Название: Un Mar De Armaduras
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: El Anillo del Hechicero
isbn: 9781632913715
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Ahora, al verla otra vez, todos los recuerdos regresaron. Reece se dio cuenta de cómo ardía todo todavía en su corazón, como si nunca se hubiera ido de su lado. Ahora era una versión mayor, más completa, más hermosa de sí misma, si era posible. Ella era una mujer. Y su mirada era aún más fascinante de lo que alguna vez había sido. En aquella mirada Reece detectó amor y se sintió restaurado al ver que todavía sentía el mismo amor por él que éste tenía para ella.
Reece quería pensar en Selese. Le debía eso a ella. Pero aunque lo intentara, era imposible.
Reece caminó con Stara a lo largo de la cresta de la montaña, ambos en silencio, sin saber qué decir. ¿Donde podría empezar uno a llenar el espacio de todos esos años perdidos?
"He oído que te casarás pronto", dijo finalmente Stara, rompiendo el silencio.
Reece sintió un agujero en el estómago. Pensar en casarse con Selese siempre le había traído un torrente de amor y entusiasmo; pero ahora, viniendo de Stara, lo hacía sentirse desolado, como si la hubiese traicionado.
"Lo siento", respondió Reece.
No sabía qué decir. Quería decir: "No la amo. Ahora veo que fue un error. Quiero cambiar todo. Mejor quiero casarme contigo.
Pero él sí amaba a Selese. Tenía que reconocerlo a sí mismo. Era un tipo diferente de amor, tal vez no tan intenso como su amor por Stara. Reece estaba confundido. No sabía lo que estaba pensando o sintiendo. ¿Qué amor era más fuerte? ¿Existía incluso tal cosa como un grado cuando se trataba del amor? ¿Cuando amas a alguien, no significa que lo amas, pase lo que pase? ¿Cómo podría ser un amor más fuerte?
"¿La amas?", preguntó Stara.
Reece respiró profundo, sintiéndose atrapado en una tormenta emocional, sin saber cómo responder. Caminaron por un tiempo, él cavilando, hasta que finalmente fue capaz de responder.
"Sí la amo", respondió, angustiado. “No puedo mentir”.
Reece paró y tomó la mano de Stara por primera vez.
Ella se detuvo y se volvió hacia él.
"Pero también te amo", añadió él.
Vio que sus ojos se llenaron de esperanza.
"¿Me amas más?" preguntó suavemente, esperanzada.
Reece lo pensó mucho.
"Te he amado toda mi vida", dijo finalmente. "Tú eres el único rostro de amor que he conocido. Eres lo que el amor significa para mí. Amo a Selese. Pero contigo… es como si fueras parte de mí. Como mi propio ser. Como algo de lo que no puedo prescindir".
Stara sonrió. Tomó su mano y siguieron caminando uno al lado del otro, ella balanceándose ligeramente, con una sonrisa en su rostro.
"No sabes cuántas noches pasé extrañándote", admitió ella, apartando la mirada. "Mis palabras fueron llevadas en alas de muchos halcones – sólo para ser removidas por mi padre. Después de la ruptura, no podía llegar a ti. Incluso intenté una o dos veces a escondidas, ir en un barco al continente – y me atraparon".
Reece se sentía abrumado al escuchar todo esto. Él no lo sabía. Siempre se había preguntado qué había sentido Stara después de la ruptura. Oyendo esto, sintió un fuerte apego a ella, mayor que nunca. Él sabía ahora que no era sólo él quien se había sentido así. No se sentía tan loco. Lo que tenían, de hecho, era real.
"Y nunca dejé de soñar contigo", respondió Reece.
Finalmente llegaron a la cúspide de la cordillera, y se detuvieron y se quedaron allí uno al lado del otro, mirando juntos a las Islas Superiores. Desde este punto podían ver todo, a través de la cadena de islas en el océano, la niebla por encima de ella, las olas rompiendo abajo, los cientos de barcos de Gwendolyn alineados a lo largo de las costas rocosas.
Allí permanecieron en silencio por un tiempo muy largo, tomados de las manos, saboreando el momento. Saboreando finalmente, estar juntos, después de todos estos años y de toda la gente y sucesos de la vida que trataban de mantenerlos separados.
"Finalmente, estamos aquí, juntos – e irónicamente, es ahora que estás más prohibido, a unos días de tu boda. Parece como si siempre hubiera algo destinado a interponerse entre nosotros".
"Y sin embargo, estoy aquí hoy", respondió Reece. "¿Tal vez el destino nos está diciendo otra cosa?".
Ella apretó su mano fuerte, y Reece también apretó la de ella. Al mirarla, el corazón de Reece se aceleró, y se sintió más confundido que nunca en su vida. ¿Todo esto debía suceder? ¿Debía encontrarse con Stara, para verla antes de su boda, para prevenirlo de cometer un error y casarse con otra persona? ¿El destino, después de todos estos años, estaba tratando de reunirlos después de todo?
Reece no pudo evitar sentir que así era. Sintió que la había encontrado por algún golpe de suerte, quizás para darle una última oportunidad antes de su boda.
"Lo que el destino une, ningún hombre puede separarlo", dijo Stara.
Sus palabras se clavaron en Reece mientras ella lo miraba, hipnotizándolo.
"Muchos eventos en nuestra vida han intentado mantenernos separados", dijo Stara. "Nuestros pueblos. Nuestras patrias. El océano. El tiempo… Sin embargo, nada ha sido capaz de separarnos. Han pasado tantos años y nuestro amor sigue tan fuerte. ¿Es una coincidencia que me vieras antes de casarte? El destino nos está diciendo algo. No es demasiado tarde”.
Reece la miró, con el corazón palpitando aceleradamente. Él la miró, con sus ojos translúcidos que reflejaban el cielo y el mar, conteniendo mucho amor por él. Se sentía más confundido que nunca e incapaz de pensar con claridad.
"Tal vez debería cancelar la boda", dijo él.
"No soy yo quien debe decírtelo", contestó. "Debes preguntarle a tu corazón".
"En este momento", dijo él, "mi corazón me dice que eres tú a quien amo. Eres a quien siempre he amado".
Ella lo miró con sinceridad.
"Nunca he querido a otro", dijo ella.
Reece no pudo evitarlo. Se inclinó y sus labios encontraron a los de ella. Sintió que el mundo se fundía alrededor de él, se sintió lleno de amor, mientras ella lo besaba también.
Mantuvieron el beso hasta que ya no podían respirar, hasta que Reece se dio cuenta, a pesar de lo que dentro de él protestaba lo contrario, que nunca podría casarse con nadie más que con Stara.
CAPÍTULO CUATRO
Gwendolyn estaba parada en un puente dorado. Sujetando su barandal, ella miraba hacia abajo sobre el borde y vio un río arrasador debajo de ella. Los rápidos rugían con furia, siempre elevándose mientras observaba. Ella podía sentir su rocío desde aquí.
"Gwendolyn, mi amor".
Gwen se volvió para ver a Thorgrin de pie en la otra orilla, tal vez a seis metros de distancia, sonriendo, estirando la mano.
"Ven conmigo", suplicó. "Cruza el río".
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