Название: Olvidar es morir
Автор: Sergio Arlandis López
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Oberta
isbn: 9788437082707
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Además, hacía notar la recurrencia de nexos y módulos repetitivos que formaban una masa fónica desprovista de semanticidad, al mismo tiempo capaz de crear una red sonora impermeable a cualquier intento de exégesis, limitado al conocimiento del contenido superficial, ya que es sobre todo esto lo que rehúsa el enunciado del texto, en gran parte desconocido al mismo poeta (por su confesión directa), y por lo tanto dirigido a buscarlo a través del esfuerzo cognitivo de la palabra y del acto poético. En resumen, yo le decía al maestro que en «Este rostro borrado» encontraba las mismas combinaciones estilísticas y los habituales empleos retóricos, incluso la conocida fragmentación tipográfica del espacio –ahora más acentuada– debido al sentimiento de mayor laceración de la ecuación amor = muerte. A partir del primer fragmento, al lado de elementos primordiales característicos del universo aleixandrino («sol», «lunas», «mar», «cielo») con su particular fauna («pájaro», «zorro»), podía rastrearse la presencia de una serie de atributos relativos a la esfera del cuerpo y la vida humana («boca», «ojos», «mirada», «pechos», «suspiros»), y objetos grises e inútiles que funcionan como los estropajos en el suelo de las telas del joven Dalí; es decir, sirven para cumplir con un valor eminentemente plástico, algo que entra en nuestra retina, en cuyo ambiente acuático se anula toda diferencia.
Con referencia al primer apartado, señalaba el maestro la imagen del «aluminio», signo de lo no auténtico, como son los metales y los minerales (y también los trajes frente a la desnudez) en la poética primigenia y elemental de Aleixandre. Igualmente indicaba la recurrencia del nexo comparativo «en forma de» (cuatro veces en un primer fragmento tan corto, al límite de un decir tautológico), substitutivo y análogo de «como», lo que marca el texto de identidades metafóricas de carácter y tipología visual. El poema se estructura en cinco partes, cada una separada por un espacio blanco, que une los cinco momentos en un tiempo único, así como pasa en la partitura musical. La lectura de dos fragmentos, limitada por economía de espacio al primero y al último, permite expresar un juicio más documentado sobre lo que intenté decir al poeta para convencerlo de que dicho poema formara un unicum, entrando en el organismo vivo de Pasión de la Tierra:
Es tu mirada en forma de pájaro la que hace memoria el cielo de la boca cuando el sol se trasplanta dulcemente sin que duelan las raíces de los ojos. Es tu mirada en forma de velero. De huida de los zorros. En forma de carnaval de dichas de percal. En forma, sí, de almohadón de aluminio donde poner suspiros un a uno que rayan restableciendo el mar en la caja del pecho hasta alcanzar el ritmo de sus lunas, de sus más bellos corchos flotadores.
(...)
Abre la puerta y llora: Llora el viento que llega, el que llega y se cae, el que se arrodilla y declama con el pecho los latidos del árbol que no sabes, las ramas verdes que está sintiendo enlazarse a la cintura. Llora y canta. Amor proclama su victoria en forma siempre, en forma de blancura, no sudario de pájaro, ni yema de pez, ni espada ni seno vivo. Sino dolor-pisada, dolor estampa y cobre, dolor de letras sin sentido que escriben en el torso de no-besos, ese zumo de nube que está cayéndote en los ojos, incendiando la zarza de tus pinchos, ahogando las burbujas que se rompen una a una en el hondo misterioso de tus pelos.
El último apartado comprende el motivo tópico de la temática aleixandrina, centrada sobre la proclamación del triunfo del amor («Amor proclama su victoria»), en relación directa con la muerte y la destrucción física del cuerpo: un holocausto necesario para que se cumpla el paso en la comunión de las cosas. Hay muchas imágenes y símbolos, evocadores del cuerpo humano («pecho», «cintura», «ojos», «pelos»), o sintagmas que aluden a la acción amorosa, aunque en superficie parecen negarla («sus no-besos», «ni seno vivo») o nombran lugares íntimos de la acción erótica («pecho», «enlazarse en la cintura», «en el hondo misterio de tus pelos»). Acción amorosa que siempre se traduce en Aleixandre, en cuanto resultado de la conocida ecuación amor = muerte, en una nomenclatura referencial que indica muerte, armas de herida, laceración, ruptura: así, respectivamente, «sudario», «espada», «zarza», «pinchos», «burbujas que se rompen». Además, en todo el fragmento, se canta al mismo tiempo, como fuera parte de un binomio perfecto, la afirmación del dolor físico y al mismo tiempo –paralelamente, con medidas geométricas– el sentimiento del amor. Lo confirma el uso de la dictología verbal «Llora y canta», alrededor de cuyo eje se estructuran unas series de parejas léxicas que, aunque cumplen giros evolutivos, traducen un doble impulso, una dúplice fuerza, aparentemente contraria en sus enunciados semánticos, en armonía con el título del gran libro aleixandrino La destrucción o el amor. Un ejemplo de este automatismo verbal que, como intento explicar, no es meramente gratuito y formal, sino que resume el núcleo del mensaje poético del autor: «Abre la puerta y llora. Llora el viento que llega, el que llega y cae, el que se arrodilla y declama con el pecho». Pero la lectura del texto nos obliga a evidenciar cuanto he dicho anteriormente, es decir, la presencia recurrente de la repetición, la cual a menudo le sirve al poeta para afirmar o negar una aseveración, aseveración cuya verdad va buscando.
Otros ejemplos requerirían la reproducción del apartado entero: en cambio, me limito a citar su siguiente paso, repleto de nexos de carácter iterativo, que tienen la función de unir un pensamiento exasperado, en que, como siempre ocurre en la escritura de Pasión de la Tierra, el poeta tiende a negar, más que a afirmar, por falta de un centro equilibrador. A veces, la repetición (afirmación o negación), más que indicar, le sirve al poeta para manifestar la fuerza de una idea, o en general, dentro de una continua fragmentación de la frase, le sirve para unir las distintas unidades y, por lo tanto, funge de eje ordenador del discurso. Veamos otro ejemplo: «Amor proclama su victoria en forma siempre, en forma de blancura, no sudario de pájaro, ni yema de pez, ni espada ni seno vivo: Sino dolor-pisada, dolor estampa cobre, dolor de letras sin sentidos»; donde es interesante ver cómo en este cosmos panteístico amoroso invocado por Aleixandre casi no existen atributos sino sólo sustantivos, categorías concretas, físicamente conocibles por nuestros sentidos.
Gabriele Morelli en el despacho de Vicente Aleixandre.
Tampoco faltan en el poema «El rostro borrado» –y vuelvo a leer el II y III trozo– momentos intensos de exaltación amorosa, que se representan mediante epifanías de carácter impresionista, donde el cuerpo, protagonista absoluto del cuento, participa con júbilo en el acto amoroso. Todo eso a través de un léxico imaginativo que acude a la fábula para narrar lo que sólo el espíritu es capaz de vivir y representar:
Espérame había cantado aquella noche, la anterior, un pez de lujo, mezcla de nata y menta, parado sobre un árbol, llevando en el pico una escama de olivo, un corazón de tamaño de una basílica latiente. Espérame le había respondido la barca que corría por la savia más íntima, repleta de pasajeros núbiles, de troncos sin cabezas que llevaban guitarras sin las coplas, cuellos de notas altas y unas manos de tela, con almidón dormido, con un vago anhelo de lejanía en los labios de aire.
¿Entonces? No se esperaba entonces, ni la mañana, ni ayer, más que el eclipse único, la vela lozanísima que oscureciese el vello de la axila, ese cuento despacio que acaba detenido con el calor del seno de tu pájaro, donde la pluma miente una caricia al párpado cerrado, a la imagen de alambre СКАЧАТЬ