Название: Del pisito a la burbuja inmobiliaria
Автор: José Candela Ochotorena
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Història i Memòria del Franquisme
isbn: 9788491345077
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La radio fue el principal canal del adoctrinamiento. Un medio que «ofrecía una gran evasión, una realidad inventada, [...] que creaba un mundo de alegorías mentales, cuya potencia residía en que la imagen plástica que inducía era completada por el propio sujeto receptor, que de esa manera la hacía suya». Con la radio, el padre Venancio penetraba en los hogares todos los domingos a las nueve de la noche, e impartía doctrina conyugal y familiar; y todos los días, a las cuatro de la tarde, hora de máxima audiencia femenina, el programa La hora de la mujer, hablando de nuestras cosas proporcionaba clases de cocina, en las que intercalaba consejos matrimoniales. Pero la hora mágica llegaba con El serial, la novela radiada.24
En 1947, la SER importó de Argentina un conjunto de guiones que iniciaron el género radiofónico por excelencia, «rey de las ondas» en aquellos años. Un joven y desconocido escritor, Guillermo Sautier Casaseca, fue encargado de trascribir aquellos guiones al lenguaje coloquial español, comenzando el aprendizaje de lo que sería su rentable carrera literaria, en la cual le acompañaron Luisa Alberca y Rafael Barón. A las cinco de la tarde, antes de la salida escolar de los niños, se emitía El serial. Los seriales, despojados de las libertades de costumbres del culebrón latinoamericano, ofrecían en sus tramas un mundo ideal y proclive al régimen, en el que los señoritos se casaban con las criadas (como lo príncipes se casan con las aldeanas en los cuentos de hadas), haciendo olvidar la soledad del ama de casa, que podía evadirse durante cuarenta y cinco minutos de la realidad cruel y mísera que vivía la mayor parte de la audiencia (Vázquez Montalbán, 1971). Los seriales servían enlatados, en relatos muy bien entrelazados con la intriga, los principios morales del Movimiento y el nacionalcatolicismo, vehiculizados por personajes planos, puros estereotipos (Arias, 2007). En Lo que nunca muere, el mayor éxito de la pareja Sautier-Alberca, el propio Sautier reconoció que habían programado el guion, como vehículo de «los valores de la religión, la tradición, la familia, el hogar y la fe» (Guinzo, 2004). Todos los guiones pasaban por la censura previa, lo que convierte la radio en un documento muy valioso para analizar los mensajes y valores de la ideología franquista, y muy especialmente los que se relacionan con su concepción de la familia y el hogar.
La radio era un medio de propaganda cultural, pero sus guionistas eran reconocidos por el mundo editorial, especialmente Luisa Alberca, quien editaba en CID, junto con Wenceslao Fernández Flórez, Delibes o Rafael Aznar. De hecho, en las obras conjuntas era la autora de los diálogos, que son los elementos dramáticos que dan verosimilitud a los seriales (Barea, 1994). Su alegato «antifeminista» contra la condesa María Laffitte será su folletín más corto y dramático. La protagonista del relato, Carmen Murillo, es una mezzosoprano profesional, que se ve obligada por el marido a la elección entre sus deberes de madre y esposa y su carrera lírica; se decanta por esta última y las consecuencias son dramáticas. Carmen acaba sus días enferma y desgraciada, arrepentida y penitente; sin embargo, Fernando, el marido, que califica la profesión de la mujer de «capricho estúpido de la música», confiesa que su móvil fueron los «celos» («No podía soportar que te admiraran [...] ni aceptar las giras», o que «contribuyeras a ingresar más en la casa que yo»). El relato termina con un sermón de Fernando a su hija de 18 años: «Recordamos el mal que nos hacen, pero no el que nosotros hicimos [...]; no supe amarla como era ella». En respuesta a las dudas del padre, la joven contesta: «tú siempre fuiste bueno» y se va de paseo con el novio. En el serial, Carmen no se redime por el «perdón» del marido, sino porque «muere en la familia», y la hija la besa antes de morir. El núcleo es el hogar.
Esos valores trasmitidos en las obras editadas de Sautier y Alberca se pueden extraer de todas sus novelas «por entregas». Sin embargo, la más tardía de ellas, El derecho de los hijos, tal vez por estar ya muy presente el cambio social de los sesenta, es paradigmática. Sautier expuso en esta obra la versión nacionalcatólica sobre las «separaciones matrimoniales», versión, además, de clase media acomodada, máxima aspiración social:
• Para un hombre, para un muchacho, sus padres son una unidad, se pertenecen mutuamente. Esa unidad, esa unión, puede ser más o menos perfecta, pero por imperfecta que sea, mientras existe, el hijo se siente respaldado. Pero [...] si el hogar se rompe por completo, ya no es hogar. [...] La unión que dio vida al hijo se ha deshecho, como se deshace un error. Y el hijo se pregunta si él mismo, su propia persona [...], no será un error también...
• ¡Qué cosas tan extrañas dice usted! –exclamó Laura–. No creo que mis niños pensaran nada de eso.
• No, no lo pensarían. Lo sentirían, nada más. Pero usted ¿no ha pensado nunca que para un niño sus padres, los dos unidos, son la representación de Dios, del bien, del carácter sagrado de la vida? (p. 11).
4. EL DERECHO A LA VIVIENDA FAMILIAR EN PROPIEDAD
La Reconstrucción no aspira a dejar los pueblos de España en el estado que ayer tuvieron [...], en ocasiones incompatibles con la dignidad humana. Aspiramos a que aquellas casas cumplan las exigencias de los hogares higiénicos y alegres, para que los hijos de los que se sacrificaron aprecien el fruto de tanto esfuerzo (Suñer: Reconstrucción, 1940: 3).
La cultura patriarcal que impregnaba los mensajes del régimen, con su corolario de vuelta al hogar de las mujeres, creaba un sustrato favorable al mensaje de la vivienda en propiedad. El discurso en torno a la familia asumió el icono de la vivienda en propiedad como la forma correcta del derecho al hogar. La Ley Fundamental del Fuero del Trabajo prometía una vivienda en propiedad para cada familia española:
XII-2.- El Estado asume la tarea de multiplicar y hacer asequibles a todos los españoles las formas de propiedad ligadas vitalmente a la persona humana: el hogar familiar, la heredad de tierra y los instrumentos o bienes de trabajo para uso cotidiano.
XII-3.- Reconoce a la familia como célula primaria natural y fundamento de la Sociedad, y al mismo tiempo como institución moral dotada de derecho inalienable y superior a toda ley positiva. Para mayor garantía de su conservación y continuidad, se reconocerá el patrimonio familiar inembargable (Fuero del Trabajo, 1938).
Esa propiedad no sería la propiedad liberal de regímenes anteriores, ya caducos; tenía una finalidad, y era obligación del Estado velar por su protección. Se trataba de una vivienda familiar, facilitada a bajo coste, que se destinaba únicamente a habitación de sus propietarios, no pudiendo ser objeto de arrendamiento total o parcial, ni transformada en local de negocio. «El impago de cuotas de amortización, el uso abusivo, el mal estado de conservación, o la negativa a pagar las obras de conservación darían lugar a la resolución de la venta», aunque tendría derecho el beneficiario «al reintegro de los desembolsos realizados, con la deducción de los gastos de reparación necesarios».25
La simbología de la vivienda en propiedad para los falangistas fue expuesta desde el primer momento por los dos dirigentes que pilotaron la política social. Para Arrese la propiedad contribuía a «la redención del proletariado, un cambio de dueño capitalista en dueño trabajador, cambio conseguido [...] por medio del camino honrado del trabajo», «[porque] el hombre tiene derecho a una religión, a una patria, a una familia, a una propiedad, que son patrimonio común y principios inconmovibles de la vida» (Arrese, 1940: 12).
Para Girón, la vivienda en propiedad poseía la virtud de asentar al obrero y evitar la movilidad, facilitando la creación de familias, y moderando con ello, e incluso haciéndola desaparecer, la combatividad. Por eso sus discursos sobre la vivienda se mezclaban con actos políticos en unas comarcas y ante unos grupos profesionales con un historial importante de lucha social. A veces, los actos estaban asociados con la inauguración de centros de formación profesional o, en el caso de pescadores, con la entrega de embarcaciones para la pesca de bajura. Este es el caso en Málaga, en febrero de 1951:
Mientras la tierra solo os ofrezca un tugurio en una playa [...], tenéis que maldecir el trozo de planeta sólido donde vuestra СКАЧАТЬ