Ser hoy persona humana y creyente. Antonio Nicolás Castellanos Franco
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СКАЧАТЬ en promocionar a la persona, como unidad y totalidad físico-psíquica y social-espiritual. La persona es una, orgánica y unitaria, pero con multiplicidad de funciones, las cuales a través de la educación dan como resultado una personalidad humana compleja y múltiple y, al mismo tiempo, singular y original. Todos los aspectos tienen que ser promovidos, desarrollados y llevados hacia la madurez, pues el desarrollo de todas sus capacidades apunta hacia la madurez, que se expresa en hábitos operativos, intelectuales y morales, en la capacidad de obrar libremente con rectitud ética.

      Dicho de otra forma, la educación ante todo debe buscar y conseguir hacer al hombre, es decir, dar al individuo los valores de la especie, antes que los valores de la cultura, de la técnica o de la sociedad, porque la persona antes de ser profesor, ingeniero, político, sacerdote, agricultor... es hombre. De ahí que la trasmisión educativa del formador al alumno consista ante todo y esencialmente en comunicarle una «forma» que le haga hombre, antes que nada, que le haga consciente de su significado humano. Y precisamente lo específicamente humano es la libertad, de ahí que digamos y definamos la educación del hombre como la capacidad de obrar rectamente con libertad.

      En definitiva, el hombre educado es el que ha conseguido su status virtutis o sea el que ha conseguido la capacidad habitual de obrar libremente, es decir, con la más perfecta rectitud ética posible, objetiva y referida al fin último. Es aquel que ha sabido integrar todas sus energías vitales y adaptarse al propio ambiente, con un sentido crítico, constructivo y positivo.

      Por eso el primer paso en el proceso educativo se tiene que centrar en llevar al alumno a la posesión de su libertad y, como paso lógico y consiguiente, a tomar una postura personal libre, responsabilizada ante sí mismo, ante los demás, ante el mundo y ante Dios y lo religioso.

      Mientras no se hayan formado jóvenes capaces de elegir, de revisar, de criticar constructivamente, de aceptar o rechazar, éticamente libres y responsables, no hemos educado realmente.

      La capacidad de hacer actos libres, esto es, la educación poseída, debe traducirse en la capacidad del sujeto de determinarse, de elegir, de autodecidirse. Una educación, entendida así, resulta transformadora y provoca un cambio de valores en las personas y en la sociedad.

      Qué son los valores. Identidad y proyección

      La educación transformadora lleva a la persona a descubrir, asimilar e identificarse con el cuadro de valores significativo de la persona humana y, sobre todo, a adquirir el valor esencial, la capacidad de sentir, pensar, actuar y decidir con libertad. El sujeto educado presta su adhesión libre, responsable y alegre al valor descubierto.

      ¿Pero qué es un valor? Más que definirlo es mejor describirlo.

      Según por donde se mire, resaltamos diferentes aspectos del valor. Algunos lo ven, como una creencia básica, a través de la cual interpretamos el mundo, damos significado a los acontecimientos, a la propia vida, y sentido a la existencia. El valor puede ser el precio de un objeto, que no tiene nada que ver con los principios inspiradores de la conducta humana ética, sabia, libre y solidaria.

      Damos un paso más. Los valores se encuentran como desdoblados en un valor positivo y en su correspondiente valor negativo, antivalor o desvalor. Así al valor de la justicia se opone el contravalor de la injusticia y al valor de la virtud se opone el antivalor del vicio... En el mundo de los valores la persona no se mide ni por lo que dice ni por lo que posee. Vale por lo que es y por lo que hace.

      Los valores desarrollan una conciencia crítica y creativa, que permite tomar postura y crear una opción personal y coherente ante los desafíos del mundo[5]. Y no se queda en las meras actitudes, sino que actúa con comportamientos libres, serios, responsables y solidarios en el ámbito de una sociedad pluralista, donde las propias valoraciones, creencias, visiones y opciones han de saber convivir, en respeto y tolerancia, con los valores y visiones de los demás.

      El valor es la convicción firme y razonable de lo que es bueno o malo y de lo que te conviene o no. Y eso produce en nosotros una escala de preferencias, la escala de valores.

      Los valores éticos requieren para serlo ser fruto del ejercicio de la libertad, son cualidades de la persona humana y son universalizables, es decir, toda persona los pone en práctica para ser y por ser plenamente humanos.

      Si miramos a la historia, nos damos cuenta que consideramos patrimonio común los valores de igualdad, libertad, solidaridad, respeto y promoción de la justicia y de la paz, debido a que son valores que asociamos a los derechos humanos y son el resultado de procesos históricos conseguidos[6].

      En todos estos valores es decisiva la acción de la familia, de la escuela, de la parroquia, las instituciones... en definitiva, la sociedad en la que vivimos[7]. Hemos de reconocer que en medio de las estructuras de poder del sistema actual de valores y contravalores, viven personas muy honradas y de buena voluntad, pero que se sienten impotentes ante ellas.

      En definitiva, alguien que encarna valores, sabe valorar a la persona, su dignidad, el sentido de la vida, lo afectivo, lo simbólico, lo gratuito, una vida sencilla, humana, compartida, mientras que la sociedad de hoy ofrece lucro, desigualdad, consumo en exceso, discriminación.

      Adela Cortina nos ofrece otra dimensión. Los valores no son, ni cuentan, ni se verifican, solo se degustan. Quien tiene capacidad de estimar, los puede apreciar. Y esta capacidad la tenemos todos entreverada entre la razón y el sentimiento. Por eso somos capaces de valorar a las personas y las cosas. Las cosas tienen precio y las personas dignidad. La dignidad es el fundamento en que se basan los derechos humanos, los valores y las virtudes. Y los derechos humanos no se conceden, se reconocen.

      El valor es la utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite. El valor se refiere a la cualidad de las cosas y para poseerlas se da dinero o algo equivalente. El precio se puede fijar pero el valor no. «Todo necio confunde valor y precio», decía Antonio Machado. Los valores son cualidades reales de las personas, las cosas, las instituciones o los sistemas. Y precisamente porque lo son las estimamos:

      El valor no es un objeto, no es una cosa, no es una persona, sino que es una cualidad que descubrimos en la cosa (un hermoso paisaje), en la persona (una persona solidaria), en una sociedad (una sociedad respetuosa), en un sistema (un sistema económico justo), en las acciones (una acción buena)[8].

      Tenemos la capacidad de estimar, de valorar, y es inconcebible un mundo sin valores, sin generosidad, armonía, lealtad... Aquí lo que cuenta no es tanto una jerarquización aceptable, como el desarrollo armónico de todos los valores, de una forma complementaria y armónica.

      Creo que la mejor fórmula de educar en valores es aplicar la pedagogía del encuentro, con todos los que creemos que la vida tiene un sentido y un porqué, por extraño que nos parezca, y que reconocemos y respetamos la dignidad de todos.

      Valores para vivir

      El ser humano necesita una visión integral e integradora de toda la realidad personal, social, cósmica y trascendente. La palabra alemana Weltanschaung lo expresa de maravilla, pues esta «visión del mundo» se va forjando a través de ese proceso gradual de asimilación e interiorización de una escala y jerarquía de valores, que permiten una correcta interpretación de uno mismo, de los demás y de la sociedad en general. Dicha jerarquía de valores fluye entre las constituciones democráticas de cada país, desde la Declaración universal de los derechos humanos que recoge el sentir común de la humanidad y los valores que dignifican la existencia humana; y para los creyentes los valores del reino de Dios, que anunció Jesús:

       Apertura al otro, sin discriminación o exclusión.

       Preferencia СКАЧАТЬ