Las Investigaciones De Juan Marcos, Ciudadano Romano. Guido Pagliarino
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Название: Las Investigaciones De Juan Marcos, Ciudadano Romano

Автор: Guido Pagliarino

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Эзотерика

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isbn: 9788873042693

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СКАЧАТЬ a colaborar? ¿Pero cómo reaccionarían, no le considerarían tal vez un espía del sanedrín? Una noche, habiendo ya decidido volver a la mañana siguiente, había tenido un sueño revelador. Había subido hasta el tercer cielo y había llegado a conocer al trascendente, casi cara a cara con Dios: nunca iba a conseguir explicar claramente esta experiencia a otros, muy viva, aunque fuera dentro de un sueño, y que le había dado una alegría inefable. Sin embargo, a pesar de la dicha inicial, se le había aparecido al durmiente un demonio espeluznante que le había abofeteado con violencia ambas mejillas. Ese diablo había desaparecido poco después, pero no el dolor: Saulo había sufrido dolores desgarradores en la carne, como si se le clavaran largas espinas y en ese momento había oído la voz de Jesús:

      â€”He aquí las innumerables dificultades que encontrarás en tu apostolado: abandono de amigos, malentendidos, persecuciones, cárceles y dolencias y finalmente la muerte violenta en Roma por decapitación.

      â€”Señor —le había rogado Saulo con palabras contritas por el dolor—, si quieres que sea tu apóstol, dame la posibilidad de anunciar el evangelio hasta cuando muera: no me pongas obstáculos en el camino.

      â€”Para cumplir con tu tarea te bastarán mi amor y mi benevolencia. ¡Yo te amo! No te preocupes y estate seguro de que, a pesar de los muchos sufrimientos, tendrás éxito. Habrá obstáculos que te impedirán llevar a cabo esos proyectos que yo mismo te encargaré, pero ¿qué te importa? Piensa en mi amor sin límites, que no solo se manifiesta en la fuerza absoluta de Dios, sino también en la misteriosa disminución de su poder, en mi dolor y en mi muerte para mi gloriosa Resurrección. Que te sea suficiente ser amado por mí, Dios, y ser hecho partícipe del misterio pascual de mi debilidad y mi fuerza. Y será sobre todo este escándalo aparente lo que predicarás.

      Saulo había visto entonces en el abandono de los amigos, en la enfermedad y en los numerosos otros obstáculos que había encontrado su participación en la debilidad del Dios-hombre crucificado y se había sentido tan amado y sostenido por él como para poder cumplir, por voluntad divina, en su propia carne todo lo que faltaba a la Pasión de Jesús, aunque al mismo tiempo había entendido perfectamente que el único y verdadero salvador de la humanidad era Cristo y también que el único autor del éxito de su apostolado sería él, el Resucitado.

      Jesús le había dicho entonces, justo antes de despertar:

      â€”Haz todo lo que puedas, confiando plenamente en mi amor, que concluirá tu obra. Y ahora ve a Damasco y empieza tu tarea allí.

      El apóstol había vuelto a la ciudad y, lleno de entusiasmo, había predicado allí durante un trienio. Pero con el tiempo había suscitado el odio religioso de los judíos ortodoxos. Hacia la mitad del año 793,14 estos habían decidido, de buena fe, «para honrar al Señor», matar a «Saulo el Hereje». Advertido a tiempo por sus amigos había huido con su ayuda haciéndose bajar por la noche en una cesta de las murallas de la ciudad. Se había refugiado en Jerusalén, en la casa de una hermana casada con la cual había vivido cuando había enviudado, antes del viaje a Damasco. Luego se había dirigido a casa de Marcos, donde, como sabía desde antes de conocer a Ananías, vivían los dirigentes de la Iglesia: no tenía más que una carta que le recomendaba como muy buen y fiel cristiano. Había ofrecido su obra de evangelizador al jefe de los apóstoles, Pedro, y a Jacobo Bar Alfeo, que se había afianzado como el principal en la dirección de los cristianos de Jerusalén, siendo a menudo el primero en ir a otros lugares de Palestina y a la ciudad de Antioquía de Siria. A pesar de la recomendación del buen Ananías, Saulo había encontrado mucha desconfianza: su referente era conocido por los directores de la Iglesia, pero la carta podía haber sido falsa. Solo Bernabé se había mostrado convencido y había intercedido con vigor, consiguiendo hacer desaparecer el recelo de los demás. Al hablar bien en griego, Saulo había empezado a predicar la nueva de la resurrección de Jesucristo en los lugares de más tránsito, delante del templo, a aquellos judíos helenistas que tenían como único idioma esa lengua. Sin embargo, no tuvo éxito. Peor aún, suscitó en ellos tal hostilidad que también ellos, como los hebreos de Damasco, trataron de matarlo. No lo consiguieron porque el apóstol, por un contratiempo, no había pasado ese día por la calle en la que, ocultos, le esperaban armados. Sin embargo, algún hermano en la fe había oído noticias del fallido atentado y había advertido a Pedro. Así que Saulo había sido conducido en secreto, por Bernabé y par de personas más en función de escolta, a Cesarea Marítima y de ahí embarcado a su ciudad natal, Tarso. Allí había permanecido durante cuatro años evangelizando, primero a los hebreos en la sinagoga y luego a los gentiles. Como todos sabían en la ciudad que era ciudadano romano, se había mantenido relativamente seguro: por lo menos aquí nadie había tratado de matarlo. Algunos convertidos por Saulo, trasladados a Roma, habían llevado allí el cristianismo, incluso antes de que llegara Pedro años después.

      En el 798,15 Bernabé se había reunido con Saulo en Tarso y había partido con él de vuelta a Antioquía, cuya comunidad de seguidores de Jesús, ya conocida comúnmente como «los cristianos», coordinaba por encargo de Pedro.

      Capítulo VI

      Habían pasado diecisiete años desde la muerte del padre de Marcos y quince desde el nacimiento de la Iglesia y al emperador Tiberio le habían sucedido en el trono de Roma el mucho más abominable Calígula y su tío Claudio.

      El deseo del joven de hacer justicia con el asesino de su padre, muy vivo en los primeros tiempos, se había atenuado poco a poco en el tiempo, que, aunque no induce al olvido de los seres queridos muertos, deja en cierto momento que los recuerdos afloren solo de vez en cuando y de forma atenuada. Fue entonces cuando inesperadamente, hacia el final del año 798,16 Marcos había tenido el inquietante sueño del padre que salía de la fosa y le exhortaba a visitar su tumba y a buscar a quien le hubiera matado: ese sueño había sido tan real como para inducirle a considerarlo una visión enviada por Dios. El dolor por la pérdida del padre se había vuelto tan intenso casi como el día en el que había llegado la carta de Bernabé con la funesta noticia.

      En la Biblia y en la tradición oral judía, el sueño, cualquier sueño, tiene una gran importancia: induce a ver la realidad bajo una luz más clara, revelando cosas que durante la vigilia aparecen en la penumbra o quedan encubiertas. Pero mucho más importante es el sueño en el que hablan, a veces visibles y a veces no, personajes angélicos o personas difuntas, todos considerados mensajeros de Dios: desde el sueño de Jacob de la escalera que unía Cielo y Tierra transitada por ángeles al profético de su hijo José, a los también proféticos de Daniel, hasta aquellos modernos de José, padre putativo de Jesús y otros seguidores del Nazareno, entre los cuales estaba Saulo Pablo de Tarso. Los acontecimientos antiguos y los nuevos, la espera del Mesías y su venida estaban ligados por ese hilo onírico que, por otro lado, en la vida cotidiana, conectaba, según el sentir general, la dura realidad terrena con la eterna Fiesta celestial, manifestando enseñanzas y desvelando voluntades divinas para las cosas cotidianas.

      Así Marcos, convencido de que el padre le había hablado realmente por orden de Cristo, aunque no llegando a pedir el bautismo a su suegro ni a privarse de sus bienes como los cristianos, había empezado a trabajar con Pedro como secretario y, conociendo bien el griego y el latín, como intérprete y escriba.

      Un par de semanas después del sueño se había producido СКАЧАТЬ