Название: El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”
Автор: Amy Blankenship
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Ужасы и Мистика
isbn: 9788873041337
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Ella sonrió mientras miraba a su alrededor por la pista de baile de nuevo.
–Este lugar es algo diferente de las discotecas donde he trabajado anteriormente, pero creo que puede ser interesante.
Jason no dijo nada por un momento al sentir el cuero que le cubría el pecho deslizarse contra su camisa, algo que le hizo sentir genial. Se alegraba de que ella no supiera la reacción que provocaba en él porque si lo supiese, entonces ella pararía.
–¿Quieres ir a escalar el sábado por la mañana? –él dejó que las manos bajaran por sus costados y la agarró por las caderas.
–¿Escalar? Suena divertido. hace ya tiempo desde la última vez –Envy asintió. Sus ojos se entornaron cuando Jason tiró de ella aún más y entró en contacto con algo largo y duro que presionaba su ombligo. Ella tragó saliva cuando sus ojos se encontraron con los de él.
–¿Dónde está Chad? –ella respiró, sabiendo que ya lo había vuelto a hacer. No era su intención. Jason había sido, y seguía siendo, una de las personas que más apreciaba del mundo; lo último que ella quería era fastidiar su relación acostándose con él. Lo quería demasiado como para hacerle eso.
–La última vez que lo comprobé, estaba sacando la basura –Jason suspiró cuando ella se apartó de él. Él puso sus dedos bajo su barbilla y levantó sus ojos hacia los de él–. Trevor no te merece.
–Chad no lo ha detenido, ¿verdad? –preguntó Envy cogiendo a Jason de la mano y dirigiéndole hacia las escaleras. Ella había conseguido evitar esa conversación durante años y no iba a estropear su récord en aquel momento.
–No, creo que la descarga ya fue castigo suficiente… eso y perderte. Chad solo se estaba asegurando de que él encontraba su coche –Jason sonrió con superioridad. Al final de las escaleras, él se dio cuenta de que Chad estaba parado en la barra al lado de la puerta esperándoles. Manteniendo la mano de Envy entrelazada con la suya, la dirigió en aquella dirección.
La culpa le dolía en el pecho a Envy. Ella en realidad no era una persona perversa en el fondo, y lo que le había hecho a Trevor no estaba bien. Solo había estado bien durante un rato, pero ahora se sentía fatal. Mantuvo los ojos agachados, demasiado avergonzada como para mirar a su hermano.
Chad echó una mirada a Envy y supo que había llegado el momento de llevarla a casa.
–¿Preparada? –le preguntó, alejándose un paso de la barra.
–Yo puedo acercarla a casa –se ofreció Jason, y añadió rápidamente–, si ella quiere estar un rato más conmigo.
Chad pudo ver un atisbo de esperanza en los ojos de Jason y se preguntó si estaba haciendo lo correcto o si estaba enviando a su querido amigo a un fracaso absoluto. Notó como su teléfono vibraba en sus caderas y levantó la mano.
–Espera un momento –al ver que se trataba de la comisaria, se abrió camino hacia la puerta para poder escuchar con más claridad.
Envy se sopló el flequillo de los ojos. Sabía que por muy rara que estuviera resultando la noche, a Chad acababan de llamarlo del trabajo. Ella vio como volvía a meterse el teléfono en el bolsillo mientras caminaba de vuelta hacia ellos.
–¿Estarás bien con Jason? –Chad preguntó. Cuando ella asintió, él puso los dedos debajo de su barbilla y le levantó la cara.
–Has hecho lo correcto con Trevor, así que levanta la cabeza. Probablemente no llegue a casa hasta mañana por la mañana, así que no me esperes despierta.
Envy le dedicó una pequeña sonrisa mientras él salía. Ambos la habían cogido de la barbilla y le habían dicho que aquello era culpa de Trevor, no de ella. Ella quería a Jason porque era como Chad y por eso ella nunca sentiría la necesidad de tener una cita con él.
Justo cuando Chad salió por la puerta principal, el teléfono móvil de Jason empezó a vibrar. Ella se dio la vuelta y vio como contestaba, después frunció el ceño porque él se puso serio. Sabía que él estaba de guardia aquella semana y deseaba que no fueran los guardabosques que lo necesitaban en mitad de la noche. En su opinión, aquello no podía significar nada bueno.
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