Un refugio en la tomenta. Cara Colter
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Читать онлайн книгу Un refugio en la tomenta - Cara Colter страница 4

Название: Un refugio en la tomenta

Автор: Cara Colter

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Julia

isbn: 9788413750958

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      —Ese es el camino más difícil —no dijo el más extraño.

      Había llegado atravesando el bosque, desde una pequeña carretera poco conocida. Aquello explicaba el que ella no hubiese detectado señales de su presencia en el camino.

      Haciendo todo lo posible por no aumentar su dolor, terminó de limpiar la herida. El tacto de su piel era exactamente como ella lo había imaginado: como cálida seda que cubriera un bloque de acero.

      Shauna volvió a la carga, tratando de que sus preguntas parecieran triviales.

      —¿Qué te ha traído hasta aquí, con un bebé?

      —Estamos de vacaciones.

      —¿De vacaciones? —demasiado tarde, trató de eliminar el escepticismo de su tono de voz. Se dirigió al aparador de la cocina y preparó la vieja fórmula familiar favorita de su hermano Jake para curar las heridas—. No creo que muchos padres eligieran este lugar para venir de vacaciones con sus bebés.

      —¿De verdad? —dijo él con calma—. Aire fresco. Magníficos bancos de pesca. ¿Qué es eso?

      —Trementina y azúcar moreno. Acaba con la infección.

      —¿Estás segura? —gruñó él.

      —El aceite de keroseno también sirve, pero hay que tener mucho cuidado con él, porque quema la piel.

      —¿De verdad?

      —También la ceniza mezclada con manteca se puede utilizar, pero es muy pringoso—. Decidió hablarle de aquellos remedios caseros en parte para distraer su atención y disminuir así el dolor, y en parte, para darle la imagen de una chica de campo, poco sofisticada e incapaz por tanto de plantearse la posibilidad de que él hubiese secuestrado al bebé.

      —Mi hermano Jake te habría puesto una telaraña para ayudar a cicatrizar, pero yo utilizaré una venda.

      —¿Estáis escasos de telarañas?

      —Creo que el bebé se las está comiendo todas.

      Él no pudo evitar reírse. Ella le vendó de cintura para abajo, la espalda y el vientre, para mantener las gasas en su sitio. Era muy difícil hacerlo sin tocarle, así que simplemente se dejó llevar por las circunstancias.

      Aquello fue un error. Cada vez que sus manos entraban en contacto con su piel y sus músculos, una sensación física la sacudía. Afortunadamente nunca le había caído un rayo, pero estaba segura que la sensación sería parecida. Sentía una necesidad imperiosa y pura que, ¿de dónde venía? Esa necesidad por ser besada y abrazada con fuerza, que excedía al sentimiento que acompañaba a la necesidad de beber o de comer.

      ¡Pero no por aquel hombre!, pensó. Era un extraño, con una herida sospechosa, y un bebé que empezaba a sospechar que no era suyo. Todo a su alrededor exhalaba misterio y amenazaba con peligros desconocidos. Tenía muchas preguntas que hacerle, y fue ordenándolas mentalmente, mientras continuaba vendándole. Pero Shauna sabía de antemano que las respuestas que obtuviera no iban a lograr satisfacer su curiosidad.

      —Me estás vendando como a una momia. No me va a reconocer ni mi madre —se quejó él.

      —Ya que lo mencionas, ¿dónde está la madre del bebé?

      —Murió. Murió al nacer él.

      —Y tú eres su padre ¿no?

      —Sí —dijo él reflejando cierta emoción en sus ojos.

      Ella se dio cuenta de que mentía pero dijo con tranquilidad:

      —Bueno, pues bienvenido a la cabaña. Es modesta, pero si es aire puro y pesca lo que estás buscando, podrás encontrar mucho aquí. Yo tengo que irme, pero si quieres que te deje algo…

      —No puedes irte a ninguna parte esta noche. Ya está oscuro —él se lo dijo con amabilidad, pero ella presintió que se había convertido en su prisionera.

      —Es verdad —dijo tranquilamente—. No sería muy inteligente andar deambulando por las montañas en la oscuridad. Pasaré aquí la noche y me iré por la mañana.

      Dicho esto, lo miró con disimulo. Ella conocía los senderos de la montaña tanto de día como de noche. Y además, aquella noche iba a haber luna.

      Ben McKinnon miró con detenimiento a su prisionera, porque eso era lo que ella era en esos momentos. No podía correr el riesgo de dejarla marchar para que fuera contando por ahí que les había visto a él y al bebé. Se preguntó si ella lo sabría, sospechaba que sí. Sus ojos azul turquesa reflejaban inteligencia.

      Ella era una complicación que no necesitaba. No esperaba encontrarse con nadie en la cabaña. Necesitaba cinco días, tal vez seis, en un lugar donde no pudiesen encontrarle, y donde nadie le buscara. Mientras tanto, Jack Day, un amigo de la Agencia Federal de Inteligencia, descubriría quién le había traicionado, y si los enemigos políticos de Noel East tenían intención de llevar su deseo de venganza hasta el bebé. En el bosque, Ben había escondido una radio de alta tecnología para poder comunicarse con él más adelante.

      Noel East, un hombre valiente que había decidido presentarse como candidato de la oposición a las primeras elecciones libres de su país, Crescada. A Ben le habían asignado la misión de protegerle. Había fracasado totalmente.

      El bebé comenzó a protestar, sacándole de sus pensamientos y devolviéndole a la realidad.

      —¿Cómo puede algo tan pequeño meter tanto ruido? —preguntó ella asombrada.

      —Es lo mismo que me vengo preguntando desde hace tres días —respondió él, y vio cómo su error se reflejaba en la cara de ella. Acababa de decir que era su padre—. Tiene hambre —añadió tratando de mostrar su conocimiento de la materia, y recuperar así su imagen.

      —¿Tienes comida para él?

      —En la mochila —se levantó rápidamente para interceptarla—. Yo la sacaré.

      Era consciente de que no lo estaba haciendo muy bien. Primero había fallado en su intento por convencerla de que era el padre del bebé, y después le había mostrado que había algo en su mochila que no quería que viera.

      —Necesitamos calentar la comida.

      —Traeré algo de madera para encender la estufa —dijo, saliendo de la cabaña.

      Ben se acercó a la ventana para controlar sus movimientos. Era una mujer más que bella, impactante. ¿Qué hacía una mujer como ella dirigiendo un negocio como aquel? Probablemente se escondía, pensó. Lo mismo que él, solo que de algo diferente. Ben estaba dispuesto a apostar que se trataba de un hombre.

      Capítulo 2

      SHAUNA sentía cómo el sudor le recorría la frente.

      —Date por vencida —le sugirió su huésped—. No puedes ganar. Te vas a romper el brazo intentándolo.

      Estaban echando un pulso, para СКАЧАТЬ