenderles una emboscada. Buscó por todas partes, preguntándose quién faltaba.
Y entonces se dio cuenta. Faltaba una persona. Su escudero.
Thor.
CAPÍTULO SEIS
Thor montaba su caballo, en la cima СКАЧАТЬ