Caída y ascenso de la democracia. David Stasavage
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Читать онлайн книгу Caída y ascenso de la democracia - David Stasavage страница 21

Название: Caída y ascenso de la democracia

Автор: David Stasavage

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия:

isbn: 9788418895784

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СКАЧАТЬ Fargher, Blanton y Heredia Espinoza, 2010, p. 238. El grupo que llegó a ver Cortés era de cincuenta personas, pero quizá era solo una parte del consejo.

      55 Véase Fargher, Blanton y Heredia Espinoza, 2017a.

      56 Gibson (1952, p. 148), que trabajó con evidencia posterior a la conquista, apunta que “una agricultura simple y doméstica, con pocos cultivos y las herramientas más rudimentarias, constituía la economía de subsistencia para la mayor parte de la población india durante el siglo xvi”.

      57 Fortes y Evans-Pritchard, 2016.

      58 Lugard, 1922, pp. 75 y 76.

      59 Al decir esto, debo señalar que los elementos de la democracia temprana no eran específicos de África central. También existían en el este de África (véase Legesse, 2000), así como en el sur (Olivier, 1969) y el oeste. Véanse Wilks, 1975 y McCaskie, 1995 a propósito de la gobernanza mediante consejos entre los asantes.

      60 Vansina, 1990, p. 75. La formulación clásica sobre las sociedades del “gran hombre” sigue siendo la de Sahlins (1963).

      61 Esto se explica en Vansina, 2004, p. 234. La fuente original de esta observación es el relato coetáneo de Auguste Verbeken (1933). A propósito de la evolución política de Kasai, véase Vansina, 1998.

      62 Véase Vansina, 2004, p. 247. Él conjetura que la periodicidad observada aquí dependía del momento de iniciación en el grupo de varones adultos.

      63 Esto se plantea en Vansina, 1990, p. 182, donde se señala que el sistema de la eata fue suplantado por un modelo alternativo a partir de 1820.

      64 Véase este punto de vista y evidencia al respecto en Baldwin, 2015, p. 30 y también en Mamdani, 1996.

      65 Véase Vansina, 1978, pp. 129-131.

      66 Ibíd., pp. 111 y 112.

      67 Véase Steinkeller, 1991.

      68 Ibíd.

      69 Esta lista la proporciona Steinkeller (ibíd.). Él también incluyó la reorganización de los templos en la lista de reformas, pero yo no lo hago porque no se adapta bien a muchas otras sociedades.

      70 Esta explicación se basa principalmente en Smith, 2012, cap. 7; Blanton, Fargher y Heredia Espinoza, 2017b, y Berdan, 2017.

      71 Sin embargo, hay restos arqueológicos que muestran un patrón de asentamiento similar. Esto ha sido señalado por Fargher, Blanton y Heredia Espinoza (2017b, p. 146).

      72 Smith, 2012, pp. 69-77; Smith, 2015, p. 74.

      73 Smith, 2015, pp. 78 y 79.

      74 Smith, 2012, pp. 164 y 165; Smith, 2014.

      75 Véase una descripción de este proceso en Berdan, 2017, p. 444.

      76 Véase el argumento en Blanton y Fargher, 2008.

      77 Cálculos reportados por D’Altroy (2015b).

      78 Véase la evidencia arqueológica sobre los orígenes incas en Covey, 2008.

      79 Véase el debate en Isbell, 2010.

      80 Véase D’Altroy, 2015a y 2015b.

      81 Véase D’Altroy, 2015a y 2015b.

      82 Basándose en la evidencia arqueológica, Pauketat (2004, p. 79) señala que el crecimiento de la población también fue muy rápido, y que creció en una o dos generaciones: de entre 1.400 y 2.800 habitantes pasó a tener entre 10.200 y 15.300. El cálculo más bajo ya representaba una población mayor que la de los asentamientos iroqués y hurón. El cálculo más alto supondría que Cahokia era mayor por más de un orden de magnitud que los asentamientos hurón e iroqués.

      83 Esta interpretación ha sido propuesta por Dalan et al. (2003, pp. 173 y 174). Los autores hacen hincapié en esto, aunque también admiten la posibilidad de que la construcción de túmulos pudiera haber reflejado tanto un cierto grado de coerción como una expresión celebratoria. Su interpretación sobre los Campos de Marte deriva de Schama, 1989.

      84 Véase el contexto en Pauketat, 2004. Véanse más detalles sobre el sacrificio humano como medio para mantener la estratificación social en Watts et al., 2016.

      85 Véanse los detalles completos en Boyd y Schroedl, 1987.

      86 Elvas, 1993, p. 93.

      87 Hally, 1994, pp. 241 y 245. Véase también el artículo de revisión de Cobb (2003) sobre los cacicazgos misisipianos.

      88 Véase Le Page du Pratz, 1774, pp. 335-340.

      89 Según sus palabras: “Los natchez son educados para la completa sumisión a su soberano; la autoridad que ejercen sus príncipes sobre ellos es absolutamente despótica, y no se puede comparar sino con la de los primeros emperadores otomanos”. Esto reflejaba el incorrecto punto de vista europeo de la época sobre el despotismo de los emperadores otomanos. СКАЧАТЬ