Название: En camino hacia una iglesia sinodal
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: GS
isbn: 9788428836913
isbn:
La doble efeméride del comienzo y de la clausura conciliares produjo un ramillete de iniciativas, investigaciones y jornadas de estudio sin parangón 25. Ha sido un tiempo fuerte y muy fructífero a la hora de retomar los textos conciliares en el mismo proceso de su elaboración y de su aplicación posconciliar a la luz de lo que en la teoría hermenéutica de H. G. Gadamer se denomina la «historia de los efectos» (Wirkungsgeschichte). En este sentido, aparecen nuevos interrogantes: ¿cuáles son las doctrinas más importantes establecidas por el Concilio con su «magisterio prevalentemente pastoral»? ¿Qué prioridad teológica cabe establecer entre las cuatro Constituciones a la hora de la interpretación del Vaticano II?
Al calor del primer interrogante fluye un debate ya señalado con las posturas más tradicionalistas, que han aprovechado esa condición pastoral para debilitar el valor doctrinal del texto conciliar haciendo un uso muy interesado de la «hermenéutica de la continuidad» 26. Por tanto, la articulación de lo pastoral y lo doctrinal aparece como una cuestión importante para la recepción, porque el Vaticano II ha querido situar las cuestiones dogmáticas en una perspectiva pastoral, de modo que lo pastoral significa hacer válida en el tiempo presente la actualidad permanente del dogma 27. Por otro lado, respecto al segundo interrogante, la Relación final del Sínodo de 1985 establecía un orden teológico entre las cuatro Constituciones que ha sido también objeto de debate. No faltan los estudios que dan la prioridad a las dos Constituciones dogmáticas 28, Lumen gentium y Dei Verbum, frente a quienes sostienen el primado de Gaudium et spes o Sacrosanctum Concilium. Ahora bien, tampoco falta quien reivindique la prioridad de Sacrosanctum Concilium, considerada hasta ahora como el pariente pobre, recordando su significado especial desde su condición de incipit teológico y cronológico de la obra conciliar, preludio de la reforma y anticipo de la visión eclesiológica de Lumen gentium, como ya hiciera en su día G. Dossetti 29.
En este debate es altamente significativa la investigación llevada a cabo por Christoph Théobald, para quien el principio de la pastoralidad se convierte en la clave arquitectónica del Concilio. Buen conocedor de la historia del Vaticano II, considera como adquisición irrenunciable la vinculación entre el acontecimiento y el cuerpo doctrinal, siendo el estilo pastoral su punto de intersección. Por ello, su metodología quiere ser, a un tiempo, histórica y teológica. En sus primeros trabajos había hablado del carácter policéntrico de la teología conciliar, confiriendo un relieve especial a la Constitución sobre la revelación, desmarcándose del eclesiocentrismo que vienen ejerciendo Lumen gentium y Gaudium et spes 30. Más recientemente ha declarado sus presupuestos fundamentales: para el Concilio mismo, la Constitución Dei Verbum, sobre la revelación, y su transmisión es «la primera de todas las Constituciones», la que permite «establecer el vínculo mismo entre todas las cuestiones tratadas por este Concilio» 31. En consecuencia, su plan de investigación se centra en Dei Verbum en el primer volumen, mientras que el segundo se ocupará del díptico Lumen gentium y Gaudium et spes, relacionando los otros textos con estos dos y terminando el recorrido con Sacrosanctum Concilium y Ad gentes. La primera parte de la investigación ha querido mostrar que la posibilidad de avanzar en la recepción del Vaticano II depende en buena medida del esfuerzo de «acceder a la fuente». O, en palabras de otro investigador, G. Ruggieri, se trata de ritrovare il Concilio 32.
4) Un corte longitudinal en el tiempo: la «herencia del Concilio» en los sínodos. Una última coordenada histórico-teológica de la recepción tiene que ver con el Sínodo de los obispos, instituido por san Pablo VI el 15 de septiembre de 1965, y que el papa Francisco ha descrito como «una de las herencias más valiosas del Concilio Vaticano II» (Episcopalis communio 1); dice además que «tales asambleas no se han configurado solamente como un lugar privilegiado de interpretación y recepción del rico magisterio conciliar, sino que han contribuido también a dar un notable impulso al magisterio pontificio posterior» (EC 1b). En estas palabras sobre la vida sinodal se perfila el punto principal de engarce del pontificado de Francisco en la historia de la recepción.
Cuando apenas había transcurrido un año de la clausura del Vaticano II resultan proféticas las reflexiones del filósofo francés Jean Guitton en sus Diálogos con Pablo VI: «El Concilio pervivirá en y por el Sínodo» 33. No en vano, el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia establece la conexión entre la actividad misionera y la nueva institución en los siguientes términos:
El cuidado de anunciar el Evangelio por todo el mundo corresponde sobre todo al cuerpo de los obispos (cf. LG 23); por todo ello, el Sínodo de los obispos, o sea, «el Consejo estable de obispos para la Iglesia universal», entre los asuntos de importancia general, deberá tener en cuenta especialmente la actividad misionera, deber supremo y santísimo de la Iglesia (AG 29).
De la mano de las asambleas ordinarias y extraordinarias del Sínodo de los obispos se puede hacer un corte longitudinal de más de cincuenta años de recepción del Vaticano II, sin olvidar los sínodos diocesanos y las asambleas continentales 34. Todas estas instancias se han erigido en lugares para el ejercicio de un discernimiento sinodal en el nuevo contexto de la tradición viviente del sujeto eclesial a nivel local, regional, universal, que permite actualizar hic et nunc la herencia del Vaticano II. Me limito a un repaso rápido de los sínodos celebrados a lo largo del tiempo posconciliar, que resulta con sus luces y sus sombras verdaderamente aleccionador 35.
De especial relevancia eclesiológica han gozado los dos Sínodos extraordinarios, el de 1969, sobre la relación primado-episcopado, y el de 1985, sobre la recepción del Vaticano II. Por su parte, las asambleas ordinarias del Sínodo de los obispos han tratado los siguientes temas: La preservación y el fortalecimiento de la fe católica, su integridad, vigor, desarrollo, coherencia doctrinal e histórica (1967); El sacerdocio ministerial y la justicia en el mundo (1971); La evangelización en el mundo moderno (1974); La catequesis en nuestro tiempo (1977); La familia cristiana (1980); La penitencia y la reconciliación en la misión de la Iglesia (1983); La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (1987); La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales (1991); La vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo (1994); El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo (2001); La eucaristía: fuente y cumbre de la vida y la misión de la Iglesia (2005); La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia (2008). La última asamblea convocada por Benedicto XVI, en octubre de 2012, estuvo dedicada a «la nueva evangelización para la transmisión de la fe».
En estas estábamos cuando se produjo la sorprendente renuncia de Benedicto XVI y fue elegido un papa venido del fin del mundo, un latinoamericano, con una clara orientación misionera. Su escrito programático, la Exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013), es su toma de postura respecto a la XIII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los obispos, cuya temática de la evangelización conecta directamente con la de 1971 y, sobre todo, con la de 1974, que dio lugar a la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, de san Pablo VI. Ahora bien, es preciso subrayar que el planteamiento misionero del papa argentino se remonta, a través de la encíclica misionera de san Juan Pablo II Redemptoris missio (1990), hasta el decreto Ad gentes del Vaticano II, entroncando así con la línea inspiradora que debía animar el arranque del Concilio según el plan del cardenal Suenens: poner a la Iglesia en estado de misión 36. Esta línea transversal del Concilio, es decir, el paradigma de la Iglesia en salida misionera, había sido relanzado por el Documento de Aparecida (2007) en torno a una sentencia del papa Montini: «La dulce y confortadora alegría de evangelizar» 37. En otros términos: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium –concebida como la Evangelii nuntiandi para esta etapa posconciliar de la Iglesia universal– ha quedado incorporado al torrente de tradición interpretativa del Concilio la recepción latinoamericana, con su acento característico puesto en «la Iglesia y los pobres» como lugar teológico 38.
5) Recapitulación: ¿una nueva fase en la recepción? Es preciso СКАЧАТЬ