Название: Una historia sepultada
Автор: Felipe I. Echenique March
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Pùblicahistórica
isbn: 9786078636815
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Lo anterior es plenamente constatable dentro de los papeles que refieren la vida de los primeros cincuenta años de la dominación española en la Nueva España. En ellos se puede fácilmente comprobar que existe una plena disparidad entre los nombres que se refieren en los títulos o encabezados que los presentan o identifica, con los que se consignan en el propio documento.
Nada de ello es extraño u anómalo dentro de las labores de los archivistas o editores, pues simplemente da cuenta de sus trabajos para facilitar la consulta de los materiales que resguardan o que se quieren dar a conocer.
Sin embrago, lo anterior se convierte en un problema cuando aquellas explicables actualizaciones archivísticas o editoriales, pasan inadvertidas dentro de las narrativas de los historiadores, sin reparar en aquel hecho, intentando hacer valer aquellas designaciones actualizadas como verídicas y existentes desde los primeros momentos, esto es, ocultando o haciendo caso omiso de las primeras denominaciones que simplemente no se refieren en los documentos que mencionan o editan.48
Con lo antes expuesto sólo quiero dejar constancia de que en casi todos los documentos revisados, sobre todo los anteriores a 1535, en carátulas posteriores o adendas en el primer folio, en la parte superior, o en las fichas catalográficas se puso el nombre de Mexico (Mejico)49, aunque en dicho documento no esté escrito ese sustantivo, sino el de la ciudad de Temixtitan, Temistitan o en el caso de los que expidió la Corona la designación sea Temistitan, Mexico; Temixtitan, Mexico; Tenuxitan Mexico, pero no sólo el de Mexico, como algunos historiadores pretenden hacer valer en sus narrativas.
A este hecho de “afectación de actualización archivística o editorial” que ha pasado inadvertida en las narrativas históricas sin mayor explicación, le debemos por una parte la prevalencia del nombre de México en la identificación de los documentos más tempranos, como si ello hubiese sido cierto, y por otra parte ninguna aclaración de los historiadores sobre ese punto, dejando que corran las plumas con esas actualizaciones que terminan construyendo una ahistoricidad en la que nadiese ha detenido.
Sin embargo, la revisión detenida y cuidadosa del material existente da una clara cuenta de que aquella labor archivística, editorial o de narrativas posteriores, terminó sepultando las primeras huellas de identidad que utilizaron los conquistadores para referir a la principal ciudad de la Nueva España como Temixtitan, toponimia que inclusive utilizaron los mismos don Carlos y doña Juana su madre, reyes de Castilla y Aragón, en los documentos más antiguos, como veremos en su oportunidad.
Por otra parte, estas “actualizaciones de nomenclaturas”, no quedaron en los niveles antes referidos sino que también ocurrieron con todo el material que durante distintas épocas y para distintos fines se reunió y publicó bajo los títulos genéricos de Cedularios o Colecciones de documentos.
Los distintos Cedularios, a los que ya me he referido en notas previas a este apartado, dejan ver claramente que no siguieron a pie juntillas los originales de que se valieron para dar cuenta de los instrumentos que refieren, sino la más de las veces, actualizaron las designaciones jurisdiccionales con los sustantivos entonces en uso, junto con las particulares del ordenamiento que interesaba destacar.
Así que tomando en cuenta las características complementarias y añadidas a toda esa masa documental antes referida, uno puede terminar descubriendo que la consignación del sustantivo México, que se refiere en una buena parte de ella, sólo se encuentra expresada en las portadas, apostillas posteriores o en fichas catalográficas, sin estar presente en el propio documento que se refiere.
Ahí una distorsión o deformación, producto de las actualizaciones que requirieron los órganos de gobierno para el manejo de sus expedientes y del descuido de los historiadores por no advertir esa circunstancia bajo la que actuaron archivistas o inclusive editores, para facilitar la lectura y comprensión de los materiales que estudiaban y presentaban.
Unas u otras acciones son verdaderamente abrumadoras y llegan hasta nuestros días. Un ejemplo de ello puede ilustrar el nivel en que ese modo de actuar se ha enquistado aún en el mundo académico más refinado y más cuidadoso, como lo llevó a cabo José Luis Martínez en la edición de sus Documentos cortesianos, donde siguiendo la tradición editorial mantiene el título de, por ejemplo: “Ordenanzas militares mandadas pregonar por Hernán Cortés en Tlaxcala, al tiempo de partirse para poner cerco a México.”50
Es claro que ni en ese ni en otros documentos que Martínez editó, al interior de los mismos, se menciona el nombre de México y para el caso que hemos referido ni siquiera el de Temixtitan, que en todo caso sería la ciudad hacia donde dirigiría su campaña militar, para lograr su total sujeción y dominio, después de haber sido expulsado de ella en julio de 1520.
De tal suerte que al colocar en el título del documento el nombre de México se falsea el contenido y sentido que expresa el documento mismo. Las ordenanzas bien dicen: “a los españoles que en mi compañía fueren a esta guerra que al presente vamos, y a todas las otras guerras y conquistas que en nombre de su majestad…”, lo cual quiere decir que no era privativo para las campañas de conquista inmediatas, sino incluso para las futuras, esto es una ordenanza no para la toma de la ciudad de Temixtitan en concreto, sino para toda la campaña de conquista que seguiría a esos días, en territorios y provincias totalmente desconocidas. Mencionar a México en la cabeza del documento es acabar con la propia incertidumbre que manifiesta la ordenanza ante lo desconocido de los pueblos que habitaban y dominaban ese inmenso territorio que se proponía conquistar, y que para esos momentos seguían siendo totalmente desconocidos para Cortés y su hueste.51
Regresando a nuestro punto acerca de las actualizaciones en la designación de demarcaciones jurisdiccionales y político-administrativas, en todas ellas –archivísticas, editoriales o en narrativas– aún sin que podamos presumir malicia alguna, incurren en consignaciones ahistóricas que permiten trazar una línea de continuidad muy tersa y suave que no repara en cambios o disrupciones en la designación de lo conquistado y sometido, y con lo cual se ocultan los distintos momentos por los que transitó la dominación y sujeción de pueblos y territorios.
Este es uno de los principales problemas al que nos enfrentamos al revisar el acervo documental del que vengo tratando y del que me ocuparé en este trabajo. Pero ello queda superado al contrastar cuidadosamente la documentación, en donde se puede notar con facilidad la ausencia de la designación que actualiza, y, en lugar de la misma, la designación consignada en el propio documento.
Para llevar a cabo ese trabajo he tenido que recurrir a la revisión pormenorizada de cada uno de los documentos, cotejando la edición con los papeles originales, con el fin de desterrar toda duda y con ello validar la certeza de mis afirmaciones.
En otros casos no fue posible la localización del original, pero ello no altera el conjunto de lo encontrado pues hay elementos que nos ayudan a desestimar las manifiestas anomalías.
Toda la información reunida para este trabajo tiene que ver con circunstancias específicas que se desprenden del orden cotidiano inscrito en el sistema de conquista y dominación, no estático, sino siempre dinámico, dados los distintos momentos de su acción en áreas geográficas específicas y las consecuentes luchas contra los pueblos originarios, los diversos intereses que estaban presentes en la consolidación de lo conquistado y en las subsecuentes campañas de expansión y sometimiento del resto de pueblos y territorios de eso que los españoles llamaron la Nueva España.
Pero todo ese accionar político militar incierto –por lo desconocido de los grupos humanos y territorios a conquistar y someter, aunque no por ello menos prepotente en su actuar tanto en la realidad como en las maneras de designar las realidades con que se СКАЧАТЬ