Название: ¿Extraños amigos?
Автор: Fernando Cordero Morales
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Religión y educación
isbn: 9788428563925
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La narración nos muestra la cercanía de Dios, en el jardín junto a Eva y Adán. Me gusta mucho este versículo: «El Señor tomó polvo del suelo... Sopló en sus narices...» (Gén 2,7). El polvo[17] es sinónimo de dispersión, de impotencia o de frialdad. Pero al tomarlo Dios en sus manos va a cambiar el sentido. Es en ese ser humano, modelado a partir del barro, donde Dios «sopla» aliento de vida en Adán, precisamente en el orificio de sus «narices». ¿Qué simbolizan las narices? Lo que es carencia, hueco y vacío. Al «soplar», Dios comunica algo de su interioridad a la interioridad de Adán, en aquello que está hueco, vacío, que es su nariz. En los relatos bíblicos aprendemos cómo es la actuación de Dios: actúa en nuestra pobreza y en nuestra limitación. Donde parece que ya todo está perdido o acabado, empiezan las posibilidades de Dios.
Conviene de cuando en cuando que recordemos lo que somos según el Génesis: polvo disperso necesitado de ser tomado en las manos del Alfarero para que nos modele a su gusto. Eso evitaría mucho creernos el ombligo del mundo o del Universo. No somos seres acabados, plenos… Estamos «en proceso de construcción», como tantas obras que contemplamos en manos de artistas. Dios modela y al mismo tiempo nos da libertad, porque hay que ver qué pintas tienen algunas de sus creaciones.
En proceso de construcción
Pues mira, me alegro de ese «cambio de escenario», como tú has dicho porque al hilo de lo que mencionas de la existencia del ser humano, la ciencia también tiene su versión. Según hemos visto, las teorías evolutivas sostienen que el hombre, al igual que el resto de las especies, proviene de la transformación de otras especies anteriores. La aparición del hombre como tal se considera en el momento en que es capaz de caminar sobre dos piernas y tiene un cerebro desarrollado. El desarrollo del cerebro constituye el momento más transcendental de toda la evolución. Eso ocurrió hace cien mil años.
En el proceso evolutivo del hombre se distinguen dos fases bien diferenciadas: la hominización y la humanización.
En la fase de hominización, el hombre comenzó a andar sobre dos piernas, desarrolló el cerebro y adquirió el aspecto que tenemos hoy en día, más o menos. Fue un proceso puramente biológico.
Concluida la hominización comenzó una transformación que no se había producido nunca antes en un ser vivo: la humanización. El hombre, como ser inteligente, comenzó a utilizar las herramientas, la comunicación y el trabajo colaborativo. Ya no necesitaba adaptarse al entorno, podía adaptar el entorno a sus necesidades y defenderse de sus peligros. El pensamiento y el desarrollo de una cultura le permitieron transmitir esos avances de generación en generación. El mejor dominio del entorno supuso también una mayor descendencia. Las crías nacen más débiles e indefensas que las de otras especies, pero el proceso de educación posterior las vuelve fuertes y fomenta su desarrollo.
El hombre se ha convertido en la especie más avanzada de todo el planeta.
A partir de este momento la cultura se diversifica. Nace el pensamiento artístico, religioso, científico y social. El ser humano toma conciencia de su entorno y quiere saber las reglas que lo gobiernan. Llegará un momento en que sea capaz de dirigir su propia evolución.
Estoy de acuerdo con lo que dices: estamos «en proceso de construcción».
Dios no es «ovni-presente»
Después de todo lo que hemos dialogado en este capítulo, creo que son muchos los temas que quedan abiertos y que podemos seguir profundizando, Ana. A mí en todo este proceso creador lo que me queda con más fuerza es el «mimo» y el «cuidado» de Dios en este complejísimo proyecto de la vida.
Hace unas semanas, mi querido amigo Patxi, más conocido por sus populares dibujos como Fano, ofreció una charla sobre cómo evangelizar con imágenes en Málaga[18]. Me pareció muy sugerente cómo hablaba de Dios. Dios está más allá de cualquier telescopio, más allá de lo inimaginable. Pero también está más acá de cualquier microscopio. Dios está en todos los sitios es «omnipresente». Es infinito e inabarcable. No lo podemos imaginar. Es enorme.
Con mucha gracia, Patxi decía que a veces los cristianos más que de Dios omnipotente parece que sentíamos que Dios es «ovni-presente». Creemos que vendrá una luz que nos iluminará. «Dios no es un fenómeno “para-normal”, sino fenomenal para gente normal», afirmaba Patxi. Y es verdad. Dios es invisible, inabarcable, pero está en las pequeñas cosas, en los «pucheros», que diría santa Teresa, o en el chiringuito de la playa.
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