Название: La vida de los Maestros
Автор: Baird T. Spalding
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная психология
Серия: Colección Nueva Era
isbn: 9788418211706
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»Es así como Dios ha creado todo. Él comenzó por quedar apacible y contemplativo, después vio la luz y dijo: “Que la luz sea”, y la luz se hizo. Siempre de la misma manera dijo: “Que haya un firmamento”. Y fue como él había dicho, y así mantuvo Dios firmemente cada forma o ideal en su pensamiento, pronunció la Palabra y el ideal brotó.
»Y fue lo mismo para el hombre, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, y démosle el poder de dominar todo”. Dios, el Bien total, crea todas cosas buenas, y en último lugar al hombre, la más grande de todas, con poder sobre todas las criaturas. Entonces el hombre no veía más que el bien, y todo iba bien hasta que él se separó de Dios, y percibió una dualidad. Después el hombre creó la dualidad por su pensamiento, de un lado el bien, del otro el mal. Puesto que si hay dualidad es necesario que haya dos antónimos: el bien y el mal. El mal resulta entonces de la capacidad perfecta del hombre de crear eso que él ve en pensamiento. Si el hombre no hubiera visto el mal, el mal no habría tenido poder, no hubiera podido ser expresado. Solo expresaríamos el bien y seríamos tan perfectos como Dios nos ve hoy. El cielo habría estado siempre sobre la tierra como Dios lo ve, y como es necesario que nosotros lo veamos para manifestarlo. Jesús tenía perfecto derecho a decir que venía del cielo, ya que todos venimos del cielo, la gran Sustancia Universal del Pensamiento.
»Desde que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, recibió el poder de crear exactamente como Dios, y Dios espera que el hombre use de ese poder tan libremente como él y exactamente de la misma manera. Es necesario en primer lugar percibir la necesidad, después de concebir el bien, el ideal destinado a llenar el molde sostenido en la conciencia, después llenarlo de la Sustancia Universal de Pensamiento. Es necesario en fin, pronunciar la Palabra, decir que el molde está lleno y así está bien.
»Cuando Jesús fue crucificado, dio su carne, su exterior, su cuerpo visible, para demostrar la existencia de un cuerpo espiritual profundo. Fue ese cuerpo el que manifestó al salir de su tumba. Es el mismo del cual hablaba al decir: “Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días”. Ha querido demostrarnos que nosotros poseemos el mismo cuerpo espiritual que él y que podemos hacer las mismas obras. Indudablemente Jesús podía haber escapado a la cruz si lo hubiera querido. Él había visto que un gran cambio se había producido en su cuerpo. Las gentes de alrededor eran incapaces de ver ese cambio y beneficiarse ellos mismos de ese ejemplo. Continuaban considerando el cuerpo como únicamente material. Ellos hubieran sido incapaces de ver la diferencia entre lo material y lo espiritual sin precederlo de un gran cambio material.
»Fue para provocar ese cambio por lo que él aceptó el camino de la cruz. Tal es el Cristo en el hombre que el gran Maestro Jesús, universalmente amado y respetado, ha venido a manifestar. ¿No ha consagrado su vida terrestre a mostrarnos el perfecto camino hacia Dios? Es imposible no amar ese camino ideal que uno ha visto, sea en la siembra de los granos, sea en los millones de actos necesarios en la vida diaria. Todas sus lecciones nos conducen a nuestro plano de desarrollo. Nos llegará un día en el que veremos que somos verdaderamente hijos de Dios y no esclavos. Siendo Hijos tenemos acceso a todo lo que posee el Padre, nosotros poseemos todo y podemos servirnos tan libremente como el Padre.
»Reconozco que al principio esto exige una fe inmensa. Es necesario hacerla creer poco a poco y practicarla fielmente como la música o como las matemáticas hasta que se llega a un estado de conocimiento. Entonces se es libre, grandiosa y magníficamente libre. No hay mejor ejemplo de ese género de vida que aquella de Jesús. ¿No podéis reconocer el poder incluso de su nombre, Jesús, el Cristo manifestado? ¿Dios se manifiesta en la carne del hombre? Jesús había llegado al punto en que se fiaba enteramente a su profunda inteligencia de Dios, y es así como cumplía sus obras poderosas. No contaba ni con el poder de su propia voluntad ni con la fuerte concentración de sus pensamientos, sino más bien con la voluntad de Dios: “Que tu voluntad se haga, oh mi Dios, y no la mía». Jesús quería hacer siempre la voluntad de Dios, hacer aquello que Dios quería que él hiciese.
»Se dice a menudo que Jesús se retiraba a una alta montaña. No sé si subía físicamente o no, pero sí sé que nos es necesario subir a las alturas, a las más grandes alturas de la conciencia para recibir iluminación. Esas alturas están en la cúspide de la cabeza, y si las facultades no están desarrolladas es necesario desarrollarlas con pensamientos espirituales. Enseguida es necesario dejar al amor derramarse desde el corazón, centro del amor, para equilibrar el pensamiento. Hecho esto el Cristo se revela. El hijo del hombre se revela. El hijo del hombre percibe que él es el Hijo de Dios, el Hijo Único en el cual el padre encuentra su complacencia. En fin, es necesario vivir esto para todos con un amor continuo.
»Parad un instante y reflexionad profundamente. Imaginad los incontables granos de arenas de las playas, las innumerables gotas de los océanos, las innumerables formas de vida que pululan las aguas, las innumerables partículas rocosas de la corteza terrestre, el número inmenso de árboles, de plantas, de flores y de arbustos que hay en la tierra, las innumerables formas de vida animal sobre la tierra. Todo eso es lo exterior del ideal mantenido en el Gran Pensamiento Universal de Dios.
»Imaginad ahora las incalculables almas nacidas sobre la tierra. Cada una de ellas es la expresión de una imagen ideal de Dios, tal como se ve a él mismo. Cada uno ha recibido el mismo poder que Dios para dominar sobre todo. ¿No creéis que Dios desea ver al hombre desarrollar sus cualidades divinas y cumplir las obras de Dios, gracias a la herencia del Padre, Gran Pensamiento Universal, a través de todo y por encima de todo? Comprended que cada uno de nosotros es una expresión fuera de lo invisible, del Espíritu, en un molde visible, en una forma por la cual Dios ama expresarse. Cuando sabemos eso y lo aceptamos podemos verdaderamente decir como Jesús: «Mirad, Cristo está aquí». Es así que se alcanza el dominio sobre el mundo carnal. Él ha reconocido, proclamado y aceptado su divinidad, después ha vivido una vida santa como es preciso que nosotros la vivamos».
VIII
A los ocho días levantamos el campamento, un lunes por la mañana, y proseguimos nuestro camino. Después del mediodía del tercer día llegamos al borde de un gran río, de seiscientos o setecientos metros de ancho y con una velocidad de al menos cinco metros por segundo. Se nos informó que en tiempos ordinarios se lo podía vadear sin dificultades. Decidimos entonces esperar hasta la mañana siguiente para observar la crecida o decrecida de las aguas.
Supimos que se podía atravesar el río por un puente situado aguas arriba, pero ello implicaba un desvío de cuatro días por caminos muy complicados. Pensamos que si el agua bajaba, sería más simple esperar algunos días en el lugar. Se nos había demostrado que no debíamos preocuparnos del avituallamiento En efecto, desde el día en que nuestras provisiones se agotaron hasta nuestro retorno a Asmah, es decir, durante sesenta y cuatro días, toda la compañía, más trescientos peregrinos, fue abundantemente nutrida con víveres provenientes «de lo invisible».
Hasta entonces, ninguno de nosotros había comprendido el verdadero sentido de los acontecimientos a los cuales habíamos asistido. Nosotros éramos incapaces de ver que todo se cumplía en virtud de una ley precisa de la cual cada uno podía servirse.
A la mañana siguiente, en el desayuno había cinco СКАЧАТЬ