Vida religiosa y casas de formación. Fabio Humberto FSC Hno Coronado Padilla
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СКАЧАТЬ el carisma primigenio de sus fundadores; para ello inicia un éxodo que la lleva a encarnarse en barrios populares, en municipios alejados de las grandes capitales, a realizar su misión en aquellas poblaciones con mayores necesidades y menores oportunidades. Las casas de formación, especialmente postulantado y escolasticado, son desplazadas a los barrios de estratos más bajos de las ciudades o a lugares de misión en regiones de frontera y carentes de las posibilidades, servicios y bienestar de los grandes centros urbanos. El noviciado, con su tradicional encierro y aislamiento, sufre una gran apertura, permitiendo que los novicios puedan trabajar en la evangelización y promoción de la justicia de los más pobres de las veredas de su zona de influencia. Es una época de múltiples experimentos e innovaciones, toda una revolución.

      El modelo inter expresa el nuevo rostro de la vida consagrada que pasa de un formato isla, donde cada congregación religiosa realiza su misión en solitario y totalmente independiente de las demás, a un talante colaborativo y de pastoral de conjunto. Las casas de formación lasallistas se reinventan cuando empiezan a funcionar de forma interdistrital, internacional, intercultural e intercongregacional. De ahora en adelante cada provincia religiosa no tendrá sus propias y exclusivas casas de formación, pues los postulantados, noviciados y escolasticados se tornan en subregionales o regionales, interdistritales, internacionales y multiculturales. Toda una novedad y riqueza, cuyo caminar fue dando sus frutos, mostrando poco a poco las mejores rutas y estrategias formativas. Mención especial merecen las casas de formación intercongregacionales, para nuestro caso lasallista, únicamente un país tuvo casas con formandos procedentes de diferentes congregaciones de Hermanos; camino ya desaparecido, no suficientemente exitoso, pero que expresó en su momento la búsqueda de una nueva manera de ser de la vida religiosa.

      El modelo neoconservador toma la delantera cuando la última innovación tras la exploración de una nueva manera de ser de la casa de formación para el siglo XXI se diluye. Consistió en que, ante el impulso de la misión compartida entre religiosos y seglares, se establecieron casas de formación donde futuros Hermanos y Colaboradores laicos vivían y se formaban juntos en los idearios lasallistas; la cuestión no funcionó por la sencilla razón que se trató de mezclar dos vocaciones muy diferentes, que requerían sus particulares procesos de formación. Así es como la casa de formación actual se identifica por ser autorreferencial y endogámica, por mezclar todo tipo de enfoques y vivencias, sobresaliendo por una vuelta al pasado, en la que se recuperan expresiones ya superadas de la antigua vida religiosa. El modelo actual, en su generalidad, es de tendencia neoconservadora, porque se da una especie de involución y estancamiento, perdió su norte de seguir en fidelidad creativa tras un itinerario de búsqueda de las mociones nuevas, a las cuales siempre llama el Espíritu.

      Hasta aquí esta tipología de modelos de casas de formación. Es oportuno aclarar que, intencionalmente, nos hemos centrado en una breve descripción de su arquitectura, de su ubicación geográfica, de sus destinatarios y, someramente, de algunos rasgos distintivos de sus correspondientes proyectos formativos. En los próximos capítulos nos referiremos más ampliamente a sus fines, pedagogías y procesos de manera tal que se pueda contar con una radiografía más completa de cada modelo.

      También es importante precisar que los cinco modelos anteriores no se suscitaron en la historia de manera lineal, uno tras otro, de forma tal que al desaparecer uno fuera remplazado de inmediato por otro. Tampoco fueron producto de previsiones rigurosas ni de planeaciones milimétricas. El cincuentenario al que hacemos referencia se caracterizó por ser más que una época de cambios, un cambio de época; la cual se tradujo, en la cotidianidad, en un permanente e inusitado florecer de novedades, experimentos y transformaciones en todos los campos. En consecuencia, en cuanto a casas de formación se refiere, el camino se hizo al andar, generándose con el discurrir del tiempo una especie de cohabitación de los distintos modelos, hasta llegar a nuestro hoy, donde predomina una especie de mixtura ecléctica de modelos.

      Frente al anterior panorama podríamos interrogarnos de la siguiente manera: ¿son necesarias las casas de formación hoy?, ¿todavía siguen siendo válidas de cara a la esencia y al quehacer del hecho formativo?, ¿no habrá que suprimirlas e inventarse otra manera novedosa para la formación de los aspirantes a la vida consagrada? Preguntas duras y candentes a las cuales no debemos rehuir. Tal vez la primera pista, para solucionar el dilema, consistiría en ahondar en la memoria del caminar de la vida consagrada que nos revelara, por una parte, lo fundamental, a lo cual no se puede renunciar, y por otra, las tendencias estimulantes del futuro.

      Una segunda pista comprendería un abordaje del itinerario formativo, que se ha recorrido en los lustros posteriores al kairós del Concilio Vaticano II, examinar cómo se cristalizaron sus mejores intuiciones de renovación evangélica, evaluar y valorar lo que ocurrió en las casas de formación, sus procesos, sus políticas formativas, sus éxitos y fracasos, para con objetividad dilucidar ¿qué se debe mantener?, ¿qué se debe renovar?, y ¿qué se debe crear?

      Finalmente, una tercera pista conllevaría el ponernos en estado de discernimiento y volvernos a preguntar: ¿qué nos pide Dios en este aquí y ahora? Pero no tanto con una actitud nostálgica por el pasado, sino, ante todo, con una mirada esperanzada de futuro, pensando y construyendo un modelo alternativo para las casas de formación que requiere el siglo XXI. Entonces, hacer de la ocasión una oportunidad de reflexión hermenéutica, de abordaje proyectivo, germinal y generador. Mirar hacia delante, hacia lo que se ha de construir para el mañana. Hacer de nuestra coyuntura histórica un tiempo simbólico de renovación de proyectos, apuestas, metas, deseos y sueños colectivos. Se trata, en últimas, de un llamado a los formadores para poner a volar la imaginación y la creatividad, para que a partir de la sabiduría y la experiencia acumuladas durante los últimos cincuenta años se atrevan a pensar la casa de formación imaginada.

      Esperamos que las páginas que siguen contribuyan de alguna manera a estos propósitos y permitan encontrar inspiración para transitar la ruta del porvenir, siendo siempre fieles más a la vida que a las estructuras. Así como nos lo enseñara, en los años noventa del siglo anterior, el Hermano australiano, exconsejero general, Gerard Rummery, cuando recordaba a la Madre Teresa de Calcuta. Él contaba cómo, en Roma, en cierta ocasión, le correspondió compartir un taxi con la Madre Teresa y mientras llegaban a su destino estuvieron conversando. Él tomó la iniciativa y le contó de los múltiples preparativos que estaba realizando el Instituto para su próximo capítulo general, de la metodología de frontera que se iba a emplear, de las encuestas y estadísticas en curso, del informe de gestión del último periodo de gobierno, de las evaluaciones y prospectivas, de la comisión preparatoria, de las elecciones de los capitulares procedentes de todo el mundo, de las preocupaciones, de los ires y venires. Entre tanto, la Madre Teresa lo escuchaba con profunda atención y respeto. Finalmente, terminó su narración, y se le ocurrió preguntarle a la Madre Teresa ¿qué le podría sugerir…? Ella respiró hondo, se acomodó en el asiento y le dijo que también en su Instituto se encontraban preparando el próximo capítulo general, y que lo único que habían decidido era pedirles a todas las Hermanas que se preguntaran, oraran y discernieran si estaban viviendo a plenitud el pasaje del evangelio: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3).

      El caminar de la vida religiosa

      Hacer memoria de nuestra historia más cercana no deja de ser problemático por cuanto la proximidad a los acontecimientos no siempre favorece la distancia que requiere la objetividad frente a los hechos y su adecuada interpretación. Quien observa no está aislado del fenómeno, sino que forma parte de este, el fenómeno lo afecta y viceversa. Entonces, haber vivido un fragmento de la historia participando de sus avatares, unas veces como protagonista otras como espectador pasivo, necesariamente conlleva un abordaje subjetivo y particular de todo aquello que se intenta narrar. Sin embargo, siendo conscientes de ello buscaremos aproximarnos a lo ocurrido en la vida religiosa durante СКАЧАТЬ