Un Grito De Honor . Морган Райс
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Un Grito De Honor - Морган Райс страница 9

СКАЧАТЬ una persona en quien Gwen podía confiar, una persona que amaba a Thor y que había permanecido leal a su padre, una persona que tenía el poder de ayudarla de alguna manera, era él.

      "Tengo que buscar a alguien especial", dijo ella.

      Ella se volvió y se fue apresuradamente a través de las llanuras, trotando, corriendo, recorriendo el camino que la llevaría a la cabaña de Argon.

      Ella no había estado ahí en años, desde que era una niña, pero recordó que vivió en las planicies desoladas, escarpadas. Ella corrió y corrió, apenas recuperando el aliento mientras el terreno se hacía más desolado, más ventoso, dando paso a los guijarros, luego a las rocas. El viento aullaba, y mientras se iba, el paisaje se volvió inquietante; sentía como si estuviera caminando sobre la superficie de una estrella.

      Finalmente llegó a casa de Argon, sin aliento y tocó a la puerta. No había ningún picaporte que pudiera utilizar, pero ella sabía que éste era el lugar.

      "¡Argon!", gritó ella. "¡Soy yo! ¡La hija de MacGil! ¡Déjame entrar! Te lo ordeno".

      Ella tocaba y tocaba, pero la única respuesta que recibió fue el aullido del viento.

      Finalmente, rompió en llanto, exhausta, sintiéndose más impotente que nunca. Se sintió hueca, como si ya no tuviera ningún lugar a dónde ir.

      Mientras el sol se hundía más en el cielo, su color rojo intenso daba paso al crepúsculo, Gwen se dio vuelta y comenzó a caminar de regreso por la colina. Borró las lágrimas de su rostro mientras caminaba, desesperada por averiguar a dónde ir después.

      "Por favor, padre", dijo en voz alta, cerrando los ojos. "Dame una señal. Dime a dónde ir. Dime qué hacer. Por favor, no permitas que tu hijo muera en este día. Y por favor, no permitas que Thor muera. Si me amas, respóndeme".

      Gwen caminó en silencio, escuchando al viento, cuando de repente, tuvo un destello de inspiración.

      El lago. El Lago de las Tristezas.

      Claro. El lago era donde todo el mundo iba a orar por alguien que estaba mortalmente enfermo. Era un lago prístino, pequeño, a mitad del Bosque Rojo, rodeado de árboles imponentes que llegaban hasta el cielo. Era considerado un lugar sagrado.

      Gracias padre, por contestarme, pensó Gwen.

      Sintió que ahora él estaba con ella, más que nunca y corrió a toda velocidad hacia el Bosque Rojo, hacia el lago que escucharía sus penas.

*

      Gwen se arrodilló en la orilla del Lago de las Tristezas, sus rodillas descansaban sobre el suave pino rojo que recubría el agua como un anillo, y miró al agua quieta, al agua más tranquila que había visto, que reflejaba la luna creciente. Había una luna llena, brillante, la más llena que jamás había visto, y mientras aún se estaba poniendo el segundo sol, la luna estaba saliendo, fundiendo la puesta del sol y de la luna sobre el Anillo. El sol y la luna se reflejaban juntos, uno frente a la otra, en el lago, y sintió lo más sagrado de esta hora del día. Era la ventana entre el cierre de un día y el comienzo de otro, y en este momento sagrado y en este lugar sagrado, todo era posible.

      Gwen se arrodilló allí, llorando y rezando con toda su alma. Los acontecimientos de los últimos días habían sido demasiado para ella, y se desahogó totalmente. Oraba por su hermano, pero más aún por Thor. Ella no podía soportar la idea de perderlos a ambos en esta noche, de no tener a nadie con ella sino a Gareth. No podía soportar la idea de ser enviada a desposarse con algún bárbaro. Sintió que su vida se derrumba a su alrededor, y necesitaba respuestas. Más aún, necesitaba esperanza.

      Había mucha gente en su reino que oraba al Dios de los Lagos, o al Dios de los Bosques, o al Dios de las Montañas, o al Dios del Viento – pero Gwen nunca creyó en ninguno de ellos. Ella, como Thor, era una de las pocas personas que estaban contra el grano de fe en su reino y siguieron el camino radical de creer en un Dios, un ser que controla todo el universo. Era a este Dios al que rezaba.

      Por favor Dios, oró. Devuélveme a Thor. Deja que esté a salvo en la batalla. Déjalo escapar de la emboscada. Por favor, deja que Godfrey viva. Y por favor, protégeme – no dejes que me lleven lejos de aquí, para casarme con ese salvaje. Haré lo que sea. Solo dame una señal. Muéstrame lo que quieres de mí.

      Gwen se arrodilló allí por largo tiempo, sin escuchar nada más que el aullido del viento corriendo por los pinos infinitamente altos del Bosque Rojo; ella escuchaba cómo se agrietaban suavemente las ramas, mientras se mecían sobre su cabeza y sus agujas caían en el agua.

      "Ten cuidado con lo que pides en oración", se escuchó una voz.

      Ella giró, encogiéndose de dolor y se sorprendió al ver a alguien ahí parado, no lejos de ella. Ella habría tenido miedo, pero inmediatamente reconoció la voz – una voz antigua, mayor que los árboles, más vieja que la tierra misma y su corazón se emocionó al darse cuenta de quién era.

      Ella se volvió y lo vio ahí parado, vestido con su manto blanco y capucha, con los ojos translúcidos, ardiendo a través de ella como si estuviera mirando su alma. Sostenía su vara, encendida en la puesta del sol y la luz de la luna.

      Argon.

      Ella se levantó y lo enfrentó.

      "Te busqué", dijo ella. "Fui a tu casa de campo. ¿Me escuchaste tocar?".

      "Escucho todo", respondió enigmáticamente.

      Ella hizo una pausa, perpleja. Era inexpresivo.

      "Dime lo que tengo que hacer", dijo ella. "Haré lo que sea. Por favor, no permitas que Thor muera. ¡No puedes dejarlo morir!".

      Gwen dio un paso adelante y lo sujetó de la muñeca, suplicando. Pero cuando lo tocó, se quemó con un calor ardiente, viajando a través de su muñeca y sus manos, y se retiró, abrumada por la energía.

      Argon suspiró, se alejó de ella y dio varios pasos hacia el lago. Él se quedó allí parado, mirando el agua; sus ojos se reflejaban en la luz.

      Ella se acercó a él y se quedó allí en silencio, no supo cuánto tiempo, esperando a que estuviera listo para hablar.

      "No es imposible cambiar el destino", dijo él. "Pero impone un precio muy alto al demandante. Quieres salvar una vida. Es una noble tarea. Pero no puedes salvar dos vidas. Tendrás que elegir".

      Se volvió y la enfrentó.

      "¿Dejarías vivo a Thor esta noche, o a tu hermano? Uno de ellos debe morir. Está escrito".

      Gwen se horrorizó con la pregunta.

      "¿Qué tipo de elección es esa?", preguntó ella. "Al salvar a uno, condeno al otro".

      "No es así", respondió él. "Ambos deberían morir. Lo siento. Pero ese es su destino".

      Gwen sentía como si una daga hubiera sido sumida en su estómago. ¿Los dos están destinados a morir? Era horrible imaginarlo. ¿El destino podría ser así de cruel?

      "No puedo elegir a uno de los dos", dijo ella, finalmente, con la voz quebrada. "Mi amor por Thor es más fuerte, por supuesto. Pero Godfrey es de mi sangre. No puedo soportar la idea de que uno muera a expensas del otro. Y no creo que ninguno de los dos querría eso".

      "Entonces morirán los dos", respondió Argon.

      Gwen СКАЧАТЬ