Un Mar De Armaduras . Морган Райс
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СКАЧАТЬ al niño con fuerza, sintió un calor a través de ella, y sintió lo especial que era él. Su cuerpo entero se estremeció mientras lo abrazaba, y supo que no era un niño común y corriente. Se preguntó qué clase de poderes corrían en su sangre.

      Miró a Thor, sorprendida. ¿Este muchacho es un druida, también?

      "¿Llevas aquí todo este tiempo?" le preguntó a Thor, al darse cuenta de que había estado a su lado todo este tiempo y llena de gratitud hacia él.

      "Así es, mi señora. Vine en cuanto me enteré. Menos anoche. Pasé la noche en el Lago de las Tristezas. Orando por tu recuperación".

      Gwen se puso a llorar otra vez, incapaz de controlar sus emociones. Ella nunca se había sentido más contenta en su vida; sostener a este niño la hacía sentir completa de una manera que no creía posible.

      A pesar de sí misma, Gwen recordó ese momento fatídico en el Mundo de las Tinieblas, en la elección que fue obligada a tomar. Ella apretó la mano de Thor y sujetó al bebé con fuerza, queriendo a ambos cerca de ella, queriendo que ambos estuvieran con ella para siempre.

      Sin embargo, sabía que uno de ellos tendría que morir. Ella lloraba y lloraba.

      "¿Qué pasa, mi amor?", preguntó Thor, finalmente.

      Gwen meneó la cabeza, incapaz de decirle.

      "No te preocupes", dijo. "Tu madre todavía vive. Si por eso estás llorando".

      Gwen recordó de repente.

      "Ella está gravemente enferma", agregó Thor. "Pero todavía hay tiempo para verla".

      Gwen sabía que tenía que hacerlo.

      "Tengo que verla", dijo. "Llévame con ella ahora".

      "¿Está segura, mi señora?", preguntó Selese.

      "En su condición, usted no se debe mover", añadió Illepra. "Su parto fue anormal, y debe recuperarse. Tiene suerte de estar viva".

      Gwen meneó la cabeza, inflexible.

      "Voy a ver a mi madre antes de que muera. Llévenme con ella. Ahora".

      CAPÍTULO CINCO

      Godfrey estaba sentado en el centro de la larga mesa de madera, en la taberna, con una jarra de cerveza en cada mano, cantando con el grupo grande de los MacGil y los McCloud, aporreando sus tarros en la mesa, con el resto de ellos. Todos se balanceaban hacia adelante y hacia atrás, golpeando sus tarros para puntuar cada frase, la cerveza se derramaba sobre el dorso de sus manos y sobre la mesa. Pero a Godfrey no le importaba. Estaba inmerso en la bebida, como había estado todas las noches esta semana, y se sentía bien.

      A cada lado de él estaban sentados Akorth y Fulton y al mirar de un lado a otro, se sintió satisfecho de ver a decenas de MacGil y McCloud alrededor de la mesa, antiguos enemigos, todos en este evento para consumir bebidas, que él había organizado. Godfrey había tomado varios días peinando la zona montañosa, para llegar a este punto. Al principio, los hombres habían sido cautelosos; pero cuando Godfrey había rodado los barriles de cerveza, entonces las mujeres empezaron a llegar.

      Había comenzado con pocos hombres, desconfiando unos de los otros, manteniendo sus propios lados de la sala. Pero mientras Godfrey intentaba llenar  la taberna, encaramada aquí en esta cumbre de la zona montañosa, los hombres empezaron a tomar confianza, a interactuar. Godfrey sabía que no había nada como el señuelo de cerveza gratis para reunir a los hombres.

      Lo que los había llevado al extremo, lo que les había hecho ser como hermanos, fue que Godfrey había llevado mujeres. Godfrey había llamado a todos sus contactos en ambos lados de la zona montañosa para despejar los burdeles y había pagado a todas las mujeres generosamente. Llenaron la taberna con los soldados, la mayoría sentados en el regazo de un soldado, y todos los hombres estaban contentos. Las mujeres bien pagadas estaban felices, los hombres estaban felices, y en la taberna entera había alegría y ánimo, mientras los hombres dejaban de centrarse en los demás y en cambio se enfocaban en la bebida y las mujeres.

      Mientras avanzaba la noche, Godfrey comenzó a escuchar la conversación entre ciertos MacGil y McCloud acerca de convertirse en amigos, haciendo planes para ir a patrullar juntos. Era exactamente el tipo de vinculación que su hermana le había enviado a lograr, y Godfrey se sentía orgulloso de sí mismo por haberlo logrado. También se había divertido en el camino, sus mejillas estaban rosadas con tanta cerveza. Se dio cuenta de que había algo, en esta cerveza McCloud; era más fuerte en este lado del altiplano e y se subía directamente a la cabeza.

      Godfrey sabía que había muchas maneras de fortalecer el ejército, de unir a la gente y gobernar. La política era una cosa; el gobierno era otra; la aplicación de la ley era otra. Pero ninguna llegaba a los corazones de los hombres. Godfrey, por todas sus faltas, sabía cómo llegar al hombre común. Él era el hombre común. Aunque tenía la nobleza de la familia real, su corazón siempre había estado con las masas. Tenía cierta sabiduría, nacido de las calles, que todos esos caballeros de Los Plateados brillantes nunca tendrían. Estaban por encima de todo. Y Godfrey los admiraba por eso. Pero Godfrey se dio cuenta de que había cierta ventaja al estar por debajo de todo, también. Le daba una perspectiva diferente a la humanidad – y a veces uno necesitaba ambas perspectivas para entender al pueblo. Después de todo, los mayores errores que los reyes siempre habían cometido, provenían de no estar en contacto con la gente.

      "Estos McCloud saben beber", dijo Akorth.

      "No defraudan", agregó Fulton, mientras dos tarros más se deslizaban por la mesa delante de ellos.

      "Esta bebida es demasiado fuerte", dijo Akorth, dejando salir un gran eructo.

      "No extraño a nuestro pueblo en absoluto", añadió Fulton.

      A Godfrey le picaron las costillas, y miró y vio a algunos hombres McCloud, sacudiéndose demasiado duro, riendo demasiado alto, borrachos, mientras mimaban a las mujeres. Godfrey se dio cuenta de que estos McCloud, eran más bruscos que los MacGil. Los MacGil eran rudos, pero los McCloud – había algo a ellos, algo poco civilizado. Al examinar la taberna con su ojo experto, Godfrey vio a los McCloud sosteniendo a sus mujeres de manera apretada, golpeando sus tarros con demasiada fuerza, dándose codazos con fuerza. Había algo acerca de estos hombres que ponía nervioso a Godfrey, a pesar de todos los días que había pasado con ellos. De alguna manera, no confiaba totalmente en estas personas. Y cuanto más tiempo pasaba con ellos, más empezaba a entender por qué los dos clanes estaban separados. Se preguntaba si alguna vez podrían llegar a unirse.

      La bebida alcanzó su apogeo, y pasaban más tarros, el doble que antes y los McCloud no disminuían, mientras los soldados generalmente lo hacían en este punto. En cambio, estaban bebiendo más, muchísimo más. Godfrey, sin quererlo, empezó a sentirse un poco nervioso.

      "¿Crees que los hombres pueden beber demasiado?", le preguntó Godfrey a Akorth.

      Akorth se mofó.

      "¡Es una pregunta sacrílega!", dijo con brusquedad.

      "¿Cómo se te ocurre?", preguntó Fulton.

      Pero Godfrey vigilaba de cerca cómo un McCloud, tan borracho que apenas veía, tropezó con un grupo de compañeros, derribándolos con estrépito.

      Por un momento hubo una pausa, mientras la gente se dio vuelta para mirar al grupo de soldados en el suelo.

      Pero entonces los soldados se levantaron, СКАЧАТЬ