Los estudios organizacionales en Colombia. Mauricio Sanabria
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СКАЧАТЬ consolidarse a partir de los desarrollos investigativos de sus profesores. En este contexto, es posible pensar que, al final, se configurarán ciertas escuelas de pensamiento y aproximaciones a la administración y a las organizaciones de forma particular; a la vez, se ampliará el abanico de posibilidades para estudiarlas desde nuevas y diversas perspectivas teóricas y metodológicas. Aunado a ese proceso, más organizaciones serán estudiadas y se logrará un mayor conocimiento de la sociedad colombiana. A su vez, la academia responderá a cierta deuda con la sociedad, al profundizar en el valor económico, social y ambiental en el cual está implicado el buen gobierno (E3, 6 de septiembre del 2018), toda vez que una mayor comprensión del fenómeno organizacional permitirá una mejor gestión. Queda la tarea de estructurar una formación doctoral en el estudio de las organizaciones que no sea superficial, pragmática y orientada más a la intervención que a la comprensión de los fenómenos que estudia (E10, 17 de octubre del 2018).

      Una de las proyecciones que se convierte en un reto efectivo es la discusión sobre los espacios de difusión. Si bien es cierto que desde el año 2000 se han divulgado de manera prolija los temas referidos a la administración y, más recientemente, a las organizaciones, es importante contar con revistas y, por consiguiente, con políticas editoriales que promuevan el estudio de las organizaciones al menos en tres sentidos: por un lado, desligándolo de la visión funcional-positivista que impera en la actualidad; por otro, complementando dicha visión con una mirada más crítica que permita comprender la realidad antes de intervenirla y, por último, con la posibilidad de tender puentes de investigación y desarrollo teórico entre ambas aproximaciones.

      Bajo la óptica señalada, cabe anotar que la realidad colombiana, con el creciente interés por la investigación y el impulso de doctorados, propicia una gran solicitud de espacios de difusión que no cubre la oferta; por tal razón, las investigaciones de las realidades locales son publicadas en espacios foráneos. Esto trae como correlato la necesidad de tomar posición sobre la participación o no en espacios de divulgación regidos estrictamente por las lógicas de los rankings, y presionados por los indicadores que estipula el gobierno nacional y, por tanto, las universidades. Esta será, entonces, una discusión cardinal que podrá abordarse en su momento, con las consecuencias y tensiones propias del sistema académico nacional, que, en general, está ligado a una mirada comercial y economista de la educación y de la investigación.

      Es posible afirmar que no hay organización que no sea susceptible de ser administrada. Esta aseveración, por más simple que parezca, muestra el universo de acción de la administración y la necesidad de estudiar las organizaciones. Es por eso que es importante la presencia del estudio de la administración, pero también de las organizaciones, en programas de investigación referidos al ámbito administrativo y organizacional, independientemente de la postura epistémica que se tenga. Toda acción administrativa recae sobre una organización, cualquiera que esta sea, convirtiéndola en su objeto de interés. Así, la organización es un fenómeno social de gran relevancia para las ciencias sociales y su estudio se vuelve imperante. En suma, el administrador se vuelve un actor social primordial que interviene en la sociedad y, por lo tanto, su accionar en toda organización es, también, objeto de estudio y, a la vez, retroalimenta el propio proceso formativo que conlleva.

      Al asumir las organizaciones como objeto de estudio, se deja de lado la concepción cuasi decimonónica de entenderlas como empresas. Estudiar únicamente la empresa es restrictivo y configura una mirada miope de la realidad social, pues se centra en un solo tipo de organización –la productiva-empresa– y se dejan de lado las diferentes realidades organizacionales que en su conjunto configuran la compleja y diversa sociedad colombiana. Lo anterior está en estrecha relación con sobrepasar los límites meramente funcionales, en donde la preocupación se centra básicamente en el funcionamiento eficaz de los procesos productivos para obtener los resultados previstos, con el fin de proponer explicaciones mucho más profundas que encadenen realidades sociales como el sufrimiento, el estrés, la alienación, la infelicidad, etc.

      Los pénsums de pregrado y posgrado, y los mismos currículos de las materias, requieren ser construidos y diseñados desde elementos analíticos, con el fin de propiciar un pensamiento crítico en los estudiantes. Este, por tanto, no es solo un asunto conceptual, ya que también interviene un tema pedagógico en dicha construcción, lo que implica, justa e ineludiblemente, pensar en la universidad y en su función social (E1, 29 de agosto del 2018). Sin embargo, en la actualidad se atraviesa por una coyuntura particular, ya que, a pesar del proceso de desarrollo del campo antes enunciado, es posible afirmar que en el país se vive un retroceso en las discusiones críticas en relación con el management y, por ende, en la formación de programas de investigación en los ámbitos administrativo y organizacional. Esto ocurre, sobre todo, en las universidades privadas que, acosadas por lo presupuestal y por la rentabilidad, dejan de lado este tipo de enfoques en sus programas (E10, 17 de octubre del 2018).

      El panorama descrito se refleja bien en la siguiente crítica:

      También hay que admitir que muchos programas de posgrado, incluidos los de doctorado a nivel mundial y también en el país, son muy flojos y se orientan a una población de personas viejas, muchos de ellos docentes de muchos años, que son amigos o compañeros de trabajo de quienes serán sus profesores, directores de tesis, jurados y demás, lo que no habla muy bien de la calidad de los programas. (E10, 17 de octubre del 2018)

      Esta es una invitación a mirar el tema de la endogamia, pues se corre el riesgo de perder objetividad en los procesos de evaluación y, sobre todo, de formación por cuestiones políticas y relaciones de amistad. Además de lo dicho, faltan elementos de diferenciación en los programas de doctorado y maestrías de investigación, y los estudiantes que ingresan al doctorado no tienen claridad sobre el asunto; es más, no parece que ese criterio sea uno de los elementos centrales en la elección y selección, ya que, lastimosamente, estas se basan más en criterios financieros, en las jornadas de estudio, en los tiempos de duración del programa y en las dificultades que se identifican en el camino hacia la graduación (por ejemplo, si hay examen comprensivo, cuántos coloquios deben superarse, la exigencia certificada de competencia en otro idioma, si la pasantía de investigación se debe realizar dentro o fuera del país y qué tanto se prolonga en el tiempo, si se deben asegurar publicaciones, etc. –E10, 17 de octubre del 2018–).

      Debido a esas circunstancias, muchas personas llegan a formarse como doctores tras una larga trayectoria docente o como consultores en distintas universidades del país. Más aún, otros muchos ingresan sin formación en administración, pues provienen de otras disciplinas (ingeniería, finanzas, economía, psicología, antropología), lo que constituye un reto adicional en términos de estructurar un plan de estudio y unas metodologías de enseñanza para el análisis de las organizaciones (E3, 6 de septiembre del 2018).

      Surge también un obstáculo que enfrentan tanto el estudio de las organizaciones como la administración en general. Es el hecho de partir de una lógica orientada a buscar las mejores prácticas, con base en un pragmatismo excesivo, acompañada de un desdén por la teoría, una fragmentación exagerada y una instrumentalización de la formación en administración. Todo ello pone en riesgo su carácter de disciplina (E3, 6 de septiembre del 2018).

      Con base en el análisis de la información recolectada, se evidencia que un primer desafío es la consolidación de una comunidad académica, alrededor del estudio de las organizaciones, que pasa necesariamente por forjar y construir un cuerpo colegiado, un habitus. En Colombia, aún no es claro, a pesar de los avances logrados en dicho campo, lo que significa ser un investigador en organizaciones. Para avanzar en ello se СКАЧАТЬ