Название: Escritos varios (1927-1974). Edición crítico-histórica
Автор: Josemaria Escriva de Balaguer
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Obras Completas de san Josemaría Escrivá
isbn: 9788432150173
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I.
HOMILÍAS SOBRE LA IGLESIA Y EL SACERDOCIO
Edición y notas a cargo de Philip Goyret
INTRODUCCIÓN GENERAL
En 1986, Ediciones Palabra publicó un libro titulado Amar a la Iglesia, en el que aparecía como autor san Josemaría Escrivá de Balaguer. La obra incluía dos homilías del fundador del Opus Dei sobre la Iglesia y una tercera sobre el sacerdocio. El volumen recogía también dos escritos del beato Álvaro del Portillo, su primer sucesor al frente del Opus Dei, y una presentación a cargo de Jesús Urteaga[1]. Se trata de la primera[2] de una larga serie de ediciones, traducida a una decena de lenguas, que ha superado los 50.000 ejemplares, y que constituye el texto más difundido y conocido de estas homilías. No se trata, sin embargo, de una publicación póstuma, pues ya en vida del autor las tres homilías habían aparecido, en forma de folleto, en la Colección Mundo Cristiano. Concretamente, El fin sobrenatural de la Iglesia, fechada el 28 de mayo de 1972, se publica en marzo de 1973 juntamente con la homilía sobre La Eucaristía, misterio de fe y de amor, en el n. 160; Lealtad a la Iglesia, fechada el 4 de junio de 1972, apareció publicada por primera vez en abril de 1973 en el n. 162 de esa colección, conjuntamente con la homilía sobre Vida de Fe; y Sacerdote para la eternidad, fechada el 13 de abril de 1973, aparece en agosto del mismo año, en el n. 170, junto a Madre de Dios, Madre nuestra.
Iglesia y sacerdocio son realidades intrínsecamente vinculadas —el Concilio Vaticano II habla de la Iglesia como una «comunidad sacerdotal» (LG 11)—, y la publicación conjunta de estas homilías a partir de 1986 —con el título Amar a la Iglesia, que no es original de san Josemaría—, sigue esta misma lógica unitaria[3]. Se trata sin embargo de una publicación que no pretende presentar, ni siquiera sintéticamente, el pensamiento global del autor sobre estos temas, sino que busca simplemente difundir estas homilías de un modo más consistente que en una colección de folletos. Más adelante tendremos oportunidad de considerar con mayor atención la doctrina de san Josemaría sobre la Iglesia y el sacerdocio desde una perspectiva teológica; ahora, en esta primera aproximación general, nos detendremos en otros tres aspectos comunes a nuestras tres homilías: el género literario, el objetivo buscado y el tono expositivo.
Sobre lo primero conviene señalar que estamos en presencia de homilías que no fueron predicadas, si damos a la predicación el significado común de este vocablo. Queremos con esto decir que no provienen del ministerio de la palabra de san Josemaría, en el sentido de reproducir por escrito lo que sus labios pronunciaron durante un evento litúrgico en un lugar determinado y en un momento preciso[4]. Tampoco son textos preparados explícitamente para ser predicados, aunque luego no lo hayan sido de hecho. Se trata, en definitiva, de textos escritos para ser editados.
En la edición crítico-histórica de Es Cristo que pasa se explica la historia de la redacción de las homilías que allí se recogen, ofreciendo diversos datos sobre el modo de trabajo de san Josemaría, que son de aplicación a las homilías que ahora nos ocupan. En líneas generales, proceden de un primer núcleo de predicación oral, o de consideraciones expuestas durante tertulias, charlas, u otros encuentros pastorales, que fueron recogidas primero por taquígrafos o por medio de registradores y sucesivamente reordenadas, documentadas y enriquecidas, pasando por revisiones sucesivas del autor hasta llegar a la versión definitiva publicada. Conviene también señalar que a medida que se iban sucediendo las versiones, las anteriores se destruían[5]. Este sistema, que coloca el acento en la versión final, trae consigo un límite para el historiador: elimina en gran parte las posibilidades de reconstruir la historia redaccional del texto.
La elaboración de nuestras tres homilías se desarrolla contemporáneamente a la de las recogidas en Es Cristo que pasa y sigue un proceso similar. Naturalmente, al no tener como eje de referencia el calendario litúrgico, no se incluyeron en esa colección. Hay además otra diferencia significativa respecto a las homilías de Es Cristo que pasa: en nuestro caso, sin descartar el uso de algunos textos ya existentes en forma oral o escrita, prevalece como intención primordial, y ya desde el principio, la decisión de preparar escritos para ser publicados, sin apuntar a predicarlos, aunque manteniendo el estilo proprio de la homilética. También en este caso, como explica Antonio Aranda respecto a Es Cristo que pasa, posiblemente haya influido la buena acogida que tuvo en su momento la publicación de la “homilía del campus”, Amar al mundo apasionadamente, pronunciada durante la celebración eucarística en la Universidad de Navarra, el 8 de octubre de 1967[6].
El uso del género “homilía no predicada” puede quizá llamar la atención, pero se trata en realidad de un instrumento que cuenta con una larga tradición a sus espaldas. Basta recordar, por ejemplo, cómo san Agustín se refiere a sus sermones, los cuales «unos (fueron) dictados y otros pronunciados directamente por mí»[7]. Según José Oroz, el santo «predicó muchísimos sermones, parte de los cuales se nos han conservado tan solo gracias a los notarii. Compuso otros muchos que no pronunció nunca, sino que dictó a los copistas. Más aún, podemos admitir, apoyados en unas palabras suyas, como cosa probable, que llegó a dictar algunos sermones para uso de los sacerdotes de Hipona y de otras diócesis»[8]. En la Introducción general a la monumental Opera omnia de san Agustín dirigida por Agostino Trapè, Franco Monteverde describe el Comentario al Evangelio de San Juan diciendo que consiste en «124 discursos, en parte pronunciados, en parte dictados»[9]. Estos son los discursos presentados luego como “homilías” en el volumen XXIV. Sobre las célebres Enarrationes sobre los salmos, el obispo de Hipona afirma: «Psalmos omnes [...] partim sermocinando in populis, partim dictando exposui»[10]. Más en particular sobre los salmos 1-31, Angelo Corticelli opina que los respectivos comentarios «no fueron ni predicados, ni escritos para ser expuestos en público»[11].
No es esta la sede para profundizar en este tema[12]; basta con estas referencias al santo e ilustre obispo africano, distinguido por su profunda y abundante predicación, para captar la existencia y la importancia de este recurso literario, que imprime especial animación pastoral a un texto, escrito sin la intención de componer un manual de enseñanza académica. El género homilético, en efecto, no busca —al menos, como primer objetivo— exponer en modo sistemático y estructurado el pensamiento del autor, sino que apunta a mover interiormente al oyente (o al lector, en nuestro caso) hacia el amor de Dios, suscitando en él fervor y conversión. Esta peculiar conformación literaria da también razón de la asignación de una fecha; como se sigue de lo ya dicho, esta no está ceñida a un evento determinado, sino que pretende ofrecer al lector un marco existencial, dentro de un contexto cronológico más general[13]. En suma, si bien nuestras tres homilías no fueron materialmente pronunciadas en las fechas indicadas, fueron compuestas en el arco de esos años (1972-1973), y fueron fechadas remitiendo a una festividad, o a unas próximas ordenaciones, que adquieren valor simbólico.
Pasemos ahora al segundo aspecto СКАЧАТЬ