La Galatea. Miguel de Cervantes
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Название: La Galatea

Автор: Miguel de Cervantes

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 4064066444693

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СКАЧАТЬ destos dos inconvinientes, no he publicado antes de ahora este libro, ni tampoco quise tenerle para mí solo más tiempo guardado, pues para más que para mi gusto solo le compuso mi entendimiento. Bien sé lo que suele condemnarse exceder nadie en la materia del estilo que debe guardarse en ella, pues el príncipe de la poesía latina fue calumniado en alguna de sus églogas por haberse levantado más que en las otras; y así, no temeré mucho que alguno condemne haber mezclado razones de filosofía entre algunas amorosas de pastores, que pocas veces se levantan a más que a tratar cosas del campo, y esto con su acostumbrada llaneza. Mas, advirtiendo, como en el discurso de la obra alguna vez se hace, que muchos de los disfrazados pastores della lo eran sólo en el hábito, queda llana esta objectión. Las demás que en la invención y en la disposición se pudieren poner, discúlpelas la intención segura del que leyere, como lo hará siendo discreto, y la voluntad del autor, que fue de agradar, haciendo en esto lo que pudo y alcanzó; que, ya que en esta parte la obra no responda a su deseo, otras ofresce para adelante de más gusto y de mayor artificio.

       De Luis Gálvez de Montalvo al autor

       Índice

      Soneto

      Mientra del yugo sarracino anduvo

       tu cuello preso y tu cerviz domada,

       y allí tu alma, al de la fe amarrada,

       a más rigor, mayor firmeza tuvo,

       gozóse el cielo; mas la tierra estuvo

       casi viuda sin ti, y, desamparada

       de nuestras musas, la real morada

       tristeza, llanto, soledad mantuvo.

       Pero después que diste al patrio suelo

       tu alma sana y tu garganta suelta

       dentre las fuerzas bárbaras confusas,

       descubre claro tu valor el cielo,

       gózase el mundo en tu felice vuelta

       y cobra España las perdidas musas.

       De don Luis de Vargas Manrique

       Índice

      Soneto

      Hicieron muestra en vos de su grandeza,

       gran Cervantes, los dioses celestiales,

       y, cual primera, dones inmortales

       sin tasa os repartió naturaleza.

       Jove su rayo os dio, que es la viveza

       de palabras que mueven pedernales;

       Dïana, en exceder a los mortales

       en castidad de estilo con pureza;

       Mercurio, las historias marañadas;

       Marte, el fuerte vigor que el brazo os mueve;

       Cupido y Venus, todos sus amores;

       Cupido y Venus, todos sus amores;

       Apolo, las canciones concertadas;

       su sciencia, las hermanas todas nueve;

       y, al fin, el dios silvestre, sus pastores.

       De López Maldonado

       Índice

      Soneto

      Salen del mar, y vuelven a sus senos,

       después de una veloz, larga carrera,

       como a su madre universal primera,

       los hijos della largo tiempo ajenos.

       Con su partida no la hacen menos,

       ni con su vuelta más soberbia y fiera,

       porque tiene, quedándose ella entera,

       de su humor siempre sus estanques llenos.

       La mar sois vos, ¡oh Galatea estremada!,

       los ríos, los loores, premio y fruto

       con que ensalzáis la más ilustre vida.

       Por más que deis, jamás seréis menguada,

       y menos cuando os den todos tributo,

       con él vendréis a veros más crescida.

      Primero libro de Galatea Mientras que al triste, lamentable acento del mal acorde son del canto mío, en eco amarga de cansado aliento, responde el monte, el prado, el llano, el río, demos al sordo y presuroso viento las quejas que del pecho ardiente y frío salen a mi pesar, pidiendo en vano ayuda al río, al monte, al prado, al llano. Crece el humor de mis cansados ojos las aguas deste río, y deste prado las variadas flores son abrojos y espinas que en el alma s’han entrado. No escucha el alto monte mis enojos, y el llano de escucharlos se ha cansado; y así, un pequeño alivio al dolor mío no hallo en monte, en llano, en prado, en río. Creí que el fuego que en el alma enciende el niño alado, el lazo con que aprieta, la red sotil con que a los dioses prende y la furia y rigor de su saeta, que así ofendiera como a mí me ofende al subjeto sin par que me subjeta; mas contra un alma que es de mármol hecha, la red no puede, el fuego, el lazo y flecha. Yo sí que al fuego me consumo y quemo, y al lazo pongo humilde la garganta, y a la red invisible poco temo, y el rigor de la flecha no me espanta. Por esto soy llegado a tal estremo, a tanto daño, a desventura tanta, que tengo por mi gloria y mi sosiego la saeta, la red, el lazo, el fuego. Esto cantaba Elicio, pastor en las riberas de Tajo, con quien naturaleza se mostró tan liberal, cuanto la fortuna y el amor escasos, aunque los discursos del tiempo, consumidor y renovador de las humanas obras, le trujeron a términos que tuvo por dichosos los infinitos y desdichados en que se había visto, y en los que su deseo le había puesto, por la incomparable belleza de la sin par Galatea, pastora en las mesmas riberas nacida; y, aunque en el pastoral y rústico ejercicio criada, fue de tan alto y subido entendimiento, que las discretas damas, en los reales palacios crescidas y al discreto tracto de la corte acostumbradas, se tuvieran por dichosas de parescerla en algo, así en la discreción como en la hermosura. Por los infinitos y ricos dones con que el cielo a Galatea había adornado, fue querida, y con entrañable ahínco amada, de muchos pastores y ganaderos que por las riberas de Tajo su ganado apascentaban; entre los cuales se atrevió a quererla el gallardo Elicio, con tan puro y sincero amor cuanto la virtud y honestidad de Galatea permitía. СКАЧАТЬ