Cómo trabajar para un idiota. John Hoover
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Название: Cómo trabajar para un idiota

Автор: John Hoover

Издательство: Parkstone International Publishing

Жанр: Самосовершенствование

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isbn: 978-84-315-5452-1

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СКАЧАТЬ un tema de conversación muchísimo más interesante a largo plazo. En otras palabras, céntrate en un panorama más general.

      3. Admite que muchos aspectos de la vida son desafiantes y exigen un gran esfuerzo. ¿Qué tienen de nuevo? De manera educada, rechaza la invitación de insultar a tu jefe (o al jefe de otra persona) y propón otro tema de conversación. Por ejemplo, puedes decir que uno de tus principios vitales es hallar un modo en que todos ganen. Después desvía el debate hacia otra persona de la conversación.

      Es un espejo, no una ventana

      Antes de cruzar esa fina línea entre la idiotez activa y la recuperación, no entendía que considerar a los demás como papanatas fuera, en el fondo, una autocrítica. No quería que mi jefe dejara de ser un idiota, sino que quería ocupar su puesto y convertirme en el idiota alfa. No quería que mi jefe dejara de fastidiarme con impunidad: ansiaba tener el poder de fastidiarle a él y a los demás sin recibir ningún castigo. Mi misión no consistía en crear un ambiente laboral más agradable y saludable: codiciaba la autoridad para amargar la vida a los demás.

      Cuando por fin me di cuenta de que los demás sólo veían al idiota que era (y que sigo siendo), me sentí desnudo. Peor aún, tuve la sensación de haber estado viviendo dentro de un sueño en el que yo aparecía desnudo sin saberlo. Fue muy embarazoso, pero ¿qué puedo hacer ahora al respecto? Supongo que lo único posible es aceptar mi desnudez. Eso, o taparme las partes pudendas con unas hojitas. Construir otra casa de cristal con paredes más gruesas no funcionará, porque siempre habrá piedras más grandes y pesadas para hacerla añicos otra vez.

      Ahora puedo escribir sobre ser un idiota desde una posición de conocimiento, tal y como John Irving sugiere, porque caí en la trampa. Siguiendo mi propio plan para alcanzar el éxito, acabé en el desvío hacia la carretera de la idiotez absoluta.

      En aquel entonces, el éxito era sinónimo de alcanzar la libertad de hacer lo que quisiera, cuando quisiera, y de obtener recursos ilimitados. Además, también deseaba gozar de un anonimato absoluto para no tener que dar explicaciones a nadie sobre las decisiones que tomara y, por si fuera poco, quería conseguirlo sin levantar un dedo. Quería transformarme en un híbrido de William Randolph Hearst Junior, Howard Hughes, Donald Trump y algún miembro de la familia Kennedy. Conviérteme en el príncipe Carlos de Inglaterra, por favor. Al menos Mark Zuckerberg inventó el código de Facebook para ganar su fortuna. En lo más profundo de mi corazón, no quiero eso; deseo forrarme al viejo estilo, heredando una fortuna. Dame la oportunidad de nacer con un pan debajo del brazo. Ups, demasiado tarde.

      Que sea un jefe idiota rehabilitado no quiere decir que haya dejado de codiciar todas esas cosas. Las sirenas nunca dejan de sonar, ni yo de fantasear. Lo que sí ha cambiado es mi actitud hacia los objetos que deseo y las condiciones bajo las cuales quiero vivir y trabajar. Ahora soy capaz de aceptar que jamás tendré la misma vida que esos bebés que nacen con un pan debajo del brazo. Soy consciente de que este libro jamás me permitirá jugar en la misma liga que Zuckerberg. Sin embargo, estoy agradecido por todo lo que tengo. Si algún día logro acercarme al estado financiero del que estos tipos gozan (o gozaron), será gracias a mis esfuerzos y a mi Poder Superior. Siempre tendré oportunidades de ganar la lotería.

      Como idiota rehabilitado, disfruto de una vida más feliz, pacífica y satisfactoria. Aunque mi pasado haya sido un desastre, todavía estoy a tiempo de conseguir que mi vida tenga sentido.

      Idiotas, idiotas por todas partes:

      quédate con lo que vale la pena

      Para hacer que tu vida tenga sentido debes aceptar que siempre habrá: idiotas, idiotas rehabilitados, como yo, y aquellos que ignoran por completo que son idiotas. La idiotez suele definirse como un estado de estupidez permanente; lo siento, pero no estoy de acuerdo con esta definición. Como idiota rehabilitado, sé que siempre seré vulnerable a pensamientos, palabras y actos estúpidos. Pero al menos puedo reducir la frecuencia con que se suceden. Esto puede sonar muy ridículo, pero, por la gracia de mi Poder Superior, he sobrevivido a mi estupidez. Puedo ejercer cierto control sobre ella, minimizar sus enfermizos efectos y estar menos molesto con las actitudes estúpidas de los demás.

      Podemos observar a Jim Carrey y Jeff Daniels interpretando a dos idiotas en una película como Dos tontos muy tontos y partirnos de risa. Lo mismo pasa con Owen Wilson y Jason Sudeikis en Carta blanca o Jack Black en Año uno. Pero cuando un tonto muy tonto dirige una empresa, una organización o una agencia gubernamental deja de ser gracioso. La asquerosa realidad es que los idiotas en activo merodean a nuestro alrededor. Los tentáculos de su estupidez rozan la vida de millones de personas y su poder no tiene límites. Por suerte, los idiotas no suelen ser conscientes del poder que les han concedido. Si los i-jefes supieran las balas que tienen en la recámara, las cosas se pondrías feas, muy feas. ¿Por qué la estupidez tiene tanto poder? La respuesta la encontrarás en las páginas de este libro, aunque no basta con una frase o una expresión ingeniosa. Se deben construir contextos y cambiar paradigmas. Y muchas ideas tienen que salir de la caja.

      «C» asesina n.º 2: culpar al jefe

      ¿Quién no le ha echado la culpa al jefe por un lío que uno mismo ha provocado? Sí, ese soy yo levantando la mano. Se trata de responsabilidad y aceptar la culpa cuando es nuestra y (respira hondo) también cuando no. Paul Watzlawick escribió un gran libro titulado The Pragmatics of Human Communication (La pragmática de la comunicación humana), cuya tesis principal era la siguiente: «Uno jamás puede no comunicarse». Watzlawick utiliza con inteligencia la doble negación para reiterar el mensaje de que ser un acusica en el trabajo es anunciar a los cuatro vientos que no tienes interés alguno en formar parte del equipo, de la solución o del futuro. Recuerda, todo lo que digas o hagas, incluso en ciertas ocasiones aquello que pienses, podrá ser utilizado en tu contra. Todo el mundo con quien hables, ya sea cara a cara, por teléfono o virtualmente, interpretará a su modo el mensaje que tú intentas comunicar. Asegúrate de que todo lo que hagas comunique algo.

      Siempre que estés tentado a transferir la responsabilidad a tu jefe con el objetivo de evitar que un error te acabe salpicando, piensa creativamente. Pese a la ineptitud de tu jefe, tú formas parte de su equipo. Es más probable que el jefazo te identifique como un miembro del equipo de [inserta el nombre de tu jefe]. No te verán como un testigo inocente si el grupo fracasa, así que piensa en la responsabilidad como un esfuerzo de equipo.

      Algunas de las características principales de culpar al jefe son:

      1. Culpar a los demás de algunos problemas es acusarse a uno mismo. Entonces, ¿para qué queremos llegar a eso? Señalar con un dedo proverbial a mi jefe es como señalarme a mí con otros tres dedos proverbiales.

      2. Cada vez que surja una responsabilidad de la que hacerse cargo, abalánzate sobre ella como si fuera una oportunidad. Cuando dices «yo me encargo de esa parte» o «ya me responsabilizo yo de esa parte del programa», en realidad estás lanzando un mensaje sólido al resto del equipo: no estás dispuesto a quedarte en una esquina ocupándote de asuntos de poca importancia. Quieres invertir en tu éxito y en el de los demás.

      3. Culpamos a una persona, pero no al problema. Cuando se inicie la búsqueda del chivo expiatorio, apunta alto y redirige la conversación hacia el problema que estáis intentando solucionar. ¿Cuál es el orden del día y cómo puedes alterarlo para producir un mejor resultado la próxima vez? Si a estas alturas no lo tienes muy claro, John Hoover asegura que debemos centrarnos en buscar soluciones y deshacernos de todo tipo de búsquedas de culpables y discusiones personales lo antes posible, a menos que queramos que el agujero negro de la culpa nos absorba.

      Preguntas cósmicas

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