Estudios históricos del reinado de Felipe II. Fernández Duro Cesáreo
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СКАЧАТЬ lo que era menester, que, según la torpeza y flojedad que en esto usaban, no acabarían por todo aquel mes.

      Juan Andrea Doria perdió una galera y un esquife de otra, allí en el Faro, y decía públicamente que si las galeras que traía fueran del Rey, como eran suyas, que no fuera á la jornada, aunque el Rey se lo había mandado; pero que iba porque no pudiese nadie decir que dejaba más la ida por temor de perder su hacienda, que por lo que cumplía al servicio de S. M.

      D. Berenguer de Requesens, General de las galeras de Sicilia, fué siempre de parecer que no se fuese á Trípol, y ansí lo decía públicamente y lo escribió al Rey, por lo que vino el Duque á desabrirse con él y á no tratar con alguno de los que contradecían la ida. Con D. Alvaro solamente consultaba y comunicaba todo lo que se había de hacer.

      De aquí comenzó la discordia entre los que mandaban, y con este buen principio, á los 25 de otubre de 1560, hizo vela del puerto de Mesina la nave Emperial, que iba por capitana de todas las demás, que serían hasta 40. Iba en ella por Comisario general Andrea de Gonzaga, Coronel y Maestre de campo general de toda la gente italiana, y las naves anduvieron ocho días en bonanzas, dando bordos, sin poder pasar de Zaragoza, donde se entraron el 1.º de septiembre por el mal tiempo. Este mismo día llegaron allí las galeras con el Visorrey, y dende á pocos días se acabaron de recoger las galeras de Cigala y otras naves que faltaban, con gente y municiones.

      Por todo el mes de noviembre no se pudo partir de Zaragoza por los malos tiempos. Hízose muy gran daño en la campaña, cortándole los olivos y viñas y árboles fructíferos della para quemar, robándoles las maserías, sin dejarles buey ni oveja en ellas, ni cosa de comer.

      Primero de diciembre partió de aquí la armada para Malta, y ya otra vez habían salido y vuéltose al puerto de 20 millas de allí. Esta segunda vez llegaron las naves y galeras á Cabo Páxaro, 60 millas de Zaragoza, y de allí se engolfaron en el canal de Malta. Las galeras pasaron adelante y llegaron otro día á Malta, donde fueron recibidos del Maestre y Caballeros con mucha fiesta. Las naves volvieron aquella noche á Cabo Páxaro con viento contrario, y las dos galeras de Mónaco con ellas, que no pudieron proejar para tomar la isla con las demás por estar largas á la mar. Dieron fondo todas á Cabo Páxaro; y temiéndose de unas burrascas que comenzaron de media noche abajo, disparó la Capitana á levar, y algunas dellas, por darse más priesa, se dejaron las áncoras y se fueron todas á Zaragoza. Después perdieron algunas las barcar por enviar por las áncoras. Deste mesmo puerto salieron otras tres veces, y tantas se tornaron sin poder pasar á Cabo Páxaro.

      En esto comenzó la gente á enfermar y morir á más furia quel mes pasado, y los de la ciudad, desdeñados del estrago que se les había hecho y hacía en la campaña, no querían acoger los enfermos, y ansí murieron muy muchos por dejados, como los dejaban á la marina al agua y sereno. Primero que se determinase á darles recaudo, fueron tantos los muertos, que hubo banderas desarboladas y nave en que no quedaron 20 hombres.

      Viendo esto Andrea de Gonzaga, envió una fragata á dar aviso al Visorrey de lo que pasaba y de la poca gente que había, porque, sin los muertos, se huían cada día muchos soldados y marineros, tanto que había muchas naves que no podían navegar por falta dellos. Pasaron veinticinco días que no tuvimos aviso de las galeras ni se supo dónde estaban. Andrea Gonzaga estaba con determinación de no partir de allí sin tener respuesta del Duque.

      Á los 20 del mes se comenzó á publicar una nueva, sin cierto autor, que las galeras habían pasado á los Gelves sin haber reposado en Malta, mas de tomar gente y municiones. Esta nueva debieron de inventar los zaragozanos ó los de aquellos contornos, por hacer ir de allí las naves. Como esto se comenzó á divulgar entre los soldados, todos deseaban ser ya allá, y ansí daban priesa en la partida, y hubo Capitanes que se quisieron ir sin aguardar la Real, por lo que acordó Andrea Gonzaga partir la noche de Navidad, y otro día, en amaneciendo, al salir del puerto, llegó D. Pedro Velázquez, Comisario de la armada, en una galeota y dió nueva que estaban en Malta.

      Más adelante se descubrieron 22 galeras que traía el Comendador Guimarán para hacer ir á las naves y pasar á Mesina por dineros. Llegadas estas galeras á Zaragoza, hicieron lo que solían en las posesiones della. Cargaron de leña para Mesina, y lo mesmo hicieron á la vuelta para Malta. Las naves siguieron su camino con poco viento, y ansí tardaron ocho días y más en recogerse todos á Malta, donde habían llegado otras naves con siete compañías de infantería española del reino de Nápoles, sin otras cuatro que habían venido primero á Mesina. Estas 11 banderas trajeron harto más gente que las de Lombardía. Como iban llegando las naves, les salía á dar orden una fragata que se fuesen á Puerto Xaloque, ocho millas de allí. Después las mandaron venir, y trayendo algunas á jorro las galeras, se metió un temporal tan fuerte, que las galeras las desmampararon y se tornaron á Malta. Las naves corrieron la vuelta de Sicilia hasta llegar á Cabo Páxaro, donde surgieron para volverse con el primer buen tiempo. En una de ellas, en que iba un Gregorio, tocó una compañía de calabreses. Antes que llegase al Cabo, tomando la vuelta para entrar en él, se amotinaron los soldados y dejaron ir la nave en popa, la vuelta de Calabria, hasta llegar al Cabo de Espartivento, y teniendo ligado el Capitán y sus Oficiales, maltratándoles, se hicieron echar en tierra y se fueron á sus tierras.

      En el galeón de Cigala iba una compañía de sicilianos del Capitán Lope de Figueroa y otra de gastadores. En viéndole surto, hicieron lo mesmo que los calabreses, y aún más, porque mataron al Sargento y llevaron al Alférez ligado en tierra, y trataban de tirarle con las escopetas. El Capitán de la compañía había quedado en Malta. Primero que salieron del galeón enclavaron el artillería porque no les tirasen con ella, y no pudiendo caber todos en las dos barcas, quedaron de los amotinados hasta 24 ó 30. Los marineros y muchos soldados que no habían sido en el motín, se juntaron y prendieron éstos, y dieron aviso á una nave questaba allí junto, donde estaba el Capitán Artacho, que traía á cargo las siete compañías del reino de Nápoles. Envió por ellos y trájolos á Malta, donde ahorcaron tres de los más culpantes y siete desorejaron y echaron á galera.

      Llegados ya todos á Malta tornó la gente á morir, mucho más que en Zaragoza: la causa de esto era el mal pasar de tanto tiempo por la mar, y para los grandes fríos que hacía estar la gente desnuda y sin pagas, trayendo, como traían, mucha ropa de Génova y Milán. Dejaron morir muy mucha gente de frío por no darles á tiempo de vestir. Estaban los monasterios é iglesias llenos de enfermos, que era la mayor compasión verlos morir por aquellos suelos, sin darles recaudo, hasta que el Obispo de Mallorca demandó un casal en que estuviesen, y otras casas en el Burgo, donde los recogió y gobernó lo mejor que pudo.

      La solicitud deste Obispo fué parte á que no muriesen muy muchos más de los que murieron. D. Sancho de Leyva hizo adereszar otras casas en que recogía los enfermos que cabían, y los hacía curar y gobernar muy bien de sus dineros, visitándolos él cada día, mandando á los que los tenían encargo que no les dejasen faltar nada. Fué obra para en Malta de gran caridad y de harto más provecho para los pobres que nadie podrá creer, sino los que vieron la necesidad que allí pasaron enfermos y sanos.

      Con toda esta mortalidad no faltaban cada día en casa del Maestre máscaras, danzas y fiestas de damas, y torneos y sortijas, con tanto placer y regocijo como se pudieran hacer al tornar de la jornada con victoria.

      Aquí se tomó muestra á la gente italiana en la campaña, contándolos en el escuadrón por hileras, y diciendo el Duque de Vivona que había pocos más de 3.000, en los que allí había, que aún faltaban naves por desembarcar su gente, el Duque de Medinaceli le dijo que no dijese que eran tan pocos, de manera que lo entendiese nadie, como si los que salían á verlo no miraran lo mesmo que el Duque, y algunos Capitanes, creyéndose que se hacía la muestra para darles dineros, recogían criados de caballeros que trajeron allí. Conociéndolos algunos que iban con el Duque, se los mostraron y no hizo caso dello; y vista la poca gente que había en las naves, hubo grandes contrastes sobre si se iría adelante ó no. Todos eran de parecer que se tornasen; D. Álvaro sólo tuvo fuerte en que СКАЧАТЬ