Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1
Автор: Victoria Dahl
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756462
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Recuperó un poco la calma y miró alrededor de la esquina. No vio nada. ¿Era posible que aquel café barato tuviera demasiada cafeína? Había estado nerviosa todo el día. Su vibrador no había intentado asesinarla, ni tampoco aquel tejón, o lo que fuera.
Se le escapó una risa temblorosa cuando se apartaba de la pared. The Bar estaba en la acera de enfrente, a menos de una manzana de distancia. Alguien abrió la puerta del pequeño local, y la música sonó por la calle. Alguien salió del aparcamiento del supermercado y condujo hacia ella. La vida recuperó la normalidad. Todo iba bien.
Con una sonrisa forzada se dirigió a The Bar.
—¡Molly Jennings! —exclamó el camarero en cuanto ella entró por la puerta.
Molly ladeó la cabeza, observó su rostro y sonrió.
—¡Juan! Tienes un aspecto estupendo.
Era un poco exagerado, pero él sonrió y se encogió de hombros. Juan tenía dos años más que ella. Había sido uno de los jugadores de fútbol estrella en el Creek County Haigh, pero sus músculos se habían ablandado y se habían convertido en algo que se parecía sospechosamente a la grasa. Su sonrisa, sin embargo, seguía siendo amplia y genuina. Molly se sentó en uno de los taburetes de la barra.
—Ha llamado Lori —le dijo Juan—. Ha dicho que llegará un poco tarde. Ha tenido que sacar un coche de una zanja.
—Gracias, Juan.
—¿Qué tomas? ¿Alguna bebida flojucha? ¿Cosmo? ¿Martini? ¿Un zumo de granada?
—Oh, eh, ¿de verdad tienes zumo de granada?
—No, no. Pero tengo zumo de arándanos y de manzana. ¿Qué te apetece?
Molly miró a su alrededor. La mayoría de las mesas estaban ocupadas, y todo el mundo tenía una cerveza o un vaso de chupito delante. Pero, demonios, ella quería un cóctel Cosmopolitan.
Suspiró, y dijo:
—Tengo que hacerme una buena reputación aquí, Juan. Será mejor que me tome una cerveza.
Juan miró hacia ambos lados de la barra y después se inclinó un poco hacia ella.
—¿Y si te hago un martini con limón y te lo sirvo en una copa grande con hielo? ¿Crees que podrías tomártelo como si fuera un vodka con tónica?
Molly se irguió y se echó a reír.
—Sí, demonios. Adelante —dijo.
Después de todo, parecía que aquella noche iba a ir bien.
Mientras Juan le preparaba la bebida secreta, Molly se acercó a la máquina de música para ver qué canciones había. Parecía que no la habían puesto al día desde los años ochenta. Todo era country clásico o rock. Eligió George Strait y volvió rápidamente a la barra, en busca de su bebida.
Cuando volvió a abrirse la puerta, se volvió para decirle «hola» a Lori. Al ver a Ben entrando en el bar se quedó muda. Oh, demonios, aquella noche iba a ir muy bien.
Él iba mirando al suelo, pero la miró por entre las pestañas. Molly se derritió desde la coronilla a los dedos de los pies.
—Hola, Ben —dijo—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Él alzó la cara; llevaba la máscara de policía.
—Me he dejado caer para comprobar que todo va bien, como hago siempre.
—¡Hola, Jefe! —le gritó Juan desde el otro lado de la barra—. ¿Qué te trae por aquí?
Él se puso muy rojo, pero sonrió.
—Ponme una cerveza —respondió.
Molly sonrió, pero al mirarlo con atención, la sonrisa se le borró de la cara. Ben no iba de uniforme aquella noche. Llevaba vaqueros, botas y un viejo abrigo marrón, pero además de eso llevaba una camiseta verde un poco descolorida que le marcaba el pecho. Cuando se quitó el sombrero y el abrigo, ella se sintió como si lo estuviera viendo desnudo, y se excitó.
Oh, Dios, realmente había ensanchado de hombros, y sus brazos se habían vuelto más fuertes. Tenía el pelo ligeramente húmedo. Molly tuvo que contener un gruñido, y contener el impulso de ir hacia él y besarlo.
Nunca había besado a aquel hombre, pero quería comérselo entero, llevárselo a casa para tener una sesión de sexo ardiente. Era joven, guapísimo y delicioso. Y estaba allí. Con ella.
Molly tomó la copa y se bebió la mitad de cuatro tragos.
—Tal vez debería prepararte otra —sugirió Juan, y Molly asintió mientras Ben se sentaba a su lado.
Ella no lo miró. Estaba segura de que, con su instinto de policía, iba a darse cuenta de que estaba a cien.
—Bueno, y… —Ben carraspeó—. ¿Has tenido un día agradable?
—Sí.
Él se movió en el taburete, y su rodilla se rozó con las de ella, y Molly dio un respingo.
—Disculpa —dijo Ben, y alejó un poco la rodilla.
Molly apuró el resto de la copa. Comenzó a sentir un calor agradable en los músculos, y cierta despreocupación. ¿Así que estaba excitada? No era ningún crimen, aunque estuviera pensando en acosar a un policía.
—Estás enfadada, ¿no? —le preguntó Ben suavemente—. No quería ofenderte antes. Hacer preguntas es mi trabajo.
—No pasa nada.
Juan le sirvió la segunda copa a Molly, y ella la tomó entre las manos.
—Lo que pasa es que no entiendo qué estás ocultando, ni por qué. Si me lo dijeras…
—Ni lo sueñes, Jefe —dijo ella. Animada por el siguiente trago de martini, giró su taburete y dejó que sus rodillas le presionaran la cadera a Ben—. Mi secreto es lo más interesante que hay sobre mí. ¡Míralo! ¡Tú ni siquiera puedes alejarte de mí! No niegues que has venido a verme. Ni siquiera estás de servicio.
—Tal vez —dijo él, y miró sus rodillas. Ella llevaba unas mallas negras debajo de la minifalda—. ¿Significa eso que me has perdonado?
—Bueno, mis piernas sí te han perdonado, ¿y no es eso lo importante?
La expresión de Ben se hizo más cálida, y cuando la miró a los ojos, con alcohol o sin alcohol, Molly volvió a sentir una lujuria abrasadora.
—No voy a negar la importancia de eso —murmuró él. Entonces, apartó su mirada sexy de ella y alzó la botella para indicar que estaba vacía, y que quería otra.
La puerta se abrió detrás de ellos, y Molly rogó que no fuera Lori.
«Que haya habido un accidente… ¡sin heridos! Algo pequeño que haya provocado un enorme atasco en el aparcamiento de la gasolinera, y que la tenga ocupada СКАЧАТЬ