Electra. Benito Pérez Galdós
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Название: Electra

Автор: Benito Pérez Galdós

Издательство: Public Domain

Жанр: Зарубежная классика

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СКАЧАТЬ (cerrando la carta). Ya he concluido.

      Electra. Perdone un momento, Don Leonardo. (Aparte a Patros.) No te separes de él… Mucho cuidado. Si Don Leonardo no me entretiene mucho, antes de vestirme iré a darle un besito.

      Cuesta. Patros…

      Patros. Señor…

      Cuesta. Que lleven esta carta al correo.

      Patros. Ahora mismo. (Vase.)

      ESCENA X

      Cuesta, Electra.

      Cuesta (cogiéndole las manos). Mujercita juguetona, ven aquí. ¡Qué dicha tan grande verte!

      Electra. ¿Me quiere usted mucho, Don Leonardo? ¡Si viera usted cuánto me gusta que me quieran!

      Cuesta. Lo que más importa, hija mía, es que tengamos formalidad… que las personas timoratas no hallen nada que censurar… Me han dicho… creo yo que habrá exageración… me han dicho que hormiguean los novios…

      Electra. ¡Ay, sí! ya casi no acierto a contarlos. Pero yo no quiero más que a uno.

      Cuesta. ¡A uno! ¿Y es…?

      Electra. ¡Oh! Mucho quiere usted saber.

      Cuesta. ¿Le conozco yo?

      Electra. ¡Ya lo creo!

      Cuesta. ¿Ha hecho su declaración de una manera decorosa?

      Electra. ¡Si no ha hecho declaración!… No me ha dicho nada… todavía.

      Cuesta. Tímido es el mocito. ¿Y a eso llama usted novio?

      Electra. No debo darle tal nombre.

      Cuesta. ¿Y usted le ama, y sabe o sospecha que es correspondida?

      Electra. Eso… lo sospecho… No puedo asegurarlo.

      Cuesta. ¿Y no podrá decirme… a mí, que…?

      Electra. ¡Ay, no!

      Cuesta. Por Dios, tenga usted confianza conmigo.

      Electra. Ahora no puedo. Tengo que vestirme.

      Cuesta. Bueno: ya hablaremos.

      Electra (medrosa, mirando al foro). ¿Vendrá mi tía?

      Cuesta. Vístase usted… y mañana…

      Electra. Sí, mañana. Adiós. (Corre hacia la derecha. Movida de una repentina idea, da media vuelta.) Antes tengo que… (Aparte.) No puedo vencer la tentación. Quiero darle otro besito. (Vase corriendo por la izquierda. Cuesta la sigue con la vista. Suspira.)

      ESCENA XI

      Cuesta, Don Urbano, Evarista; después Electra.

      Cuesta (recogiendo sus papeles). ¡Qué felicidad la mía si pudiese quererla públicamente!

      Evarista (vestida para salir). Perdone usted el plantón, Leonardo. Ya me ha dicho éste que preparamos una operación extensa.

      Don Urbano (dando a Cuesta un talón). Toma.

      Evarista. No me asombraré de verle a usted entrar con otra carga de dinero… Dios lo manda. Dios lo recibe… (Asoma Electra por la puerta de la izquierda. Al ver a su tía, vacila, no se atreve a pasar. Arráncase al fin, tratando de escabullirse. Evarista la ve y la detiene.) ¡Ah, pícara! ¿Pero no te has vestido? ¿Dónde estabas?

      Electra. En el cuarto de la plancha. Fui a que Patros me planchara un peto…

      Evarista. ¡Y te estás con esa calma! (Observando que en uno de los bolsillos del delantal de Electra asoma una carta.) ¿Qué tienes aquí? (La coge.)

      Electra. Una carta.

      Cuesta. ¡Cosas de chicos!

      Evarista. No puede usted figurarse, amigo Cuesta, lo incomodada que me tiene esta niña con sus chiquilladas, que no son tan inocentes, no. (Da la carta a su marido.) Lee tú.

      Cuesta. Veamos.

      Don Urbano (lee). «Señorita: Tengo para mí que en su rostro hechicero…»

      Evarista (burlándose). ¡Qué bonito! (Electra contiene difícilmente la risa.)

      Don Urbano. «Que en su rostro hechicero ha escrito el Supremo Artífice el problema del… del…» (Sin entender la palabra siguiente.)

      Electra (apuntando). «Del cosmos.»

      Don Urbano. Eso es: «del cosmos, simbolizando en su luminosa mirada, en su boca divina, el poderoso agente físico que…»

      Evarista (arrebatando la carta). ¡Qué indecorosas necedades!

      Don Urbano (descubriendo otra carta en el otro bolsillo). Pues aquí hay otra. (La coge.)

      Cuesta. ¿A ver, a ver esa?

      Evarista. Hija, tu cuerpo es un buzón.

      Cuesta (leyendo). «Despiadada Electra, ¿con qué palabras expresaré mi desesperación, mi locura, mi frenesí…?»

      Evarista. Basta… Eso ya no es inocente. (Incomodada, registrándole los bolsillos.) Apostaría que hay más.

      Cuesta. Evarista, indulgencia.

      Electra. Tía, no se enfade usted…

      Evarista. ¡Que no me enfade! Ya te arreglaré, ya. Corre a vestirte.

      Don Urbano (mirando su reloj). Casi es la hora.

      Electra. En un instante estoy…

      Evarista. Anda, anda. (Gozosa de verse libre, corre Electra a su habitación.)

      ESCENA XII

      Cuesta, Don Urbano, Evarista, Pantoja.

      Evarista (con tristeza y desaliento). Ya ve usted, Leonardo…

      Cuesta. La tranquilidad con que se ha dejado sorprender sus secretos revela que hay en todo ello poca o ninguna malicia.

      Evarista. ¡Ay! no opino lo mismo, no, no…

      Pantoja (por el foro algo sofocado). Aquí están… y también Cuesta, para que no pueda uno hablar con libertad…

      Evarista (gozosa de verle). Al fin parece usted… (Se forman dos grupos: a la izquierda, Cuesta sentado, Don Urbano en pie; a la derecha, Pantoja y Evarista sentados.)

      Pantoja. Vengo a contar a usted cosas de la mayor gravedad.

      Evarista (asustada). ¡Ay de mí! Sea lo que Dios quiera.

      Pantoja (repitiendo СКАЧАТЬ