El amor de sus sueños. Julie Cohen
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Название: El amor de sus sueños

Автор: Julie Cohen

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: elit

isbn: 9788413489599

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СКАЧАТЬ de que si había reconocido su voz había sido porque habían ido al mismo instituto. Se movió para intentar oír mejor pero tiró uno de los ladrillos y el ruido hizo que se perdiera parte de su contestación.

      –… volví a Portland hace unos seis meses para empezar mi propio negocio. Y, sí, la gente suele recordarme por mi pelo –repuso.

      Ella rió y Jack comenzó a sudar. Intentó calmarse. Al fin y al cabo, se conocían del instituto, no de su sueño. Si su cuerpo estaba reaccionando así era porque habían estado hablando del sueño minutos antes. Y seguramente estuviera soltando adrenalina con retraso tras la caída. Si eso era posible.

      Tenía que salir de allí. Miró de nuevo a su alrededor. Sus ojos se habían adaptado a la oscuridad y podía distinguir algunos bultos grandes cubiertos con sábanas. Oz seguía preguntándole cosas, qué había hecho desde el instituto, si su familia aún vivía en la ciudad y cosas así. No podía concentrarse en sus respuestas, sólo en su voz, dulce y algo ronca. Le acariciaba los oídos con gran sensualidad. No podía dejarla sola con Oz, que también era soltero y atractivo.

      Descubrió uno de los bultos, era una vieja silla de terciopelo. La llevó hasta la pila de ladrillos que había bajo el agujero.

      Se preguntaba una y otra vez quién sería ella. No podía recordar a ninguna Katherine del instituto y no entendía qué tendría su pelo de especial.

      Ella rió de nuevo y cuando la oyó, el cuerpo de Jack rebosó de adrenalina, pero no fue por la caída. Se subió a la silla, agarró el borde de la trampilla y se impulsó para salir del agujero.

      Se puso en pie y se apresuró a acercarse hasta donde Oz y Katherine estaban charlando. El corazón le latía con fuerza. Ella, una esbelta mujer, le daba la espalda. Tenía un precioso cabello del color de las hojas en otoño, y lo llevaba recogido sobre la nuca. Le resultaba familiar.

      Se paró a su lado y le tendió la mano.

      –Hola, soy Jack.

      Ella tardó tanto en girarse que le pareció una eternidad. La observó como en una escena a cámara lenta. Su cuello y barbilla eran delicados, su nariz fina y recta, su boca rosada y jugosa, su tez pálida. Y el pelo… El pelo era del color del fuego.

      Vaya que si la conocía.

      Era probablemente la única persona en el mundo que lo había llegado a odiar.

      Capítulo 2

      –¿Kitty Giroux? –le preguntó Jack tragando saliva.

      –Ahora me llamo Katherine Clifford –lo corrigió ella mirándolo de arriba abajo–. Vaya. Parece que era verdad que ha estado en un agujero.

      Jack se miró. Su ropa estaba cubierta de polvo y sus vaqueros estaban rotos en una de las rodilleras. Se pasó las manos por la camisa y una nube de polvo se formó delante de él. No pudo evitar toser. Tragó saliva, la miró e intentó recuperar algo de su habitual encanto.

      –Sí, me gusta hacer entradas dramáticas.

      –Ya veo –contestó ella.

      Parecía haberle cambiado la voz. Había perdido el tono dulce y meloso con el que había estado hablando hasta hacía un segundo con Oz. Sus palabras eran ahora cortantes y secas.

      –Bueno, señor Taylor. Le he traído algunas muestras de mi trabajo que supongo que querrá ver antes de que hablemos de lo que este proyecto necesita.

      Se fijó por primera vez en su atuendo. Llevaba un elegante traje color crema y portaba una gran cartera de cuero.

      –Jack. Llámame Jack, por favor. Al fin y al cabo fuimos juntos al instituto, ¿te acuerdas? –dijo mientras le ofrecía su mano.

      Ella lo saludó con brevedad. Su mano estaba helada.

      –Lo recuerdo. ¿Tiene una mesa o un escritorio donde pueda dejar mi portafolios?

      La mujer que tenía delante no se parecía en nada a la que había estado hablando con Oz. Mucho se temía que después de once meses, ocho horas y veinte minutos, Jack Taylor estaba perdiendo su magia con las mujeres, estaba claro que ya no caían rendidas a sus pies. O se trataba de eso o quizá ella aún estuviera enfadada con él por lo que pasó en el instituto. Pero no le parecía posible, al fin y al cabo, el baile de fin de curso había sido diez años atrás.

      –Bueno, creo que será mejor que antes te muestre el sitio –le dijo–. El cine necesita un montón de reparaciones antes de empezar a pensar en la decoración. Pero quería que un diseñador se implicara cuanto antes en el proyecto para ver qué podemos conservar de los elementos de época. Si no sales corriendo, deduciré que quieres el trabajo.

      Hasta la más leve de las sonrisas lo dejó temblando. Quizá fuera porque llevaba casi un año sin tocar a una mujer, pero el caso era que aquélla le pareció la más bella que había visto nunca… Al menos en la realidad.

      Para empezar, su pelo era más vívido de lo que recordaba. Su color era cálido y parecía estar lleno de vida. Algunos mechones se habían escapado de las horquillas y se enroscaban alrededor de su cara y su blanco cuello.

      En cuanto a su cuerpo… Recordaba que en el instituto era mona pero estaba claro que se había desarrollado desde entonces. Iba vestida de forma seria, pero el traje no escondía sus curvas. Sus hombros eran delicados y entre las solapas de las chaquetas asomaban delicadas clavículas cubiertas de pecas. Tenía un escote generoso, cintura estrecha y unas caderas por las que cualquier hombre perdería el sentido. Sus piernas eran largas y terminaban en zapatos color crema de tacón alto.

      Pensó que se parecía a Nicole Kidman y en peinarlo con los dedos, hundir en él la cara e inhalar su perfume. Olería a vainilla y canela. Se lo imaginó sobre su pecho desnudo, esparcido sobre su piel, con cada tirabuzón acariciándolo…

      –Esa cartera parece pesada. Deja que lo lleve yo, Kitty –se ofreció Oz devolviendo a Jack a la tierra.

      Éste lo miró fastidiado. Acababa de aconsejar a su amigo que se buscara una novia y parecía estar siguiendo su consejo. Oz, su atractivo, soltero y considerado amigo Oz, estaba adelantándose a él. Parecía que el encanto de Jack estaba más que oxidado.

      –Gracias –contestó ella sonriéndole.

      –Bueno –comenzó con voz temblorosa Jack aclarándose la garganta y mostrándole la habitación a Kitty.

      –Bueno –lo intentó de nuevo–. El cine Delphi. Fue construido en 1926, en principio como sala de conciertos. Pasó a ser sala de proyecciones en los años treinta y estuvo mostrando películas hasta que cerró en 1996. Desde 1999 se convirtió en el cine X más grande de Portland. He dado vueltas por todo el edificio buscando reliquias de esos años pero no he encontrado nada aún.

      Oz rió su comentario pero Kitty se quedó callada. Jack siguió hablando, sintiéndose algo estúpido.

      –Éste es el vestíbulo. Aún puedes ver detalles de la decoración art decó en las paredes y en el techo. Me han dicho que las manchas negras son de un pequeño fuego que hubo el año pasado. Algunos chicos celebraron aquí una fiesta y se les fue la mano. Tendrías que haber visto las bolsas y bolsas de latas de cerveza que Oz y yo sacamos de este sitio en cuanto lo compré.

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