Название: Ser hoy persona humana y creyente
Автор: Antonio Nicolás Castellanos Franco
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Proa
isbn: 9788428564069
isbn:
Es un ser en relación, la persona humana ontológicamente necesita relacionarse, comunicarse, realizarse. Esto es así, pertenece a la estructura ontológica y existencial de la persona. Constituye la base, el fundamento de esos deseos innatos y radicales de ser, de hacer y de gozar.
Hay que priorizar esos elementos de la experiencia humana y cristiana: ejercer con gratuidad y generosidad esa capacidad personal y comunitaria de humanización, sanación, curación, personalización, socialización. Nada humano resulta extraño al cristianismo. La gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan; en la especie humana de la vida siempre está presente el potencial de la libertad, con su capacidad de aprendizaje, de evolución y de cambio permanente. Nada es perfecto, todo tiene derecho a ser, a crecer, a vivir feliz, en tensión, en medio de dudas y armonía. «No se puede suprimir la autonomía de la creación ni su creación más excelsa, la libertad», afirma Jon Haught. Todo evoluciona en círculos concéntricos, en esperanza, hacia adelante, en devenir permanente, en un camino procesual, en donde nada está acabado.
Ante el desconcierto de tantas preguntas sin respuesta, de requerimientos sumidos en la oscuridad, me siento impotente, pequeño, incapaz, desvalido, a veces sin norte, incómodo en la «aldea global». Pero, si pruebas un truco psicológico o teológico, todo puede cambiar. El truco psicológico consiste en salir del hondón de la espiral del egocentrismo, donde el ego impone su imperio y bloquea y cierra todas las salidas hacia adelante.
Ensayas tu búsqueda sincera, abierta, desde tu propio ser y el ser de la comunidad, sin salirte de tu entorno, de la historia humana y cósmica, espiritual y utópica, siempre en evolución, entre sombras y oscuridades, flaquezas y debilidades, y también entre motivaciones y autoconfianza, que nace de actitudes oblativas, maduras, de autoestima, seguridad. Es posible superar ciertas evasiones de vida fácil, de consumo. Y la generosidad ayuda a relativizar barreras y dificultades. Sin miedo, ni tabúes, con rigor científico la persona se expresa y realiza en plenitud, como ser sexual, sexuado, erótico, abierto a la trascendencia. Hay incluso un truco teológico. La fe no suprime nada, añade, enriquece; es un plus, una luz y visión nuevas. Dios ni prescinde ni sustituye a nadie y menos al hombre o a la mujer. Dios siempre añade, multiplica, fortalece, pone gracia, se hace don, nos hace agraciados, mujeres y hombres nuevos.
Pero la fe, como la vida, es dialéctica, puedo vacilar en el camino; tan pronto estoy resuelto a seguir, como a abandonar; creo que no valgo, pero me asalta la confianza en ti. Me asaltan las dudas, pero me seduce tu camino, esa fuerza invisible de la comunión entrañable contigo y los hermanos. Llama a la puerta esa «determinada determinación».
Señor, eres mi fuerza para romper y romper, con alegría. Toda conversión exige ruptura, cambio y todo cambio se procesa en ser algo mejor, en algo hacia adelante.
El truco teológico está en poner los ojos no en ti mismo, sino en el Señor de lo posible en lo imposible. Confiar enloquecida y tercamente en el Señor de la vida y de la historia, compañero de camino. Ahí se afirma la persona, se multiplica, se dinamiza y motiva en el sentido de la vida, se intuyen horizontes posibles de felicidad, en tensión hacia la plenitud, nunca conseguida por muy proactiva que sea. La vida se define así en actitudes dinámicas, positivas, que abren horizontes a la existencia.
El largo y laborioso proceso de maduración humana se abre e integra en lo fundamental cristiano: ser para Dios, desde el ser para los hermanos, especialmente para los pobres y excluidos, «lo sobrante» en el mercado neoliberal.
En el paradigma de la identidad humana, social, cósmica, creyente y eclesial en la coyuntura actual no puede faltar una fuerza de renovación, de cohesión, de comunión, de futuro para todos, que forma parte de la entraña de ser persona humana y del discípulo de Jesús. El discernimiento, la búsqueda y el cultivo de los signos del reino de Dios, vengan de donde vengan. Ese es el desafío de una nueva catolicidad, una oportunidad de diálogo y de sueño común, que venza la tentación del totalitarismo. Esta nueva catolicidad entendida como totalidad abierta, que con la libertad y confianza de los hijos de Dios y a través del diálogo persistente y perseverante, busca la verdad y su propia identidad. Parafraseando a san Agustín diríamos que el que busca encuentra y el que encuentra busca todavía y aún encuentra más. Hace falta encontrar el punto de encuentro entre la institución, la comunidad, la comunión, la mística y la catolicidad.
Los tiempos son propicios para la comunión[1].
Condicionante actual
Existen muchos condicionantes y uno de los más significativos, en esta sociedad digitalizada, con tecnologías punta, es la incomunicación.
Vivimos en la sociedad más comunicada y nunca la persona ha estado más sola. Vivimos aislados en medio de la sociedad, incomunicados, faltos de relación, de amor. La persona, por naturaleza abierta y relacional, está sumida en el egoísmo, el egocentrismo, en la incomunicación, el aislamiento, el individualismo, el hedonismo y el consumismo. Y, en consecuencia, busca toda clase de evasiones, sucedáneos, fugas y escapismos de la realidad.
Y en ese contexto inhumano, aislado, de soledad y de incomunicación, se acentúa el vacío existencial; y las necesidades básicas de comunicación, de relación, de amistad quedan sin saciarse.
Se nos impone la necesidad de romper con el aislamiento, fruto de la incomunicación. Y disponemos de algunos recursos, hay que interiorizar y asimilar que la comunicación es uno de los valores básicos para la realización personal. Esto se logra desarrollando actitudes de comunicación con relaciones personales, personalizadas e interpersonales. Debemos provocar experiencias de comunicación que nos permitan descubrir al otro, cómo es, qué piensa, que tiene valores y merece respeto y aceptación, para que de este modo arrojemos las máscaras que impiden el auténtico encuentro personal y grupal. Que la alegría de la comunicación nos lleve a desterrar la angustia de la incomunicación.
Dinámica y contenido de las relaciones humanas
Todo grupo humano debe crecer siempre en una línea ascendente, no desde la posesión o el dominio, sino desde el ser. Ahora describiré el proceso relacional en sus pasos más significativos, pues el grupo crece en la línea de la personalización (ser), en la de la comunicación (ser-con), desde la situación histórica (ser-en-situación) y en la línea de la misión, del servicio, de la función (ser-para).
a) El grupo crece en la línea de la personalización: Ser
El grupo comienza por tomar conciencia de su ser como persona y como grupo. Primero es. Antes de comunicarse, de tomar conciencia e influir sobre la realidad exterior, antes de hacer, es. Se personaliza y personaliza a los otros, es decir, los toma en cuenta; como consecuencia, se entablan las relaciones humanas con una carga fuerte personalizadora, porque se entabla la relación de una persona a otra, desde el respeto de uno y desde el respeto de los otros; entonces las relaciones son verdaderamente humanas porque son personales, clavan su raíz en la misma persona, libre y optativa.
Desde ese contexto de ser y de ser persona, se personaliza toda actividad, todo trabajo, todo quehacer. Tiene otra dimensión la tarea educativa y pastoral, pues el contacto con los otros aparece como una llamarada que ilumina las cosas, las personas, los hechos, produce acogida, calor, aceptación, vigor...; el grupo crece, se desarrolla en medio de cierto clima y sintonía, cada persona es, quiere que los otros sean, se goza de que existan.
El primer paso hacia la personalización consiste СКАЧАТЬ