Los ángeles sepultados. Patricia Gibney
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Название: Los ángeles sepultados

Автор: Patricia Gibney

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Lottie Parker

isbn: 9788418216213

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СКАЧАТЬ se fijó en su vaso.

      —¿De dónde has sacado eso?

      —Estamos en un bar, Lottie.

      —No deberías beber durante el tratamiento.

      Hacía cerca de seis meses, a Boyd le habían diagnosticado un tipo de leucemia crónica, y aunque estaba mejorando y le habían reducido el tratamiento, su salud era una preocupación constante. Tenía el sistema inmunológico débil, y era susceptible a las infecciones. A Lottie le inquietaba que el estrés de la muerte de su madre perjudicara su recuperación.

      —El médico me dijo que podía tomarme una de vez en cuando —dijo el sargento con petulancia—. Deja de preocuparte. —Bajó la cabeza—. Grace trata de ser independiente, pero sabemos que no se la puede dejar sola. Necesita que alguien cuide de ella.

      Lottie extendió la mano y le levantó la barbilla para mirar sus tristes ojos avellana.

      —Tu madre era genial, y la echaremos mucho de menos. Ha sido un shock para vosotros. Especialmente para Grace. —Y entonces, pronunció las palabras que sabía que Boyd quería oír—. Tal vez deberías llevártela contigo a Ragmullin.

      —Tendré que echar a Kirby. —Boyd sonrió con tristeza.

      —De todos modos, ya va siendo hora de que se busque algo, y si mi hermanastro Leo consigue el dinero de Farranstown House, podemos comprar una casa juntos, y Grace puede vivir con nosotros.

      Pensó en la pugna constante con los abogados sobre los documentos legales que no comprendía. Ella solo quería firmar y conseguir el dinero, pero las cosas nunca eran tan simples. Leo Belfield había aparecido en su vida después de un caso difícil en el que su verdadera ascendencia familiar había salido a la luz. Todavía intentaba asimilarlo.

      Boyd la miró por encima de su pinta.

      —¿Harías eso por mí?

      —Sabes que haría cualquier cosa por ti.

      —Pareces un personaje de una novela romántica.

      —Sí que te las conoces, ¿eh?

      —Listilla —dijo él con una sonrisa. Era la primera vez en mucho tiempo que veía esa chispa de picardía en sus ojos.

      Dejó el vaso y la tomó de la mano. Lottie sintió que el calor de su caricia se le filtraba hasta la sangre. Recorrió con la mirada el agua centelleante de la bahía hasta llegar a la frondosa vegetación en las laderas de las montañas que custodiaban la ensenada.

      —Ya sé que estás enfermo, Boyd, pero me haces muy muy feliz.

      En el interior del pub oyeron un estruendo y el tintineo del cristal al romperse. El murmullo de la charla se detuvo durante un segundo de aturdido silencio antes de que un grito perforase el aire.

      —Esa es Grace —dijo Boyd mientras se levantaba de la silla, pero Lottie ya había entrado en el bar, donde reinaba el caos.

      Había un semicírculo de cuerpos sudorosos en un rincón del sofocante pub. Se abrió paso a codazos entre las hileras de mirones. Hecha un ovillo sobre el banco, con las rodillas pegadas al pecho, Grace Boyd lloraba y sollozaba, con el pelo revuelto y los brazos arañados.

      —Alejaos de mí, todos —gruñó apretando los dientes.

      —Eh, Grace, ¿por qué no vamos fuera? —propuso Lottie mientras se acercaba a la desolada y desgreñada joven.

      —Solo le he preguntado dónde vivía —dijo un hombre—. Se le ha ido la olla cuando…

      —Déjala en paz —lo interrumpió otro.

      Lottie ya había oído bastante. Tenía que rescatar a Grace de aquella confusión y hacerlo con calma.

      —Echaos atrás, dejad que respire. Que alguien traiga un vaso de agua. —Miró fijamente a la multitud—. Ahora.

      Por fin, el grupo se dispersó, y alguien le puso una pinta llena de agua en la mano. Se sentó junto a Grace.

      —Bebe un poco. Te ayudará a tranquilizarte.

      Se sorprendió al verla coger el vaso y beber un buen trago sin levantar la vista.

      —No hagas caso de lo que dicen. Qué sabrán los hombres del dolor, ¿eh?

      Grace comenzó a hipar.

      —Despacio. Solo sorbitos. Venga.

      —No soy una niña. —Los ojos de la joven refulgieron de rabia.

      —¿Quieres ir fuera? Mark está allí. Tal vez puedas contarle qué pasa.

      —Él no me entiende, Lottie. Nadie me entiende. Ni siquiera tú. —Grace se limpió la nariz con el dorso de la mano, como una niña.

      —Tengo bastante experiencia, ¿por qué no lo intentas?

      Grace sacudió la cabeza y le devolvió el vaso.

      —Quiero irme a casa. ¿Puedes llevarme?

      —Claro. —Lottie le pasó una servilleta de la mesa—. Sécate los ojos y vámonos de aquí.

      Grace se puso en pie y se limpió la cara. Arrugó la servilleta y se la guardó en el bolso.

      —Me caes bien, Lottie, y me alegro de que estés con mi hermano.

      —Eso es muy amable por tu parte, pero escúchame. Estoy aquí para lo que necesites.

      —Pero mi madre… La echaré tanto de menos… ¿Lo entiendes?

      —Perdí a mi marido, así que sí, lo entiendo mejor de lo que puedas imaginar. Ahora, larguémonos de aquí.

      —Me apetece mucho un plato de bacon y repollo. ¿Podrías cocinarme eso?

      Lottie gruñó para sus adentros. La pericia culinaria no estaba en su lista de talentos. Grace quería algo que su madre solía preparar. Algo para mantenerla viva en su memoria.

      —¿Cuál era el pub favorito de tu madre?

      —El Twelve Pins.

      —Bien, entonces allí es a donde vamos.

      —Eres muy buena, Lottie. —Grace sorbió por la nariz—. Gracias.

      El nudo en la garganta de Lottie se hizo más grande. Le resultaba difícil ser tan empática con sus propios hijos, así que ¿cómo es que podía hacer de madre de aquella mujer de treinta y tantos años? Incapaz de encontrar la respuesta, fue hacia Boyd, que estaba junto a la puerta.

      —¿Sabes cómo llegar?

      —Sí, jefa. —Guiñó un ojo a Grace, y el rostro de la joven se quebró en una sonrisa triste.

      —Y luego tengo que volver a Ragmullin —dijo Lottie. Bajó la voz y susurró al oído de Boyd—: Contigo СКАЧАТЬ