Название: ¿Hubo socialismo en la URSS?
Автор: Jaime Canales Garrido
Издательство: Bookwire
Жанр: Изобразительное искусство, фотография
isbn: 9789874039224
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De la afirmación de Lenin dimana la idea de que era tal su convencimiento de que el desarrollo de la sociedad y del Estado iría por esos derroteros, que se podía considerar a los medios de producción estatizados como socializados, porque, para él, lo relevante era que el poder político estaba en manos del proletariado. Y, en fin de cuentas, lo que importaba era de qué manera se irían a utilizar los medios estatizados, con qué fines.
La presunción nuestra encuentra su corroboración en el hecho de que fue el propio Lenin que explicó su aseveración: “La organización de la gran producción industrial por el Estado y el tránsito del ‘control obrero’ a la ‘administración obrera’ de las fábricas y ferrocarriles están ya realizados en sus rasgos más importantes y fundamentales…”45, lo que -agregamos nosotros- puede ser interpretado como la relación directa de los “administradores” -léase: los trabajadores organizados- con “su cosa”, con “su propiedad”, que es lo que se supone ocurrirá en la sociedad socialista desarrollada.
Pero, veamos qué sucedía en la Rusia Soviética en aquel tiempo. Y, para ello, qué mejor que recordar una de las primeras medidas del Poder Soviético triunfante: la creación del Consejo Superior de la Economía Nacional (CSNE), en diciembre de 1917, cuya principal función era “ocuparse de organizar la actividad económica de la nación y los recursos financieros del gobierno… confiscar, requisar, embargar y obligar a las diferentes ramas de la industria y del comercio a sindicalizarse y tomar todas las medidas concernientes a la producción, el reparto de los productos y de los recursos financieros del gobierno”46. ¡Qué mejor expresión de centralismo estatal!
Con todo, como lo que importa es mostrar la visión “estatista” del marxista Lenin -ya sea tanto en lo atinente al “capitalismo de Estado”, como medida de política económica indefectible en las condiciones de Rusia, como al propio Estado proletario en su papel de agente económico en la época de la dictadura del proletariado- insistamos en encontrar, en el inmenso caudal de su obra, otros datos que nos permitan demostrar que sus planteamientos en torno de esta cuestión fueron inmutables y persiguieron un objetivo, indiscutiblemente, preciso: la transformación de la atrasada economía rusa -fundamentalmente, campesina- a través de la creación de ciertas relaciones capitalistas de producción -controladas, es claro, por el Estado Soviético-, como uno de los recursos para crear las bases materiales de la economía socialista.
Es en esa constatación donde se encuentran los enunciados categóricos de Lenin, de un lado, acerca de la inevitabilidad, del capitalismo de Estado, y, de otro sobre la omnipresencia del Estado proletario en la economía: “…cuando una empresa capitalista gigantesca se convierte en monopolio, sirve a todo el pueblo. Si se convierte en monopolio de Estado, el Estado (o sea, la organización armada de la población, de los obreros y los campesinos, en primer lugar, si se trata de un régimen de democracia revolucionaria) dirige toda la empresa… en interés de la democracia revolucionaria, en cuyo caso ello será precisamente un paso hacia el socialismo” 47.
Pero el susodicho “paso hacia el socialismo”, debido a las condiciones que se crearon en ese tránsito para que las relaciones capitalistas de producción florecieran y se desarrollaran, fue un fenómeno no exento de graves riesgos y problemas, sobre todo sociales. Por lo que -¡quién otro sino el Estado proletario!- debía velar por que ese proceso no se le escapara de las manos.
Por ello, Lenin alertó a los bolcheviques acerca del gran riesgo que acarrearía la NEP: “Todo el problema -tanto en teoría como en la práctica- consiste en encontrar los métodos acertados de cómo se debe llevar precisamente el inevitable (hasta cierto grado y por un plazo determinado) desarrollo del capitalismo al cauce del capitalismo de Estado, en qué condiciones hacerlo y cómo asegurar, en un futuro próximo, la transformación del capitalismo de Estado en socialismo. El paso de la explotación de empresas en régimen de concesión al socialismo es el paso de una forma de gran producción a otra forma de gran producción”48.
Es, precisamente, allí donde está el quid de la cuestión y las inevitables interrogantes: siendo el socialismo -por definición- el “monopolio capitalista de Estado” “puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista”, ¿qué forma y contenido caracterizaron y, acaso, caracterizarán a la economía socialista en la época de la dictadura del proletariado, cuando todos los ciudadanos sean “empleados de un solo consorcio del Estado”? ¿Qué será esto en otras palabras?
¿No es lo encima descrito el más puro monopolio del Estado en la economía o el “estatismo” o “centralismo” que no le gustaba y continúa sin gustarle a los anti-estatistas?
De allí, Lenin, siempre preocupado de que los bolcheviques y el pueblo soviético comprendieran los fenómenos que tenían lugar en la sociedad, en enero de 1923, constató: “Ni siquiera a Marx se le ocurrió decir una sola palabra de esto y murió sin dejar ni una cita precisa ni indicaciones irrefutables… nuestro capitalismo de Estado se diferencia del capitalismo de Estado, comprendido literalmente, en que el Estado proletario tiene en sus manos no sólo la tierra, sino también las ramas más importantes de la industria… dado que en nuestro país… a este poder estatal pertenecen todos los medios de producción…(cuando tanto los medios de producción como el suelo en que se halla enclavada la empresa y toda ella en su conjunto pertenecen al Estado)”49.
¡Que manifestación más clara del monopolio del Estado en la economía!
Por ello, hablar de “estatismo” y “centralismo” ante tal aserto leninista sería-como quien dice- un infantilismo.
La cuestión que se coloca aquí estriba en consideraciones elementales de lógica: en las condiciones históricas imperantes en que la Rusia Soviética se vio obligada a subsistir -relaciones de producción precapitalistas, abrumadora mayoría de pequeños y medianos campesinos, nivel elevadísimo de analfabetos, resistencia violenta de parte de la burguesía desplazada del poder, intervención militar extranjera y guerra civil, falta de cuadros calificados en las filas bolcheviques, amenazas permanentes de nuevas agresiones militares, bloqueo económico del país de los Soviets, nacionalización y expropiación de los medios de producción, de la tierra entre otros, de la banca, monopolio del comercio externo, etcétera, etcétera, etcétera- ¿podría haber habido alguna alternativa al sector estatal de la economía como principal motor de desarrollo y de conservación del régimen que pretendía construir el socialismo en Rusia? La respuesta cae por su propio peso: ¡No, no había!
Por tanto, de los postulados de Lenin se sigue que los críticos del “estatismo” o han interpretado incorrectamente a Marx, Engels y Lenin o, lisa y llanamente, los han ignorado con la nada loable finalidad de criticar por inercia a Stalin.
En suma, de todo lo expuesto anteriormente -y entendemos por qué-, dimana una avasalladora verdad: en lugar de haber “responsabilizado” a Stalin por el “estatismo”, Millas y los otros críticos deberían haber dirigido su “dedo acusador” a la persona de Lenin, que, en verdad, fue el impulsor de la política económica “centralista” -siguiendo consecuentemente las enseñanzas de Marx y Engels- y de la creación de un poderoso sector estatal de la economía.
Ya hablamos de la institución, un mes después del triunfo de la revolución, del CSEN. Y, si a ella acrecentamos la creación, primero, de la GOELRO y luego del GOSPLAN, tendremos el cuadro macizo y completo del origen del monopolio del Estado en la economía soviética. Pero -hay que decirlo- no solo y tanto por razones ideológicas, sino, principalmente, porque las condiciones objetivas así lo exigieron.
Los que conocen la lucha de Lenin y luego la de Stalin por acabar con la burocracia, tanto en el seno del aparato de Estado como en el partido, con la falta de educación, formación profesional y cultura del proletariado ruso -herencia de su reciente pasado campesino- y del propio campesinado -casi en su totalidad analfabeto en el momento del triunfo de la revolución social-, СКАЧАТЬ