Название: Mitología H.P. Lovecraft
Автор: Javier Tapia
Издательство: Bookwire
Жанр: Философия
Серия: Serie Mythos
isbn: 9788418211904
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Joven adulto
Con 23 años de edad decide que quiere ser escritor de algo diferente y original, alejado de lo cursi y romántico, como escribe en una carta a la revista Argosy criticando al popular autor Fred Jackson, señalando que este escribía para la masa historietas de amor, con lo que traicionaba a la literatura y a la verdadera creación artística. La carta, por la polémica que suscita, se hace famosa y lo lleva a ser reconocido por el ambiente periodístico de 1914, y hasta a ser presidente de la Asociación de Nacional de Periodistas Amateurs entre 1922 y 1923.
Un año antes, en 1921, muere su madre, a la que estaba muy apegado y adoraba, lo que, sin embargo, lo libera del dulce yugo materno y le permite crecer por su cuenta.
Ya en 1917 funda su propia revista, El conservador, donde publica sus propios textos, como Tumba y Dagón, y otros que le parecen convenientes, originales y diferentes, lo que le hace ganar adeptos y seguidores, con los que se cartea fervientemente (Lovecraft llegó a escribir unas cien mil cartas a lo largo de su vida), destacando al autor de Conan el Bárbaro, Robert E. Howard, también creador de una mitología y un universo originales y diferentes.
El solitario Howard Phillips Lovecraft ya tiene amigos, por carta la mayoría, pero amigos al fin y al cabo. En nuestros tiempos los tendría a través de las redes sociales. También tiene un grupo de seguidores que van siguiendo su obra, y en 1923 logra publicar profesionalmente Dagón, en Weird Tales, especializada en el terror y en la ciencia ficción, aunque con muy poco prestigio literario.
El horror del matrimonio
Muertos su abuelo y su madre, Howard queda en el desamparo afectivo y económico, pero aún le queda algo de herencia y libertad creativa. Ya es un autor reconocido, aunque mal pagado, y parece un caballero bien estante de Providence de 34 años de edad, es decir, en apariencia un buen partido, quien además no fuma, no bebe y no va con mujeres de dudosa reputación.
Sonia Green, la esposa de Lovecraft
Es entonces cuando su complejo de Edipo lo lleva a conocer en una convención para escritores noveles a una escritora emigrante ucraniana, siete años mayor que él, fuerte, independiente y alegre que regentaba una tienda de sombreros: Sonia H. Greene. Se casó con ella en 1924 y se divorciaron amigablemente dos años después, sin más descendencia que una novela escrita a cuatro manos, El horror en la playa Martin.
Tras casarse se mudaron a New York, en el Brooklyn, donde se agotó la herencia y las tías dejaron de pasarle su renta. Lovecraft tuvo que rebajarse a trabajar como escritor fantasma y como corrector de estilo, algo que hacía divinamente y con un inglés muy depurado.
El amor y la alegría se fueron con la ausencia de dinero, ya que lo que él ganaba no era suficiente para llevar una vida decente al estilo que Howard estaba acostumbrado, y ella, quizá ilusionada de que se casaba con un buen partido, había dejado su tienda de sombreros. Ella tenía el vicio de comer, pero a Howard le parecía una vulgaridad, y en cuanto al sexo, aunque ella lo defendía, los vecinos y amigos nunca oyeron chirriar la cama matrimonial.
Howard era afable y educado, y hasta detallista mientras tuvo dinero, pero no fue suficiente para Sonia, así que, sin tener nada qué reclamarle específicamente, le pidió el divorcio para poder seguir con su camino en América, y Howard se lo concedió sin problemas.
Ella se fue a Cleveland y él volvió a quedarse solo, en una ciudad y un barrio que detestaba, muy lejos de su vida apacible y sin recursos económicos, así que en 1927 volvió a Providence a la nueva casa familiar y al amparo de sus tías, donde logrará su mayor y mejor producción literaria sin tener que pensar en el amor, el sexo, la comida o el pago por la habitación y los servicios.
Sin Dios
En 1933 Lovecraft vuelve a independizarse. Es un hombre grande de tamaño, extremadamente delgado (apenas come, y lo que come le sienta mal), enfermizo, depresivo, nervioso y lleno de manías y fobias, con una gran sensación de fracaso pese a que ya es un autor de culto para sus seguidores en Weird Tales, pues no le encuentra sentido a la vida y la normalidad lo abruma con su estulticia y vulgaridad.
Para algunos autores y seguidores de su obra, esa sensación de vacío se debía a que Lovecraft era un ateo recalcitrante, al menos con lo que a las religiones oficiales y judeocristianas se refiere, explicando con ello que un hombre sin Dios carece de la fe reconfortante en la redención, la salvación o el acogimiento en la otra vida.
Cuentan que desde los cinco u ocho años el joven Howard Phillips se declaró ateo y se negó rotundamente a asistir a los centros religiosos de las múltiples iglesias y templos de Providence, ya fueran católicos o protestantes, y así siguió el resto de su vida.
Su boda fue por lo civil, y nunca se acercó a recibir ningún tipo de sacramento, tan socialmente aceptados en su época.
Se sintió atraído temporalmente por el socialismo y quizá por el humanismo, pero pronto desechó todo tipo de ideologías, que le parecían tan insustanciales como los dogmas religiosos.
“Si la religión fuera cierta, sus seguidores no intentarían golpear a sus crías con una conformidad artificial; simplemente insistirían en su búsqueda inflexible de la verdad, independientemente de los antecedentes artificiales o las consecuencias prácticas”.
H.P. Lovecraft
Lovecraft no cree en un Dios único.
Lovecraft no cree en un Dios omnipotente.
Lovecraft no cree en un Dios omnipresente.
Lovecraft no cree en un Dios celoso y absorbente.
Lovecraft no cree en un Dios vengativo.
Lovecraft no cree en un Dios que premie el asesinato, la vejación, la violación y la muerte de los contrarios o de los no creyentes.
Lovecraft no cree en un Dios dogmático que exige sumisión, adoración y obediencia.
La salvación cristina le parece una grosería, entre otras cosas, porque deja fuera, en el infierno o en el limbo, a los grandes pensadores de la antigüedad.
Para Lovecraft la más recóndita antigüedad, lo primigenio, es sagrado.
Sus convicciones son firmes, tanto, que incluso se permite ser del todo indiferente a las creencias y a las instituciones religiosas de su entorno y de su época; no las necesita, no le interesan y ni siquiera son dignas de discusión o de crítica.
Sin embargo, es creyente de su propia experiencia onírica, metafísica y esotérica, donde hay todo tipo de dioses, pero ninguno como Jehová, Shiva, Horus, Mazda o Mitra, y ni siquiera Zeus.
Sin darse cuenta, Lovecraft crea a sus propios dioses, su propia mitología, y le da la espalda a las trilladas y fraudulentas expresiones religiosas de su contexto.
El famoso Círculo Lovecraft se forma poco después de su muerte, así que no se le puede achacar, como pretenden algunos, la regencia o gobernanza de una secta oculta de adoradores de un pulpo primigenio que los llama desde las profundidades СКАЧАТЬ