Название: La Tragedia De Los Trastulli
Автор: Guido Pagliarino
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Полицейские детективы
isbn: 9788835424765
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—La célebre palabra del general Cambronne en Waterloo —repliqué—, pero he leído que los franceses la usarían más como interjección de desagrado que como insulto contra alguien.
—Ya, pero ella se la lanza con un tono que no deja dudas sobre la intención de definirla precisamente como una merde. Ah, a veces usa el epíteto emmerdeuse.
—Solo conozco el inglés: ¿quiere decir mierdosa?
—No: tocapelotas. El hecho es que para la vieja la empresa es como una hija, incluso puede que algo más y a los hijos y a su nuera con ellos, los quiere a todos al servicio de los negocios: ha consentido al primogénito y continúa haciéndolo, pero quiere que la corresponda, lo he entendido por palabras que le dirige ciertas veces, frases del tipo: «Es la tienda la que te mantiene y te he dado todo lo que has querido y me tienes que hacer caso siempre».
—Brr… mejor un trabajo de empleado que estar bajo una madre así.
—Seguro. En resumen, por un motivo u otro, todos discuten, salvo el aparejador, que, sin embargo, aunque sea excepcionalmente, cuando es evidente que no puede más, grita a todo pulmón: «¡Parad de una vez!» Entonces todos callan, menos la esposa que, impertérrita, continúa y él se enfurece todavía más y añade en piamontés: «¡Piàntla-lì, ciula brüsca!»22 ¿Lo he pronunciado bien, Ran?
—Muy bien, incluso la ü de brüsca.
—Ya, ya. —Sonrió jocoso, entrecerrando los ojos para simular satisfacción. Luego, de nuevo serio, añadió—: Las únicas que se quedan calladas, aunque sean pequeñas, y ellas sí tendrían derecho a chillar de vez en cuando, son Ida y Aurelia, las niñas: quién sabe lo que sienten en su interior en medio de esas peleas.
—Que también tú soportas, Vittorio.
—Pues sí, nunca he golpeado con un martillo contra la pared divisoria, aunque lo habría hecho unas cuantas veces si no fuera porque me encuentro con el aparejador en la ANPI y somos… bueno, no, estaba a punto de decir amigos, pero no es verdad, la amistad es una cosa preciosa y rara, digamos que somos colegas de lucha y no quiero discutir.
«… Y eres una persona estupenda», me vino a la cabeza.
Está bien que, en este momento, antes de proseguir con la narración, explique, aunque sea a grandes rasgos, el periodo histórico italiano en el que discurre nuestra historia, no solo para presentar el entorno, sino, sobre todo, cómo ciertos acontecimientos y lugares de aquellos años fueron la causa principal de las vicisitudes y los dramas de nuestros personajes.
La población de Turín y sus alrededores creció desde el inicio de los años 50, debido a la emigración desde otras regiones, sobre todo meridionales, de familias en busca de empleo. El crecimiento se había acelerado durante el llamado boom económico, hasta más de seiscientos mil nuevos residentes: Turín se había convertido en una metrópoli de un millón de habitantes, y contando con las localidades del extrarradio, de casi dos millones. Los inmigrantes trataban de que los contrataran preferentemente en las cadenas de montaje de la FIAT, una empresa potente que todavía era casi enteramente turinesa, más poderosa en la ciudad que el propio alcalde y sus asesores y concejales. En la FIAT y en muchas otras empresas, muchas de las cuales eran satélites de la primera, trabajaban muchos de esos obreros, por supuesto, pero no había viviendas preparadas para sus familias, ni en la FIAT, ni en sus empresas satélites, ni en el ayuntamiento y solo desde finales de los años 60 se empezaron a construir barrios periféricos populares. Así surgieron, construidos por esas mismas personas pobres trasladadas a Turín, multitud de barrios improvisados de chabolas, tanto en los suburbios de la ciudad como en otras diversas zonas, mientras que los menos desafortunados encontraban vivienda en casas del centro, sobre todo en la zona de Porta Palazzo en pequeños pisos y en buhardillas de palacios con barandillas del siglo XVIII, algunos arruinados. Esta masa humana incorporada al trabajo y que se contentaba con salarios muy bajos, había sido un potente combustible para el llamado milagro económico italiano, o boom, si se quiere llamar así. Ese boom, sin embargo, no prosiguió ininterrumpidamente: en 1963 se detuvo el quinquenio eufórico, como lo definiría al año siguiente el hipercrítico diputado republicano Ugo La Malfa, hombre de la izquierda no marxista muy apreciado por mi padre, republicano histórico,23 así como, siguiendo su modelo, el escritor Ranieri Velli.
La expresión milagro económico se extinguió, el entusiasmo de los industriales y los comerciantes disminuyó enormemente hasta desaparecer, mientras que los ocupados en la industria y los servicios empezaban a preocuparse bajo la amenaza de despido (o ya despedidos), al haber empezado a disfrutar de un cierto bienestar, uniendo a su consumo básico bienes duraderos pagado a plazos con letras de cambio, como neveras, lavadoras o televisores, con formidables beneficios para las industrias fabricantes y las tiendas de esos productos, como por ejemplo el local comercial de la familia Trastulli que ya conocemos. Y no eran pocos los obreros que habían osado permitirse la compra a plazos de un auto, normalmente un pequeño FIAT 600 o un pequeñísimo FIAT 500. Muchos obreros habían empezado incluso a disfrutar de al menos un par de semanas de vacaciones en agosto en una pequeña pensión, normalmente en la vecina Liguria, mientras que casi todos los que, sobre una riada de letras de cambio, eran propietarios de un utilitario o incluso de un FIAT 1100, realizaban cada agosto, valerosamente, un largo viaje, a un media de 70 kilómetros por hora, hasta su propio pueblo natal, felices de poder mostrarse a la llegada sobre un auto conseguido con su apreciado trabajo en la cadena: de montaje, se entiende.
En los años anteriores a 1963, muchos empresarios, apoyándose en un endeudamiento bastante sencillo y unos salarios muy bajos habían ampliados sus actividades, a veces enormemente con respecto a su dimensión original, hasta el punto de que diversas empresas artesanales se habían agrandado hasta un nivel industrial, con numerosos empleados, incluso centenares de ellos; sin embargo los dueños no tenían la preparación económica adecuada para no trabajar a mano, como en su anterior pequeña o mínima dimensión, ni tampoco previeron con agudeza, en cada caso, las posibles consecuencias de sus iniciativas ni consideraron la posibilidad de la aparición inesperada de la competencia de fábricas extranjeras.24 No habían entendido, entre otras cosas, que los salarios bajos habían favorecido mucho su ascenso. Cuando los obreros, después de años de luchas sindicales, consiguieron por fin aumentos significativos, empezaron las dificultades para todas las empresas, dificultades bastante graves, en primer lugar, para las actividades improvisadas, sin quedar luego exentas las empresas antiguas, firmes y bien dirigidas, por cuanto las relaciones entre productores de bienes y proveedores de servicios son cadenas ligadas a su vez con las de los sectores crediticio, asegurador y consultivo. En otras palabras, se trata de una red de negocios entre proveedores de materias primas y fuentes de energía, productores de bienes y servicios y distribuidores СКАЧАТЬ