Volando Con Jessica. Giovanni Odino
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Название: Volando Con Jessica

Автор: Giovanni Odino

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Приключения: прочее

Серия:

isbn: 9788885356634

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СКАЧАТЬ que entretanto debería estar listo. Para la formación de vuelo serán alrededor de cincuenta mil para la escuela. El secreto encarece todo.

      —Y estamos en un millón novecientos mil. Y todavía falta su sueldo.

      Decido apuntar alto. No me siento capaz de realizar y organizar todo lo que me está pidiendo.

      —Doscientos cincuenta mil. Cincuenta para sellar el acuerdo y después cincuenta cada tres meses. Todo entre nosotros, claro. Los pagos de los colaboradores, y el mío, deben comprender el coste neto de todos los gastos de cualquier tipo: viajes, comidas y exigencias varias. Estos costes y las adquisiciones las pagará, siempre que sea posible, por adelantado. Hará falta casi un año, pero sobre esto no quiero comprometerme; podríamos necesitar más tiempo.

      —Por supuesto —confirma el abogado—. Estamos de acuerdo. Son dos millones cincuenta mil. Al final tendré un helicóptero de segunda mano encarecido más del cincuenta por ciento. Con todos los servicios incluidos me parece razonable. Sobre una eventual colaboración posterior hablaremos más tarde.

      —Llegaremos a un acuerdo, pero me gustaría hablar de ello después de haber terminado esta primera fase. Será muy dura, créame.

      —No me ha dicho en qué tipo de helicóptero está pensando.

      —Hay muchos, pero el más idóneo para sus exigencias es el Hughes 500. La razón es que, como no consta de elementos hidráulicos, su construcción es relativamente más sencilla que otros modelos. Por otro lado, las personas que deberían ayudarme lo conocen bien, tanto para encontrar las piezas como para montarlo.

      —No sé cuál es. ¿Es frecuente verlo?

      —Diría que sí. Es ese que tiene forma de huevo y que a veces se ve en televisión con la insignia y los colores de la Guardia di Finanza.

      —Ah, ¿sí? ¿De la Guardia di Finanza? Perfecto para perseguir a los evasores fiscales. —El abogado suelta una carcajada con su propio chiste irresistible. A mí no me parece tan gracioso.

      —Todavía me tiene que explicar qué quiere hacer con él —le pregunto, alarmado por ese comentario.

      —No es importante que usted lo sepa, ¿no le parece? Así su responsabilidad termina en la construcción —me responde.

      Tiene razón. En definitivas cuentas, solo me ha pedido hacer algo que, como mucho, supondrá una multa y perder la licencia de vuelo. Pero a mi edad, con una cuenta bancaria bien llena podría dejar de volar.

      —Hay otra cosa —continúo.

      —Le escucho.

      —El acuerdo será válido solo si estoy seguro de que mis compañeros me ayudarán. Sin ellos no podré llevar a cabo el trabajo ni garantizar el resultado.

      —Me parece bien. Y si me lo permite, comandante, puedo ayudarle a preparar un argumento que podría ayudarle a convencerlos.

      El abogado levanta un brazo y el mayordomo, o guardaespaldas, aparece en la puerta.

      ¡Demonios! ¡El mayordomo está controlando todo! En algún sitio tiene que haber una cámara escondida. En vez de tener botones de alarma, si alguno levanta las manos para atacar al jefe, el gorila llega inmediatamente. He leído en algún sitio que los smartphones se pueden conectar con el wi-fi a las cámaras se seguridad.

      —Caio Gregorio, necesito esto.

      ¿«Caio Gregorio, el guarda del Pretorio»? ¿Ranuzzi se llama así? El abogado lo ha contratado por su nombre, seguro.

      Escribe algo en un papel y se lo da al mayordomo, que se va.

      —Comandante, le ruego que espere todavía unos minutos. Mientras tanto, ¿podría explicarme cómo piensa organizar las lecciones de vuelo?

      —No preveo problemas particulares. Acordaremos el calendario para los entrenamientos prácticos y para las lecciones necesarias de teoría. Pero primero, para estar seguros de que no tiene ninguna afección que pudiera generar problemas a gran altura o durante el vuelo, deberá realizar un pequeño chequeo.

      He evitado hacer alguna referencia a su edad. Y he hecho bien, porque su respuesta es totalmente inesperada.

      —¿Yo, un chequeo? No, por favor, no me interesa.

      —No entiendo, ha dicho que debo enseñarle a pilotar...

      Unos golpes en la puerta interrumpen la conversación. No es el mayordomo. En la biblioteca entra, levitando a la altura de doce centímetros de tacón, y contoneándose como las bailarinas de las Mil y Una Noches, un sueño rubio, verde y rojo: rubio el pelo, verdes los ojos y los labios, rojos.

      Ahora lo sé: el amor a primera vista existe, y yo acabo de experimentarlo. De manera potente y absoluta.

      —Hola, amor —las palabras se derraman como miel de esa fuente del olvido que son sus labios carnosos. Cuando besa al abogado tengo que frenar el impulso primordial de lanzarme a la garganta de ese que percibo como un macho rival.

      —Aquí está su estudiante. Le presento a mi novia, Jessica.

      —Encantado, señorita. Pronuncio esas palabras usando el registro más barítono de mi voz.

      —Qué locura, ¿no le parece? Italo es así. Estoy tan excitada con la idea de aprender a pilotar...

      La palabra «excitada», que llega a mis oídos mientras su perfume se insinúa en mi cerebro aumentando las sinapsis dedicadas a la percepción de los olores y estimulando el sistema límbico, provoca una ligera debilidad de mis rodillas.

      Intento ponerme mi máscara más profesional.

      —Como le decía al abogado, se trata de hacerse un chequeo y luego es sólo cuestión de organizar el calendario de lecciones.

      —¿Debo hacerme un chequeo? Pero si estoy bien —dice con un gorjeo y girando sobres sí misma como una bailarina.

      Oh, sí que estás bien. Estás fenomenal.

      —No será más que una formalidad, así estaremos seguros de que podremos continuar sin problemas.

      —Y ¿qué piensa? ¿Me darán el visto bueno para pilotar el helicóptero? —y extiende las lagunas verdes que tiene a los lados de esa bonita nariz.

      Y allí, durante un segundo, me atraviesa la duda de que, más que ella sea, se haga. ¿Ya se ha acabado el amor a primera vista? No, me escaparía con ella nada más salir de la biblioteca del abuelo, o sea, del novio, o sea, del abogado.

      ¿Abuelo? ¿Pero qué digo? Es más joven y está más en forma que yo. Y encima tiene pelo.

      Ignoro estos pensamientos y decido veme tan joven como me hace sentirme la pequeña perturbación que Jessica ha provocado en mis dos últimas moléculas de testosterona.

      El abogado se me acerca, me coge los antebrazos y me dice con aire decidido:

      —Le confío un tesoro y espero que usted haga todo lo necesario para que permanezca intacto.

      No sé por qué, pero me da la impresión СКАЧАТЬ