Corazón al desnudo. Patricia Thayer
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Название: Corazón al desnudo

Автор: Patricia Thayer

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Julia

isbn: 9788413488684

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СКАЧАТЬ hacer…

      —Lo sé —interrumpió ella—. Se que están muy ocupados. Por esa razón le sugiero que en lugar de contratar a alguien para que lo haga, me deje hacerlo a mí. Puedo trabajar con usted.

      Rafe lo sabía. En cuanto llegó a la casa tuvo el presentimiento de que ella querría algo más que un presupuesto.

      Tenía que dejarle las cosas claras.

      —Mire, no tiene ni idea de lo que esto implica. Es trabajo duro —miró su cuerpo delgado—. Tengo problemas para encontrar a chicos que quieran hacer ese trabajo.

      —Pero esta es mi casa —dijo ella—. Ya he invertido mucho en ella. Y ahora no tengo muchos fondos para conseguir arreglarla para abrir el negocio.

      —¿Podría ayudarla su familia?

      Ella miró a otro lado.

      —Ya soy mayor para pedir dinero a la familia.

      —Este es un proyecto importante, señora Harris. Quizá sus padres quieran invertir para que su hija pueda vivir en este sitio.

      Ella cerró los puños.

      —Mis padres no pueden ayudarme, señor Covelli. Y para su información, esta casa la inspeccionaron antes de subastarla. La compañía del gas estimó que la cocina estaba en buen estado. Las tuberías se arreglaron antes de que yo comprara la casa. Así que, este sitio es habitable. Si usted no me ayuda, buscaré a otro que lo haga.

      Se sacó una tarjeta del bolsillo.

      —También está la Norton Construction Company en Bedford —dijo—, así que gracias por su tiempo —se volvió y se dirigió al recibidor.

      —¿Norton Construction? Tienen fama de hacer las cosas baratas, pero no tendrá la calidad que esta casa merece —dijo él y la siguió hasta la escalera.

      —Es lo que puedo pagar, señor Covelli.

      —¿Le importaría dejar de llamarme así? Me hace sentir como un anciano. Me llamo Rafe.

      —Cómo lo llame no va a cambiar el hecho de que no puedo pagar su precio.

      Rafe notó que las lágrimas asomaban a sus ojos, ella se volvió y puso el pie en el siguiente escalón. Uno de los peldaños deteriorados. Perdió el equilibrio, gritó y comenzó a caer.

      Rafe la agarró y consiguió detenerla. La abrazó contra él y ambos se cayeron. Shelby acabó tumbada encima de él. Rafe la rodeaba con los brazos. Era increíble. La suavidad de ella sobre su cuerpo tenso. Él inhaló el fresco aroma de ella. De repente, sintió como si se encendiera una llama en su interior y supo que tenía que soltarla.

      Pero no podía moverse.

      Shelby se puso en pie y lo miró con sus preciosos ojos verdes. Él miró sus labios y contuvo un gemido, no podía ignorar el deseo que sentía de besarla.

      —¿Está bien? —preguntó él conteniendo sus pensamientos.

      Ella se sonrojó, asintió y se retiró un poco.

      —Me temo que no estaba mirando dónde pisaba.

      —Eso ocurre. Ya ve porqué hay que arreglar esas escaleras antes de que alguien se haga daño.

      —Sí —ella se sentó en un peldaño—. Lo haré. Gracias por venir a hacer el presupuesto.

      Él se levantó. Comenzó a bajar las escaleras, pero sabía que no podía dejarla en manos de Gus Norton.

      —Mire, puedo darle los nombres de otras empresas de confianza, pero su presupuesto no va a ser menor que el mío —escribió dos nombres en un pedazo de papel y se lo dio.

      —Se lo agradezco. Gracias —dijo ella tomando el papel.

      Él se quedó allí unos segundos. Aunque la mujer era alta, tenía un cuerpo delicado y le costaría mover el material pesado. Pero en los treinta minutos que había estado con ella, se había dado cuenta de que Shelby Harris era lo suficientemente cabezota como para intentarlo.

      —El miércoles vendré con una cuadrilla para comenzar el trabajo del exterior —dijo él.

      Ella asintió pero no sonrió. Y por alguna razón, él se decepcionó. Después de todo, le estaba haciendo un favor.

      —Si tengo tiempo, quizá pueda ayudarle a quitar el…

      —No necesito que se compadezca, señor Covelli —dijo ella—. Ya lo haré yo.

      —No lo dudo, señora Harris. Pero no me estaba compadeciendo. Aquí, en Heaven Springs, lo llamamos ser amable.

      Capítulo 2

      SHELBY se quedó en el porche viendo como Rafe se marchaba en el coche.

      —Hombre arrogante —masculló mientras se sentaba en un escalón.

      ¿Con qué derecho mandaba sobre ella? Ningún hombre le decía lo que tenía que hacer. Ella no era como su madre, débil y sumisa, que dejaba que los hombres controlaran su vida y luego se marcharan. Ella recordaba que cuando era una niña, los hombres entraban y salían de la vida de Nola Harris. El padre de Shelby inclusive. Años atrás prometió que nunca dejaría que un hombre le hiciera daño.

      La mayor parte de su vida se las había arreglado sola y no iba a dejar que Rafe Covelli cambiara eso.

      Shelby miró hacia la casa, y de repente se sintió agobiada. ¿Cómo iba a hacerlo todo? Suspiró y recordó todo lo que había trabajado para ahorrar y comprar ese sitio. Era su casa. Se emocionó. Stewart Manor era suya.

      Se volvió y miró el prado. Había más rastrojos que hierba. Había que podar los arces. Y el seto que rodeaba el terreno.

      Se levantó y comenzó a bajar las escaleras, obligándose a no deprimirse. Siempre había conseguido enfrentarse a todo lo que le ocurría, y había sobrevivido. En ese sitio había mucho trabajo por hacer, pero podría hacerlo.

      Llegó a la parte trasera de la casa y vio que no estaba en mejor estado que la parte delantera. Había malas hierbas por todos sitios. El jardín de rosas estaba abandonado, pero algunos arbustos habían sobrevivido al abandono.

      Shelby continuó inspeccionando la propiedad y, después de atravesar una zona boscosa, se quedó de piedra al ver la casita. La pintura estaba cayéndose a trozos y la mayoría de los cristales estaban rotos… Respiró hondo para controlar su reacción y caminó hasta llegar a ella.

      En el porche había un balancín oxidado y ella comenzó a recordar. Un verano en Indiana, su madre y ella sentadas en el columpio esperando que llegara la lluvia. Shelby solo tenía seis años, pero recordaba esa época como la más feliz de su vida junto a su madre.

      Sintió un escalofrío y sus sentimientos amenazaron con aflorar. No podía dejar de pensar en la mujer que solía ir a visitarlas a la casita. Una mujer que vivía en Stewart Manor y que se llamaba Hannah. Era guapa y siempre sonreía. Cuando iba a visitarlas, siempre llevaba helado o galletas. Un СКАЧАТЬ