El Cristo Universal. Richard Rohr
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Название: El Cristo Universal

Автор: Richard Rohr

Издательство: Bookwire

Жанр: Религиозные тексты

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isbn: 9781951539191

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СКАЧАТЬ “elegidos”. O Pablo era un narcisista total o realmente fue “elegido”. Este es el rol inherentemente inestable e incluso peligroso de los verdaderos profetas. Por definición, ellos no representan al sistema sino que obtienen su autoridad directamente de la Fuente, para criticar al sistema. (Aunque los verdaderos profetas son algo raros y Pablo nunca aplica esa palabra para sí mismo).

      Pero notemos el criterio principal de Pablo para la fe auténtica, que es bastante extraordinario: “Examínense para asegurarse que están en la fe. Pónganse a prueba. ¿Reconocen que Jesucristo está realmente en ustedes? Si no, han fallado la prueba” (2 Corintios 13:5—6). ¡Tan simple que da miedo! El encarnacionismo radical de Pablo establece un estándar para todos los santos, místicos y profetas cristianos posteriores. Sabía que el Cristo, antes que nada, debía ser reconocido por dentro primeramente, antes que pudiera ser reconocido por fuera como Señor y Maestro. (¡Perdón por los significantes masculinos, pero la oración era demasiado importante para complicarse en calificativos!). Dios debe revelarse en ti antes de que Dios pueda revelarse completamente a ti. Resonancia mórfica de nuevo.

      Es importante recordar que Pablo, al igual que nosotros, nunca conoció a Jesús en la carne. Como él solo conocemos al Cristo observando y honrando la profundidad de nuestra propia experiencia humana. Cuando puedes honrar y recibir tu propio momento de tristeza o plenitud como una participación agraciada en la eterna tristeza o plenitud de Dios, estás comenzando a reconocerte como un miembro participante de este Cuerpo universal. Te estás moviendo del Yo al Nosotros.

      Así Pablo nos muestra al resto de nosotros que también podemos conocer la presencia infinitamente disponible de Cristo a través de nuestro diálogo mental interno o por la ley natural, que está “grabada en nuestros corazones”. Declara, más bien audazmente, que incluso los llamados paganos, “que no poseen la ley… se podría decir que son la ley” (ver Romanos 2:14-15). Seguramente esta es la razón por la que les habló a los atenienses bien educados de “El Dios Desconocido… a quien ya adoran sin saberlo” (Hechos 17:23). Probablemente Pablo heredó esta idea del profeta Jeremías, quien se atrevió a ofrecer “un nuevo pacto” (31:31) al pueblo de Dios. Pero esta idea permaneció sin desarrollarse en gran parte hasta que un grupo de teólogos morales del siglo pasado buscó una ley natural —como también ocurre actualmente en el fuerte entendimiento de la consciencia individual del Papa Francisco. Sigue siendo chocante para muchos.

      Pero Pablo meramente tomó el encarnacionismo a sus conclusiones universales y lógicas. Vemos eso en su osada exclamación: “Hay un solo Cristo. Él es todo y Él está en todo” (Colosenses 3:11). Si yo fuera a escribir eso hoy la gente me llamaría panteísta (el universo es Dios), aunque yo realmente soy un panenteísta (Dios reside dentro de todas las cosas, pero también las transciende), exactamente como Jesús y Pablo.

      En Cristo

      Pablo resume su entendimiento corporativo de la salvación con su abreviada frase “en Cristo”, usándola más que cualquier otra en todas sus cartas: un total de 164 veces. En Cristo parece ser la palabra código para la experiencia de salvación misericordiosa y participativa de Pablo, el camino que tan urgentemente quería compartir con el mundo. Puesto de manera sucinta esta identidad significa que la humanidad nunca estuvo separada de Dios —dejando de lado y exceptuando que sea por decisión propia. Todos nosotros, sin excepción, estamos viviendo dentro de una identidad cósmica, ya en su lugar, que nos está conduciendo y guiando hacia adelante. Todos estamos en Cristo, queriéndolo o no, feliz o infelizmente, consciente o inconscientemente.

      Pareciera que Pablo entendiera que la individualidad solitaria era demasiado pequeña, insegura y efímera para soportar el “peso de la gloria” o “la carga del pecado”. Solamente la totalidad podía acarrear tal misterio cósmico de constante pérdida y renovación. El conocimiento de Pablo del “en Cristo” le permitió darle a la historia universal de Dios un nombre, un foco, un amor y una cierta dirección victoriosa para que las generaciones porvenir pudieran saltar confiadamente en el viaje cósmico y colectivo.

      Espero que tú puedas aprender y disfrutar el significado completo de esa frase brillante y corta, porque es crucial para el futuro de la cristiandad, que todavía está atrapada en una noción altamente individualista de la salvación, que no termina pareciéndose en absoluto a lo que es salvación. Todos nosotros, sin excepción, estamos viviendo dentro de una identidad cósmica, ya en su lugar, que nos está conduciendo y guiando hacia adelante. Pablo llama a esta más grande identidad Divina el “misterio de su propósito, el plan oculto que hizo tan amablemente en Cristo desde el mismo principio” (Efesios 1:9). Hoy, tal vez lo llamamos el “inconsciente colectivo”.

      Como criaturas —la madre adolescente cuidando a su hijo, cada una de las veinte mil especies de mariposas, un inmigrante viviendo con miedo, un puñado de pasto, tú leyendo este libro— todos estamos “en Cristo” y “elegidos desde el principio” (Efesios 1:3, 9). ¿Qué otra cosa podría ser? Para Pablo la salvación es un mensaje ontológico y cosmológico (que es sólido) antes de siquiera convertirse en uno moral o psicológico (que siempre es inestable). Haz una pausa si puedes y piensa en eso seriamente.

      ¿Alguna vez notaste que en el Evangelio de Marcos, Jesús les dice a los discípulos que proclamen las Noticias de Dios a “toda la creación” o “a toda criatura” y no tan solo a los humanos (16:15)? Pablo afirma que ha hecho esto mismo cuando dice: “Nunca te alejes de la esperanza prometida por las Buenas Nuevas, que se han predicado a todas las criaturas bajo el cielo, y de las cuales yo Pablo me he convertido en servidor” (Colosenses 1:23). ¿Realmente le habló y convenció a “toda criatura bajo el cielo” en su corto tiempo de vida? Seguramente no, pero él sabía que había anunciado al mundo el más profundo fundamento filosófico de las cosas al decir que todo estaba en Cristo —y creía atrevidamente que esta verdad eventualmente se mantendría y triunfaría.

      Para legitimar nuestra nueva religión en el Imperio Romano, los cristianos sintieron que necesitábamos probar que Jesús era divino independientemente. Después del Concilio de Nicea (325), se dijo que Jesús era independientemente “consustancial” con Dios, y después del Concilio de Calcedonia (451), la iglesia acordó una definición filosófica de la humanidad y la divinidad de Jesús, unificadas ambas en él. Todo es cierto, pero tal unidad permaneció en gran medida como una teoría académica distante porque no extrajimos las maravillosas implicaciones prácticas. Como regla estuvimos más interesados en la superioridad de nuestra propia tribu, grupo, o nación que en la totalidad de la creación. Nuestra visión de la realidad era en gran medida imperial, patriarcal y dualista. Las cosas fueron vistas como a favor nuestro o en contra nuestro, y fuimos ganadores o perdedores, totalmente buenos o totalmente malos —hasta el día de hoy ese “yo” tan pequeño y su salvación personal han permanecido como nuestra abrumadora preocupación. Seguramente así es como nuestra religión se volvió tan centrada en la obediencia y la conformidad, en lugar de en el СКАЧАТЬ