Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
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Название: Roja esfera ardiente

Автор: Peter Linebaugh

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Reverso

isbn: 9788446051428

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СКАЧАТЬ fueron expulsados. ¿Y ahora? «Hay cuartel de policía, banco, iglesia, almacén, casa de reuniones, cervecería, mesa de billar, y burdel, todos ellos en mi acre de terreno.» Aquí, no se contrasta la corrupción que sigue al cercamiento con lo común sino con «mi acre de terreno». ¿Dónde estaba lo «común»? pregunta el fabricante:

      Shoddy Hall es donde vive Smith. Los cuarteles se construyeron en tiempos de Despard, como cercamientos para impedir la conexión entre la soldadesca y la población. La «bastilla» era un término coloquial referente a cualquier prisión o asilo para pobres. Despard estuvo de hecho encarcelado en la primera cárcel que portó ese nombre revolucionario. Shoddy [de pacotilla, de mala calidad] hace referencia al deterioro del nivel de vida provocado por la mecanización y por el consecuente cercamiento de las artesanías. El nombre de la aldea, Devil’s Dust, Polvo del Diablo, hace referencia al polvo provocado por el hilado mecánico, causante de la bisinosis. O’Connor está escribiendo una alegoría. Lo común está ahora señalizado: «Cuidado con los perros» o «Atención, trampas para hombres y armas con resorte» o «Cualquiera que invada esta propiedad será perseguido por la ley». El deporte o el juego se oponen ahora firmemente a los nuevos tipos de explotación; los muchachos y las zagalas se «saltaban» el trabajo para jugar en lo común, que era también un espacio de subsistencia.

      Robin camina hacia la hacienda del señor Smith, Shoddy Hall: «Llevo ya una veintena años sin llegar a lo “común”». Eso situaría la escena en 1803, el año en el que murió Despard. «Ay, es más. Veamos», continúa Robin, «fue un tiempo en el que los ricos amedrentaron a los pobres hasta enloquecerlos con el “que viene” y “que vienen”». «¿Quiénes vienen?», pregunta Smith, olvidando que en 1803, concluida la Paz de Amiens, se retomó la guerra contra Bonaparte.

      No es en absoluto una explicación mítica, sino sorprendentemente precisa. No fueron la sangre y el fuego sino las argucias legislativas y los engaños de la clase dominante los que causaron la pérdida de lo común. O’Connor y Goldsmith nos dejaron resúmenes alegóricos y poéticos de los cercamientos. Es significativo que ambos fueran voces irlandesas.

      La expresión «economía moral» deriva de Bronterre O’Brien, el irlandés que lideró a los cartistas ingleses:

      La formación de la clase obrera en Inglaterra olvidó en gran medida a los obreros irlandeses, ya fuese en Inglaterra, en Irlanda, o en el medio (buques), de modo que es notable que dos de las ideas significativas para los argumentos de Thompson –una negativamente (lo común) y la otra positivamente (la economía moral)– le llegaran de irlandeses, Feargus O’Connor y Bronterre O’Brien. El hecho es que ambos fueron importantes organizadores, periodistas y oradores de la clase obrera y el movimiento sindical en Inglaterra durante el segundo cuarto del siglo XIX. De hecho, fueron líderes del movimiento obrero revolucionario del cartismo.

      Él lo denomina «economía moral». La revuelta por los alimentos estaba legitimada «por la suposición de una economía moral más antigua», que enseñaba que era injusto beneficiarse de las necesidades de la gente. «Estas acciones populares estaban legitimadas por la vieja economía moral paternalista» ¿Por qué se fijó en la «costumbre» y no en «lo común»?

      Los ludistas formaron parte de la lucha contra la fuerza centrípeta del capitalismo, la tendencia de este a intensificar la explotación. Los haitianos supusieron la parte más fuerte de la lucha contra la fuerza centrífuga del capitalismo, con su tendencia a extender la expropiación. Cuando E. P. Thompson escribió que los años bajo la superficie fueron «de una riqueza que solo podemos intuir», debemos añadir a dicha riqueza no solo experiencias de vida comunitaria como las de «las cumbres borrascosas» de Yorkshire o el campo ludista, sino también las de las «montañas atlánticas» de William Blake, que tan bien conocían Edward y Catherine Despard. Los hábitos estadialistas de la mente borran el recuerdo de las economías basadas en lo común.

      El concepto de lo «común» está relacionado con la ensoñación, lo gótico, lo surreal, lo oculto y lo mítico. Está relacionado con lo «clandestino», y este es el punto de unión, el «algo», en el que se encontraban las tradiciones romántica y obrera, como la historia de los Despard podría enseñarnos en cuanto establezcamos plenamente el contexto de ambos. John Clare, exagricultor cuyos terrenos comunales habían sido cercados, expulsándolo, se refiere varias veces en su poesía a esas criaturas subterráneas, los topos:

      Mientras miro, los topillos cuelgan meciéndose al viento

      en el único sauce viejo que permanece en todo el campo

      y la naturaleza oculta el rostro allí donde ellos oscilan en sus cadenas

      y en un silencioso murmullo se queja

      aquí estaba la posesión común de sus colinas, donde ellos siguen buscando la libertad

      aunque todo lo común ha desaparecido y aunque se ponen trampas para matar

      Se convirtieron en metáforas para las sorpresas de la historia.