Название: ¿Hubo socialismo en la URSS?
Автор: Jaime Canales Garrido
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9789874039224
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De donde se sigue que, si la clase opresora necesitó del Estado para mantener por la fuerza a la clase explotada en condiciones de opresión, el proletariado necesitará de su fuerza -o, lo que es lo mismo, de la violencia- para, primero, tomar el poder político en sus manos y, luego, habiendo tomado dicho poder, para aplastar la resistencia de la clase despojada de la máquina estatal y de los medios de producción.
Criticando la feble argumentación de Dühring acerca de la violencia en la historia, Engels, en términos azaz mordaces, señala que el lloroso Dühring “… no dice una palabra de que la violencia desempeña también otro papel en la historia, un papel revolucionario; que, en palabra de Marx, es la comadrona de toda vieja sociedad preñada de otra nueva; que es el instrumento con el cual el movimiento social se impone y rompe formas políticas rígidas y muertas”86.
Años más tarde, en 1891, en el prefacio a la obra de Marx La guerra civil en Francia, Engels vuelve a reafirmar su punto de vista sobre la necesidad objetiva de destruir la máquina estatal burguesa, enfatizando: “La Comuna hubo de reconocer desde el primer momento que la clase obrera, al llegar al poder, no puede seguir gobernando con la vieja máquina del Estado; que, para no perder de nuevo su dominación recién conquistada, la clase obrera tiene, de una parte, que suprimir toda la vieja máquina represiva utilizada hasta entonces contra ella, y, de otra parte, precaverse contra sus propios diputados y funcionarios, declarándolos a todos, sin excepción, revocables en cualquier momento”87.
De todo lo expuesto por Engels hasta aquí, se desprende forzosamente que, cuando el proletariado toma el poder político en sus manos, esto es, inicia su dictadura, primero, transforma la propiedad de los medios de producción y, junto con ello, comienza la tarea de destruir la máquina estatal burguesa. “En realidad, el Estado no es más que una máquina para la opresión de una clase por otra, lo mismo en la república democrática que bajo la monarquía; y, en el mejor de los casos, un mal que se transmite como herencia al proletariado triunfante en su lucha por la dominación de clase. El proletariado victorioso, lo mismo que hizo la Comuna, no podrá por menos de amputar inmediatamente los lados peores de este mal, entretanto que una generación futura, educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo ese trasto viejo del Estado”88.
Por consiguiente, el nuevo Estado, por esencia socialista -tras haber cumplido las funciones y tareas inherentes a la primera fase del comunismo, sobre lo que se hablará en pormenor más adelante- irá perdiendo, en la sociedad socialista, paulatinamente, su razón de ser: en un determinado momento, ya no habrá ni clases ni Estado.
Es, justamente, en este contexto que Engels señala lo siguiente: “El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad -la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad- es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención de un poder estatal en las relaciones sociales va haciéndose progresivamente superflua en un terreno tras otro, y acaba por languidecer. En lugar del gobierno sobre las personas aparece la administración de las cosas y la dirección de los procesos de producción. El Estado no ‘se suprime’, sino que se extingue”89.
El Estado que, en épocas pasadas, había sido “el representante oficial de toda la sociedad, su síntesis en un cuerpo social visible; pero no lo era sino en la medida en que era el Estado de aquella clase que representaba en su tiempo a toda la sociedad”, pasaba, ahora, a ser, efectivamente, el representante de toda la sociedad o -mejor aún- de la aplastante mayoría de la sociedad: “Cuando el Estado se convierta, finalmente, en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo”90.
De donde se sigue que lo que Engels tenía in mente era, indefectiblemente, la idea del nuevo Estado -o, en otras palabras, el producto de la actividad creativa de la dictadura del proletariado-, por esencia, comunista, que, habiéndose desarrollado sobre su propia base, se torna superfluo, “languidece” y se “extingue”.
Lenin: la dictadura del proletariado
“Científicamente, dictadura no significa más
que un Poder no limitado por nada, no
restringido por ninguna ley, absolutamente
por ninguna regla, un Poder que se apoya
directamente en la violencia”.
Lenin
Entre las numerosas contribuciones teóricas al marxismo realizadas por Lenin, hay tres, que por su significado -tanto en el ámbito teórico como en el práctico- sobresalen: 1) la ley de la desigualdad del desarrollo económico y político del capitalismo, de la cual se podía inferir que el socialismo podría triunfar en varios países capitalistas o incluso en un solo país; 2) la utilización del “capitalismo de Estado” para crear la base económica de la edificación de la sociedad socialista; 3) el sistema de cooperativas, como forma de socializar al campesinado ruso.
Las tres susodichas cuestiones constituirán el meollo del próximo capítulo dedicado a la labor teórica y práctica de Lenin, razón por la cual, en este lugar, serán objeto de una menor atención, priorizándose aquí el análisis de otros tópicos teóricos que son parte de la inmensa contribución de Lenin al desarrollo del marxismo.
Estamos convencidos de que la obra que mejor expone y permite asimilar la esencia de la teoría marxista del Estado, sin sombras de dudas, es El Estado y la revolución, acaso uno de los trabajos teóricos marxistas más importantes del siglo XX, que mucho contribuyó a enriquecer y divulgar el pensamiento marxista.
Partiendo de la constatación formulada, intentaremos sintetizar todo lo expuesto hasta aquí acerca de la lucha de clases, el Estado, la dictadura del proletariado y la primera fase de la sociedad comunista, recurriendo para el efecto al pensamiento leninista, aunque sin circunscribirnos únicamente a la obra aludida.
En las palabras finales a su El Estado y la revolución, Lenin -a despecho de lo que se podría suponer, debido al análisis magistral que hace de la dictadura del proletariado, como si esta forma de Estado ya hubiese existido- esclarece: “Escribí este folleto en los meses de agosto y septiembre de 1917. Tenía ya trazado el plan del capítulo siguiente, del VII: La experiencia de las revoluciones rusas de 1905 y 1917. Pero, a excepción del título, no tuve tiempo de escribir ni una sola línea de dicho capítulo: vino a ‘estorbarme’ la crisis política, la víspera de la Revolución de Octubre de 1917. ‘Estorbos’ como éste sólo pueden causar alegría”91.
Pero, el valor teórico y práctico de la obra de marras no radica puramente en el hecho de que Lenin haya desenvuelto y enriquecido el pensamiento marxista sobre el Estado, sino, además, porque -fiel a la práctica revolucionaria y partidaria de Marx y Engels- defiende al marxismo de todos sus enemigos, tanto de los ideólogos burgueses y, especialmente, pequeñoburgueses, como de los pseudo socialistas -eseristas y mencheviques rusos-, de los socialdemócratas, de los falsificadores del marxismo -los casos de Kautsky y Berstein fueron paradigmáticos-, de los social-chauvinistas, los anarquistas y, entre otros más, de Plejánov, el exmarxista y exrevolucionario ruso.
No obstante lo referido, acaso el otro mérito cardinal de esta obra de Lenin estriba en su papel de divulgador del pensamiento de Marx y Engels sobre el Estado, СКАЧАТЬ